Clases privadas

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Estaba llegando de la Universidad y como había salido temprano decidí acomodar un poco el apartamento para cuando viniera con Antonio. Al terminar, ya era la 1:30pm así que me dirigí a la escuela. Al llegar fui directamente a la sala de ensayo en donde todos estaban en silencio, al parecer estaban siendo regañados por el director. Como había llegado tarde me limité a sentarme en silencio. Me di cuenta que por las ventanas habían muchos estudiantes de las otras orquestas, tal parece que se había causado un escándalo, pero ¿por qué?

-Director- ¡¿Cómo es posible?!-Gritó bastante molesto -¡¿Qué hacen en sus horas de estudio?! ¡¿cómo es que aún no van a mi velocidad?! ¡Quien la dicta soy yo! ¡No ustedes! ¡No pueden llegar siquiera a la mitad de la obra, estoy harto de tanta incompetencia! ¡Es la última vez que voy a repetirla desde el comienzo, el que no llegue al final se quedará ensayando conmigo hasta las siete o más tarde hasta que salga completa, el que llegue a terminarla a la velocidad podrá irse temprano!.

El director levantó las manos para comenzar la obra, no íbamos a la mitad de la misma cuando un número razonable de estudiantes bajaron sus instrumentos, llegó a tal punto que era la única que continuaba tocando a la velocidad que el director mantenía, tanto él como los demás se encontraban impresionados, no sólo de que la chica que llego en los últimos ensayos hubiera montado toda la obra sin problemas, sino que también hacia las dos voces. Al culminar bajé el instrumento y me percaté de todas las miradas sobre mí, jamás me había sentido más incómoda.

-Ann- ¿Pasa algo? -Pregunto intrigada -Creí que habían eliminado la repetición

-Director- Así es, todo está perfecto, recoge tus cosas te puedes retirar

-Ann- Sí, señor -Digo mientras recojo mis cosas

Al salir de la sala me di cuenta que habían muchos alumnos mirándome con extrañeza, veo a Antonio acercarse

-Antonio- ¡Ann! ¡Eres muy buena! -Dice el pequeño con cara de sorpresa

-Ann- Gracias, aunque no es para tanto -Digo tomándolo de la mano para salir del edificio, no aguantaba esas miradas

-Antonio- ¿No tendrás más clases verdad? -Dice casi tartamudeando y sonrojado

-Ann- No, me dejaron salir temprano, ¿a qué hora saldrás tu?

-Antonio- Pues... ya salí

-Ann- ¿Cómo? ¿Siempre sales a esta hora?

-Antonio- Pues sí -Responde bajando la mirada con timidez

-Ann- ¿Quiere decir que ibas a esperar dos horas aquí?

-Antonio- Creo que es algo que vale la pena -Dice sonriendo casi forzosamente

-Ann- Bueno, mi apartamento queda bastante cerca, ¿hasta qué hora estarás conmigo?, para acompañarte a tu casa

-Antonio- No te preocupes, también vivo por aquí cerca, con tomar el bus de aquí, tengo

-Ann- Está bien, vámonos

Tomamos el bus y en menos de cinco minutos habíamos llegado, subimos las escaleras y entramos al apartamento

-Antonio- ¡Ah! Es bastante bonito -Dijo con asombro

-Ann- ¡Gracias! Me esfuerzo bastante

-Antonio- No lo dudo -Responde mientras observa los libros y objetos ordenados -Los adultos tienen muchos lujos

-Ann- ¿Lujos? Jejeje, pues si así los consideras... Son bastante difíciles de mantener -Respondo entre risas

-Antonio- ¿Trabajas?

-Ann- Pues dicto cursos de idiomas, pero mis padres me siguen ayudando mientras me gradúo

-Antonio- ¿Cuál es tu edad?

-Ann- Dieciocho, ¿y tú?

-Antonio- Tengo quince -Dice desviando la mirada

-Ann- ¡Vaya! Pensé que tenías menos

-Antonio- Lo sé, me lo dicen seguido -Hace un gesto de desagrado -Es bastante molesto

-Ann- ¿Por qué dices eso?, a mí me parece agradable -Terminé la frase con un abrazo desde atrás

¿Por qué hice eso?, no tengo idea, pero creí que era un buen momento, es decir, ¿qué me podría decir? Aquel pequeño se había puesto realmente rojo, aquello le causaba mucha vergüenza. Era adorable, como un tierno muñequito, y aunque sé que estaba mal, me gustaba.

-Antonio- Profe... ¿qué haces?

-Ann- ¿No te puedo abrazar? -Dije soltándolo

-Antonio- ¡Sí! P-pero, lo siento es que me da pena

-Ann- ¿Y por qué?

-Antonio- Nunca me habían abrazado así

-Ann- Vamos, no seas mentiroso, tus padres deben hacerlo seguido -Digo en tono divertido, pero Antonio se limitó a negar con la cabeza -¿En serio? No lo creo... Bueno, eeeh, déjame decirte que es prácticamente lo mismo

-Antonio- Yo creo que aún de haberlo hecho, estaría igual de avergonzado

-Ann- ¿Y eso por qué?

-Antonio- Por ti, es decir profe, tú... N-No es nada -Responde desviando la mirada

-Ann- Bueno tranquilo, empecemos de una vez con esto

Comenzamos con la clase, el chico aprendía rápido, lo cual me dejaba impresionada. Al cabo de dos horas decidimos finalizar por ese día. Le ayudé con sus cosas y lo acompañé hasta la parada del bus

-Ann- Me impresionas, aprendes rápido

-Antonio- Gracias -Dice sonrojado

-Ann- Francamente creo que no habrías tenido problemas estudiando solo

-Antonio- No creo que sea yo, es decir, no me concentro fácilmente, pero contigo pude estar atento

-Ann- Eso me alegra, Antonio -Termino dedicándole una sonrisa

-Antonio- ¿Te puedo decir algo? -Dice bastante rojo

-Ann- ¡Claro!

-Antonio- Me gusta que seas mi profe

Aquella frase salió forzosamente, pero por la timidez de aquel niño, eso lo hacía más adorable. El hecho de que le avergüence decir verdades tan simples como esa. ¿Cómo sería entonces si ese chico se enamorara? Seguramente se vería más hermoso, confundido y avergonzado, eso me encanta.

-Ann- Y a mí me encanta ser tu profesora -Digo acariciando su cabello -Allá viene el bus

El bus llega y Antonio se va, no sin antes dedicarme una de esas sonrisas tan singulares. Aquel chico tenía algo, me ponía a pensar, y es que no sonreía de forma casual sino, que lo hacía como si le costara demostrar su felicidad, era bastante raro, pero eso solo hacía que me gustara más.

Amor blindadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora