Una luz en la Obscuridad.

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Pedro desabrochó el botón del pantalón de Jackson y prosiguió a bajar lentamente el cierre para hacer más duradera su agonía, hasta que dejó caer los pantalones junto con su ropa interior.

—¡Oh por Dios! sí que te cuidaron bien—. Dijo pedro masajeando el trasero de Jackson.

Jackson sintió como si le hubieran dado un golpe en el estómago, seguido de unas incontenibles náuseas. Lo voy a asesinar pensó Jackson, de aquí no sale vivo nadie, así tenga que morir yo también.

Pedro metió la mano por debajo de la playera de Jackson palpándole la espalda y pudo sentir como aun allí estaban las huellas latentes de los maltratos que ambos habían soportado cuando niños. El silencio se apoderó del lugar, Jackson cerro los ojos apretando los dientes, si tenía alguna parte sensible en su cuerpo era ese lugar, puesto que le recordaba toda la miseria que cubría su pasado.

De pronto el sonido del motor de una motocicleta llenó el silencio. El conductor le lanzó la motocicleta encima a Pedro, sin embargo, éste se lanzó en sentido contrario esquivándolo.

Jackson subió rápido sus pantalones. Se dirigió a una esquina cerrando nuevamente los ojos y agachándose, pegó sus rodillas lo más que pudo a su pecho. Jackson comenzó a temblar con las lágrimas corriendo por sus mejillas. Sí, es cierto que se sentía ultrajado, pero el hecho de que alguien más tocara sus cicatrices y que además fuera una de las personas que las había hecho, sumió a Jackson en un profundo miedo, provocando que todos los golpes y estruendos que escuchaba a su alrededor se convirtieran, en su cabeza, en todas la imágenes de violencia que presenció cuando niño.

El silencio se apoderó de nuevo del lugar, sin embargo, Jackson quería quedarse donde estaba y desaparecer. Quería que la tierra se lo tragara para que todo el dolor y sufrimiento que había intentado superar por años, se extinguiera de una vez por todas. De pronto, sintió una cálida mano tocando su brazo y no puedo evitar encogerse aun más.

—Jackson, abre los ojos, por favor—. Esa voz profunda y masculina, Jackson la reconocería en cualquier lugar. Esa voz que había odiado por mucho tiempo, pero que solo hace unos días se había dado cuenta que la adoraba. Maximiliano, se dijo así mismo, ahora menos que nunca quería abrir los ojos no quería que lo viera así, como un niño asustado. Sentía que estaba sucio. Se sentía como basura, como una maldita servilleta desechable.

—No me toques, vete, sólo vete—. Dijo Jackson casi en un susurro.

—No, no me iré si no vienes conmigo, sólo mírame por favor, un minuto solamente, no te pido más, pero por favor mírame—. Maximiliano apretó levemente el brazo de Jackson para tranquilizarlo.

Jackson abrió lentamente los ojos, el rostro de Max aún estaba borroso por las lágrimas, cuando por fin logro enfocar miro a su alrededor. Todos los chicos que minutos antes estaban maltratándolo se encontraban en el piso como viles muñecos de trapo, algunos intentaban levantarse sin conseguirlo. Al otro lado de la estancia que ahora más bien parecía un bodegón, se encontraba Pedro, inconsciente, con el rostro lleno de sangre. Jackson miro de nuevo a Maximiliano.

—Max yo—... las palabras se le atoraron en la garganta —Yo—... Jackson sintió que las lágrimas estaban a punto de salir de nuevo.

Maximiliano tomó el rostro de Jackson entre sus manos, mirándolo a los ojos y lo besó, cálida y amablemente, como si con ello pudiera llevarse todo el sufrimiento que los ojos del chico le transmitían. Max sintió como Jackson dejaba ir toda la tensión de su cuerpo. Lentamente se apartó del muchacho y sin decir palabra alguna, lo tomó entre sus brazos, subió al chico a la motocicleta y salió del lugar con la cabeza del muchacho recargada en su espalda.

I'm sorry, I love YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora