Te extrañé

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Habían pasado dos semanas más desde aquella conversación. Iba en camino a la escuela de música, me encontraba bastante preocupada. Al llegar al pasillo principal veo a un niño sentado en una de las bancas más alejadas, !Era mi pequeño!, corrí hasta donde se encontraba y sin mediar palabra lo aplasté con un tremendo abrazo, sentía como se quejaba por lo ruda que había sido, pero poco me importaba, hacía mucho que no lo veía y de verdad lo extrañaba. Al cabo de un par de minutos lo suelto y lo tomo de los hombros

-Ann- ¿Por qué tardaste tanto en venir? Le pregunté con expresión de molestia. Está bien que necesitaría reposo pero no tanto tiempo, había pasado casi un mes

-Antonio- Lo siento, ¿te preocupé? -Dijo mientras se incorporaba y tomaba sus cosas

-Ann- ¡Hey! , ¿a dónde vas?

-Antonio- Tengo clases, disculpa

-Ann- Pero si aun es temprano, ¿no tenías clases a las...? -No me dejó terminar, simplemente se había marchado.

¿Qué diablos había pasado? ¿Por qué mi dulce niño me trató de esa forma tan grosera? ¿Y por qué estoy tan molesta?, es solo un amigo, ¿no?.. Claro que no, me gusta y aún no lo quiero aceptar, ese maldito niño me estaba haciendo sentir muy extraña.

Era la hora de receso, y apenas salí me dispuse a ir al salón de Tony para buscarlo. Cuando llegué al edificio me dirigí al salón y me asomé por una ventana sigilosamente, allí estaba sentado en los primeros atriles, estaba muy orgullosa de lo que había logrado.

-Directora- ¡Antonio! , ¡Es la última vez que te lo repito!, deja de retrasarte si no quieres que te pida guardar silencio en ese segmento.

-Antonio- Disculpe -Dijo sin levantar la mirada

Algo estaba mal, el nunca se había comportado así. Me pasé todo el receso observando su ensayo, y las múltiples llamadas de atención que le hacían, la mayoría por su falta de concentración y retraso en los tiempos. Cuando me di cuenta, ya iba tarde a la clase. Corrí lo más que pude pero cuando llegué ya habían empezado y la puerta se encontraba cerrada. Jamás había llegado tarde en mi vida, más bien, es algo que detesto. Me asomé y sólo pude ver la cara de molestia de mi director (genial, ya la embarre), ya que no tenía nada que hacer, volví otra vez al el edificio, para sentarme a esperar que Tony saliera, ya faltaban sólo unos treinta minutos.

Al cabo de ese tiempo veo saliendo a un grupo de chicos, por lo que espero a ver a Tony, quien se veía venir al último. Al salir me vio de reojo y se dirigió hacia la salida. !Me ignoró! Y ésta vez fue mayor el descaro. Me paré molesta y lo seguí, éste aceleraba más el paso, hasta que sin darme cuenta ya estábamos corriendo. Logré alcanzarlo y aprisionarlo con un abrazo, el se limitó a respirar agitadamente.

-Ann- Dime, ¿por qué haces esto?

-Antonio- Lo siento

-Ann- Respóndeme

-Antonio- De verdad, lo siento

-Ann- ¿Por qué me ignoras? -Dije mientras lo miraba a los ojos

-Antonio- No quiero que me odies

-Ann- ¡Jamás te odiaría! ¿Por qué dices eso?

-Antonio- Yo... no quiero que me odies -Dijo casi tartamudeando, ¡estaba llorando!

-Ann- ¿Por qué lloras?, ¡no llores!

-Antonio- Disculpa

-Ann- Ya, deja de disculparte

-Antonio- ¿No tienes clases?

-Ann- Cerraron la puerta, no me dio tiempo de entrar

-Antonio- ¿Y eso?... Es decir, entraste a la primera clase -Dijo con extrañeza

-Ann- Fui a buscarte y cuando me di cuenta de la hora, ya era tarde

-Antonio- ¡¿En serio?! ¿por qué? -Estaba bastante sonrojado

-Ann- Porque me gustas, Antonio

-Antonio- No mientas -Dijo triste

-Ann- ¡No miento! ¡Y menos con éstas cosas! De verdad me gustas, me tenían bastante preocupada tus inasistencias

-Antonio- ¿Por qué yo te gustaría?

-Ann- ¿Por qué? -Sonreí -Eres un niño precioso, bastante inocente, educado, y sobre todo tímido. Esas cosas me parecen adorables

-Antonio- ¿Lo dices... en serio? -Se le quebraba la voz, estaba llorando

-Ann- Claro que sí, y para ser sincera me sentía bastante deprimida al saber que pronto dejaría de darte clases porque avanzabas rápido

-Antonio- Yo quiero que me sigas enseñando -Dijo apretando mi suéter

-Ann- Y yo quiero hacerlo

Empujé su pequeña cabeza a mi pecho para estrecharlo con un caluroso abrazo. Podía sentir su corazón latir fuertemente, también podía imaginar lo sonrojado que se encontraba, era una ternura, y me encantaba. Lo solté poco a poco, para alzarle el rostro con mi mano y ponerlo a mi altura, para darle un beso suficientemente cerca de los labios como para provocar 

-Ann- Es tarde, te tienes que ir

Le dije con una risa maliciosa, quería más, pero es mejor ir de a poco. Lo acompañé a la parada del bus. Desde aquel beso no emitió palabra alguna, sólo se limitó a seguirme. Aquello me tenía pensando, él no tenía expresión de molestia, pero tampoco de agrado, era bastante neutra, por lo que no sabría decir si aquello le había incomodado. A los pocos minutos llegó un bus y nos fuimos en él, yo me quedé antes, en mi casa, y él siguió su camino.

Amor blindadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora