Tu inocencia me atrae

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Al día siguiente después de la universidad, fui a la escuela de música. Al llegar me dirigí directamente a la sala de ensayos donde estuve toda la mañana hasta la hora de receso para el almuerzo. Al salir fui hacia una banca que estaba a la sombra, lejos de mis compañeros (no soy de buscar amistades rápido). Al cabo de unos minutos de estar repasando una de las partituras, escucho como se acerca alguien que estaba corriendo, era aquel chiquillo del día anterior.

-???- ¿cómo estás? Te estuve buscando, había olvidado que tu orquesta veía clases en este edificio -Dijo el agitado muchacho

-Ann- Muy bien, ¿y tú?... ¿por qué corrías?

-???- Es que sé que ustedes sólo tienen un receso de una hora, y como no sabía dónde estabas exactamente, pues...

-Ann- Ah, te comprendo -Termino la frase dedicándole una sonrisa

-???- Oye... ¿cómo te llamas? Ayer no pudimos presentarnos

-Ann- ¡Es verdad! Me llamo Ann, ¿y tú?

-???- Me llamo Antonio -Me responde con una sonrisa algo forzada, igual que la última vez -¿Te puedo hacer una pregunta?

-Ann- Ah pues claro, ¿qué será?

-Antonio- Quería saber si... -El pequeño estaba realmente ruborizado -Si-sí podíamos ser amigos

-Ann- ¡Claro que sí!, me encantaría ser amiga de un niño tan lindo -Le dije mientras guiñaba un ojo

-Antonio- ¡¡Gracias!! -Dijo el pequeño con una gran sonrisa aunque todavía bastante ruborizado -Se quedó mirando las hojas que sostenía en mis manos -¿Es el repertorio de la orquesta?

-Ann- Sí, tengo que estudiar un segmento bastante fastidioso, me volteo y me doy cuenta que el pequeño también tiene unas hojas en las manos -¿Tú también estudias un repertorio?

-Antonio- Sí, es mi primer repertorio -Dijo mientras bajaba la mirada, el pequeño mostraba una expresión de tristeza notable

-Ann- ¡Eso es muy bueno!, ¿por qué te desanimas?

-Antonio- No soy muy bueno leyendo, y se me ha hecho difícil comprender el ritmo. El profesor que debería darme clases individuales está enfermo y no puedo avanzar mucho solo

-Ann- Ya veo, y... ¿Qué te parece si yo te ayudo con eso?

-Antonio- ¡¿En serio?! Pero... ¿no estarás muy ocupada?... es decir, la presentación está cerca y tienes que montar todo ese repertorio

-Ann- Tranquilo, "todo este repertorio" ya lo tengo casi montado, sólo me falta agregarle velocidad a unos segmentos así que no te preocupes

-Antonio- ¡Muchas gracias! ¡Me encanta la idea de tener mi profesora personal! -De repente el chico se queda pensativo -Pero... ¿cómo tendría que pagarte?

-Ann- No te preocupes, no pienso cobrarte

-Antonio- ¡Pero tengo que agradecértelo de alguna manera!, no puedo recibir cosas gratis, aunque seamos amigos

-Ann- Bueno, ya veré cómo cobrarte más adelante, ¿si? -No pude evitar sonreír de forma pícara

-Antonio- E-está bien -Dijo el pequeño bastante ruborizado

-Ann- Vaya, es tarde, tengo que acomodar mi puesto -Me empiezo a levantar

-Antonio- ¡Espera! ¿Dónde nos reuniríamos para que me enseñes? Acá no permiten usar los salones si no hay una clase propuesta

-Ann- Bueno, puedo ir a tu casa, ¿vives cerca?

-Antonio- ¡No! ¡Mi casa no! -Dijo exaltándose pero calmándose al final -Es decir... está... ¡en remodelación!... Sí, y sería incómodo, ¿puedo ir a tu casa?

-Ann- No tengo problema, ¿te parece mañana después del ensayo?

-Antonio- ¡¡Sí!! Me parece muy bien, nos vemos mañana profe

El pequeño se fue casi corriendo, sin darme tiempo de reaccionar, ¿me había dicho profe? Eso sí que me hacía sentir extraña. Me dirigí al ensayo para así culminar ese largo día.

Amor blindadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora