Capitulo Doce

855 49 26
                                    

Dos días más tarde, Louis estaba lavando el camión, haciendo horas extras para que el teniente pudiera ir al hospital a conocer a su nuevo bebé.

Era tarde y necesitaba dormir, pero después de dos horas tratando de mantener los ojos cerrados, había bajado las escaleras y se había puesto a ayudar a rellenar los tanques de oxígeno, y envió al chico en prácticas a que echara un sueñecito.

Había sido incapaz de cerrar los ojos en ningún sitio del parque por miedo a que alguien le encontrara y empezara a confesar algo espantoso. Había conseguido mantenerse alejado de Tommy desde la historia en el bar, y rezó por poder largarse antes de que llegara el pequeño asistente sanitario para su turno.

Harry entró en el parque dándole un empujón al pasar a su lado. Corrió hacia las escaleras dirigiéndose a la sala de las literas.

—Ey.— Louis dejó caer el trapo en el cubo y le saludó como por encima.

—¿Qué haces trabajando todavía?— Parecía que Harry se hubiera recorrido toda la manzana corriendo. Tenía el pelo despeinado por el viento y los ojos de carbón brillante. —No respondías al teléfono.

—Lo siento. Estábamos en una salida. Un escape de gas.— Louis se encogió de hombros y se secó las manos en la sudadera. —Le he tenido que hacer un par de horas extra a Siluski. La mujer por fin se ha puesto de parto.

Harry asintió con la cabeza y se apoyó en el camión.

—Es sobre el negocio de CabezaCaliente. He estado pensando en cómo puedo saldar las cuentas con el banco.

Louis miró a los lados a los estantes con los uniformes y a la puerta que conducía arriba, paranoico.

—¡Actividades más extensas!— Sus ojos verdes como esmeraldas brillaban de triunfo.

—¡Harry! Vamos...— Louis le arrastró alrededor del camión y miró a la calle oscura. Vacía. Lo último que necesitaban era que alguien anduviera deambulando por ahí y les escuchara. Todos los chicos estaban arriba acostados o viendo un canal de deportes. —No creo que el parque sea el lugar.

Harry sacudió la cabeza para descartar la idea.

—No te preocupes. Ven.

Louis permitió que Harry le condujera más allá de las taquillas y los estantes con los equipos hacia la parte delantera, a la calle; salieron de las luces y entraron en las sombras fuera de la entrada de vehículos. Él no fumaba, pero este era la zona de fumadores extraoficial del parque. Había colillas de cigarrillos al lado de la alcantarilla donde las tiraban los chicos. Por lo menos nadie les escuchaba.

—Vale. ¿Qué? —Preguntó Louis, levantando una ceja.

—Actividades más extensas. Las opciones extra ante la cámara. Me ha venido a la cabeza.—Harry tenía ojeras como de no haber dormido en unos cuantos días.

—Jesús, Harry.— Louis se frotó fuertemente un ojo. Podía sentir cómo se estaba empezando a formar un dolor de cabeza. —Tal vez podamos hablar después.

—No. Mira, las pajas mutuas se pagaban aparte.— Harry hizo como que se hacía una paja y se corría sin mostrarse avergonzado, lo que sólo consiguió que Louis pasara más vergüenza aún. —Y lo que hiciste al final incrementó nuestra tarifa...

—Ya sé, tío. Siento haber...

—...aún más. ¡Qué dices que lo sientes! Que soltaras todo eso sobre mí nos consiguió trescientos dólares más. ¿Lo sabías?— Harry puso los ojos en blanco para que Louis no se preocupara. —Amigo, si pudiera conseguir un plus cada vez que te corrieras encima de mí, acamparía bajo tu cama y te tendría haciéndolo tres veces al día.

CABEZA CALIENTE|Larry Stylinson|Adaptada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora