Capitulo Dos

874 66 35
                                    

Siempre habían sido amigos. No, eso era mentira.

Louis conocía a Harry desde secundaria. Pero fue a través de Paulie como se hicieron amigos. Paulie era el hermano mayor de Harry, y como Louis, Paulie era uno de los mejores jugadores del equipo local de fútbol. De hecho, Paulie y Louis habían jugado juntos todo el año de cadetes y un mes en juveniles antes de que Harry fuera algo más que el hermano gilipollas de su amigo, algo que ahora parecía una locura.

¿Y qué no parecía ahora una locura?

Paulie Styles era uno de los seis hijos de una familia italiana de chalados que vivían en una casa de Cobble Hill, que compró el abuelo del señor Styles antes de la crisis. La casa estaba en la veta situada entre la mierda que era Brooklyn y donde Brooklyn acumulaba su mierda. Louis vivía con su padre a dos manzanas de ellos en el mismo distrito de mierda.

Louis y Paulie se habían conocido en un campamento de béisbol al final de un verano y habían pasado juntos todo el año siguiente gracias al fútbol. Nada demasiado duro: alguna cita doble de parejas, algún porro compartido, alguna escapada chunga a Jersey en el coche de alguna novieta.

El padre de Louis pensaba que el fútbol era una pérdida de tiempo y que el colegio sólo era una oportunidad para hacerse una paja por cuenta de la ciudad. ¿Para qué servía el colegio si sabías que ibas a terminar siendo poli o bombero? Hasta que conoció a Paulie, Louis estaba más o menos de acuerdo. Había probado esa teoría de sobra en el instituto, al fondo de la clase.

Paulie era uno de esos chicos que era exactamente lo que parecía ser en todo momento: honesto, simple y directo. Era así por naturaleza. Rozando el metro ochenta y los 100 kilos, Paulie era un tren de carga dentro y fuera del campo.

En el primer partido de fútbol, Louis había escuchado cómo todo el clan de los Styles gritaba animando a su amigo. ¡Venga Skyhawks! Esta gran familia de morenos que gritaban y aplaudían en las gradas; ojos verdes y sentido del humor negro. Los hermanos Styles se daban puñetazos y se metían los unos con los otros hasta que la señora Styles repartía una bofetada a alguno de ellos.

Cuando los Skyhawks ganaron, mientras el equipo se daba palmaditas en los hombros y el público gritaba, Louis se sintió tan celoso de su amigo y de su familia que apenas podía mirar a Paulie a los ojos.

Pero no importaba. Después de ducharse y cambiarse, Paulie le agarró del cuello y Louis terminó metido a presión en la parte de atrás de un Lincoln con Loretta Styles encima de sus piernas, riendo todo el trayecto que recorrieron para ir a comprar pizzas y Coca-Cola. Hacia el final de la noche, era como si toda la familia le hubiera digerido, como una ameba bulliciosa y feliz... y eso era todo.

Casi enseguida, Louis comía siempre en casa de los Styles, ayudaba al señor S. con las alcantarillas, compartiendo coche con los hermanos para ir a fiestas o a la playa, y comiendo la comida de esa nevera repleta hasta los topes. Al final ya no necesitaba tener una familia imaginaria como siempre había querido: ésta le había secuestrado.

Al padre de Louis no parecía importarle gran cosa. Como jefe de bomberos, salía a investigar a cualquier hora y dejaba bastantes veces que Louis se alimentara a base de sándwiches de mortadela y sobres de Tang. La madre de Louis había fallecido cuando él tenía nueve años, así que los hombres Tomlinson tuvieron que arreglárselas como pudieron.

Los Styles organizaban fiestas de cumpleaños para él. El verano anterior, antes de empezar el instituto, le llevaron durante una semana al Lago George para celebrar lo que ellos llamaban la Excursión anual de la no-pesca. Y cuando Louis se rompió el brazo jugando al baloncesto una noche, fue la señora Styles la que le llevó al hospital. Él y Paulie cuidaban de los más pequeños y soportaban sus tonterías. Louis aprendió a ser un hombre del señor S., y no de su propio padre.

CABEZA CALIENTE|Larry Stylinson|Adaptada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora