Capitulo Siete

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Con una barbita incipiente, Louis saltó de su cama, dejando las luces apagadas, y se movió por la habitación del sótano como un ladrón, con sus pies pálidos desnudos en la moqueta. Sin pensarlo ni un segundo, echo el pestillo de la puerta y bajó las persianas antes de volver a sentarse encima del edredón verde de la cama. Sabía que estaba solo en casa pero su corazón latía como loco, le temblaban las manos, y la idea de que entrara alguien y viera algo le hacía sentir ganas de vomitar.

El whisky escocés había hecho que tuviera la boca húmeda y el cuerpo como flojo. Seguía teniendo puestos los vaqueros negros, desabrochados cuando volvió a ponerse encima del edredón y abrió el portátil con dedos titubeantes. El e-mail seguía arriba del todo: "¿ERES UN CABEZA-CALIENTE?"

Me encantaría.

Louis se giró de forma que pudiera estirarse encima de la cama. Tenía las manos temblorosas y sudadas. Clicó el enlace y se abrió una página en la que le avisaban de que no podía entrar si era menor de dieciocho. A continuación, en cuanto entró, se encontró con una pantalla de fondo rojo salpicada de un burdo lenguaje porno sobre estar cachondo y sobre la dureza, pero ni siquiera se dio cuenta.

Lo que vio fue a Harry: ojos verdes como el esmeraldas, nariz romana, boca de color de las fresas. Todo lo que él quería. Habían colgado una foto digital suya en la que salía sonriendo a algo de fuera de la pantalla, a pecho descubierto bajo los tirantes de sus pantalones de trabajo, y su cara cincelada estaba un poco ladeada insinuando esconder un secreto.

"NOVEDAD: ¡MONTE!" ponía debajo de la foto. ¿Monte? ¿Quién ponía eso? "¡La campanada de esta medianoche!"

No lo sabrá nunca.

Jesús. Tomó aire y lo retuvo un momento mientras clicaba en la imagen de su mejor amigo. Al hacerlo le redirigieron a otra página en la que aparecía un hispano hosco con una chaqueta de la Policía de Nueva York, sólo con la chaqueta sobre su torso tatuado, junto a un formulario de registro en el que le pedían a Louis sus datos para poder convertirse en miembro de la web para una semana, un mes o un año.

Una semana ya le parecía horrible. Louis introdujo su tarjeta de crédito con un nombre falso y aceptó la transacción. Hecho. Una barra animada le informó de que la página era "TREMENDAMENTE PICANTE". Ahora Harry era suyo cuando quisiera.

Así que esto es lo que siente al estar maldito.

El clip se puso en funcionamiento en cuanto se descargó. Primero las chorradas de la renuncia de responsabilidad y después apareció el logo naranja de CabezaCaliente que salía como ardiendo. La pantalla se puso negra y retumbó una voz eslava: "Bienvenido a CabezaCaliente-punto-com," antes de que la imagen se desvaneciera.

Louis reconoció la voz de Alek. Casi seguro que era el ruso calvo al que había salvado en el Stone Bone un par de semanas atrás. Las luces iluminaron un área elegantemente decorada.

Allí estaba sentado Harry, sonriendo desde una butaca amplia de cuero negro frente a una pared de color verde grisáceo. Sobre su cabeza estaba colgado un cuadro: un óleo salpicado de morados y rojos. "Pretende ser arte," diría la señora Styles. La habitación quería dar la sensación ser cara, pero resultaba impersonal, y estaba muy limpia; como un hotel para gente guay.

Al principio Harry estaba mirando al suelo frotando con sus manos el suave cuero de los brazos de la butaca, como impaciente. Llevaba su traje de servicio con la chaqueta abierta, y una camiseta blanca de manga larga bajo los tirantes.

—¿Estás preparado?— La voz en off de Alek habló desde detrás de la cámara mientras se acercaba a Harry.

Harry miró directamente a la cámara con esos ojos esmeralda.

CABEZA CALIENTE|Larry Stylinson|Adaptada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora