Entre vinos y cigarros.

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Estamos cenando y todo va sobre ruedas. El vino corre y las risas salen solas aunque con una mesa llena de cómicos tampoco es una novedad.
Una vez que la cena acabó y que todos llevaban dos vinos de más vino lo bueno, la barra libre ¡lo que gusta en este país la barra libre! Ahora comenzaba lo bueno.

Narra Andreu.

La barra libre ha empezado aunque siendo sinceros, no creo que bebamos mucho el vino nos está pasando factura, a todos, sin excepción.
Quiero hablar con Silvia, quiero decirle algo, quiero verla fuera del plató y quiero ir a cenar con ella, los dos, quiero una cita con ella y no sé cómo pedírselo.
Sé que para ella, puede que no sea un buen momento, lo de su padre sigue muy reciente y seguirá dolida a fin de cuentas, ha perdido a su padre, es más, puede que esté hartándose de beber simplemente para olvidar, olvidar todo. Aún así voy a hablar con ella, lo necesito.

Hace unos días, el lunes o quizás el martes le escribí una carta, una carta que ella puede que nunca lea, necesitaba expresar con palabras todo lo que me transmite, todo lo que quiero de ella que al final, se resume en que solo quiero hacerla feliz. La carta decía algo así:

"Querida esto, es para ti.
No sé si algún día leerás esto puede que sí y eso significará que los cuentos a veces, tienen un buen final. Un final bonito, de los de verdad.
Si estás leyendo esto puede que estés sentada en nuestro sofá o tomando el sol en nuestra piscina o en cualquier otro rincón de la casa que compartimos. Sin embargo, si nunca lo lees, nunca sabrás qué pasó, nunca sabrás que podríamos haber sido tu y yo, nunca sabré a que huele tu pelo por las mañanas, ni a que saben tus besos de buenas noches, nunca sabré si pudimos viajar a Holanda o pasar un fin de año juntos, los dos. Lo que sí sé sin que tú me lo digas es que sería feliz. Sería el hombre más feliz y afortunado de este maldito mundo.

Solo quiero que sepas que sin tenerte ya te quiero y, que sin que digas nadas ya te he perdonado.

Quiero besarte por las mañanas y gritar que contigo, lo tengo todo. Quiero gritar a los cuatro vientos que estamos juntos que, siendo dos formamos uno. Quiero acariciar tu piel y abrazarte por las noches, quiero hacerte el amor cómo nunca supe hacerlo, quiero contar cada lunar, cada peca, quiero hasta tus defectos más grandes. Quiero que me moleste tu pelo al dormir, quiero que las sábanas huelan a nosotros y, que cuando te vayas por las mañanas quiero que solo huelan a tí. Quiero esa sonrisa que me encandila y esas manos que, solo con tocarme son capaces de transportarme a otro planeta. Quiero luchar contigo cuando todo esté en nuestra contra, quiero hablar contigo de lo bonita que a veces, es la vida y, de lo puta que es en otras. Quiero que compartamos todos nuestros secretos hasta los más oscuros y obscenos. Quiero que nos peleemos pero también, que nos reconciliemos. Quiero pasar cada domingo en la cama o en el sofá o debajo de puente viendo un atardecer pero, quiero pasarlos contigo.

Quiero eso y mucho más ni te imaginas cuánto más. Lo quiero todo. Te quiero a tí".

Cuando Andreu dejó de pensar en lo que escribió decidió ir a fumar y qué mejor momento para llamarla y hablar con ella. Se acercó a la barra pidió dos vinos y fue en su busca. Iba dispuesto a hablar con ella y el cigarro y el vino, le ayudarían.

Narra Silvia.

Estoy hablando con Ana y Berto cuando veo que Andreu va a la barra a pedir dos copas de vino.
-No tendrá bastante con una- pensé.
No quiero que beba más de lo que pueda aguantar, no quiero verlo arrastrándose por el suelo debido al alcohol. Hasta yo tengo más motivos para beber pero mi cuerpo me pide que pare, no quiero acabar hecha una mierda mañana y esta noche la verdad, merece ser recordada al menos, por alguno de nosotros, de algo tendríamos que hablar la próxima vez en plató y no quiero que sea el concurso de vómitos.

Veo que Andreu se acerca así que intuyo que la copa será para Ana, que se la habrá pedido. Pero no, la copa no era para ella. Era para...

-Silvia, ¿vienes conmigo fuera a fumar? traigo vino- le dijo mientras estiraba su brazo para dárselo.
+Mmmmm... sí, un cigarro y un vino me vendrá bien. Mientras olía el vino Silvia volvió a decir:
+Adoro este vino, es mi preferido ¿Cómo lo sa...? Andreu no le dejó acabar la frase cuando le contestó:
-Porque lo sé, ¿vamos?
Silvia rió.
+Vamos.

Íbamos hacia la terraza de fumadores, callados, intuía que no estaba aquí solo para un vino y un cigarro, creía que me iba a decir algo importante cuando me dice:

-Me gusta como trabajas.
Silvia con los ojos  abiertos por la sorpresa, pensó de todo menos eso.
-Y me gustaría salir contigo. Continuó Andreu delante de una Silvia estupefacta.
+Andreu... dijo ella.
+No sé si es un buen momento... yo no estoy muy bien ahora y la verdad... no buscando na... Andreu la cortó.
-Lo sé, sé que no estás bien que puede que este no sea ni el lugar, ni el momento y, mucho menos las palabras. No te pido una vida juntos, ni te estoy pidiendo matrimonio, solo una cena. Dijo en tono suave casi, rozando la dulzura.

Silvia no sabía que hacer, estaba confusa. Era su jefe y después de lo de su padre lo último que necesitaba en esos momentos era que la gente fuera diciendo que se había tirado al jefe y especulaciones de ese tipo, no estaba lista para empezar una relación. Sin embargo, mirándolo ahí con su cigarro y su copa de vino que se bebió de un tirón después de pedirme una cita se paró a pensar que quizás no estuviera del todo mal. A fin de cuentas, era solo una cena.

+Vale. Dijo en voz baja, tan baja que ni Andreu la oyó.
+¿Andreu? dijo para luego, darle una calada al cigarro.
-¿Sí? dijo Andreu volviendo al mundo.
+Que sí. Que vamos a cenar. O bueno, lo que quieras, unas cañas, un almuerzo lo que sea, acepto. Dijo en tono dulce esbozando una sonrisa mientras tiraba la colilla que se había consumido con esa última calada.

Lo supe, era él.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora