Verdades.

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Carlota llevaba más de veinte minutos en el restaurante. Era un bonito lugar en el lado norte de la ciudad, la comida italiana allí era deliciosa y el servicio fenomenal, había mesas de madera con pequeños manteles blancos para cada comensal, en el centro se encontraba un florero, aunque en lugar de flores tenía un ramo que consistía en albahaca, menta y lavanda. Las sillas también eran de madera con asiento acojinado de color blanco, de las paredes colgaban cuadros y fotografías de la hermosa ciudad de Venecia.

—Nicolás, ¿quieres dejar de jugar con tu Tablet un segundo y mirarme?— El niño de 9 años frunció el ceño y miró a su madre.

—¿A qué hora llegarán mi Hermano y mi Papá? Me estoy muriendo de hambre—. Carlota estiró el brazo y revolvió el cabello de Nicolás. —Espero que pronto, el olor de la pasta me está matando.
—¡Jackson!— El niño se levantó de un salto y corrió hacia su hermano.

Carlota miro por encima de su hombro a los dos apuestos hombres que terminaban de conformar su familia.

—¿Qué les tomo tanto tiempo?
Andrés le dio un beso a su esposa tomando asiento junto a Ella —Lo siento cariño, pero tu hijo se tardó en llegar a la oficina.

Jackson abrió la boca para protestar, pero su padre le dio un puntapié por debajo de la mesa
—perdón Mamá, el autobús tardó en pasar.

Carlota levantó la mano para llamar al mesero. —Bueno, ya están aquí y creo que todos tenemos hambre, así que a lo que vinimos. Por cierto ¿Cómo está Maximiliano? Hace mucho que no va a nuestra casa.

—Está algo ocupado, pero supongo que pronto lo tendremos cenando con nosotros—. Andrés tomó la servilleta poniéndosela en el regazo.

Como si en verdad lo quisiera allí. Susurró Jackson para sí mismo. Aunque al parecer su padre lo había escuchado, porque lo fulminó con la mirada.

—Espero que esté comiendo bien —dijo Carlota— recuerdo que cuando estábamos en la universidad siempre olvidaba tomar sus alimentos.

—Creo, querida, que ya no pasa eso después de todo lo que le dijiste aquella vez, jajaja.
—¡Basta!, sabes que lo hice por su bien y dado que es tu mejor amigo, aprendí a quererlo también—. Carlota miró a su marido reprendiéndolo.

Jackson odiaba cuando la conversación se iba en esa dirección, claro que, era mucho mejor eso a tener el objeto de su charla frente a frente.

—¿Podemos hablar de alguna otra cosa que no sea el amigo de papá?—   Jackson soltó un bufido y cruzo los brazos.

Sus padres lo miraron al mismo tiempo, Jackson estaba seguro que comenzarían a sermonearlo. Max es siempre bueno contigo porque eres así. Conocemos a Max desde hace mucho tiempo y es habitual que hablemos de él y más bla bla bla. Por fortuna, su hermano interrumpió como todo buen niño, bendito sea pensó Jackson.

—Hoy llegué a un nivel nuevo del videojuego que me enseñaste el otro día, pronto voy a ser mucho mejor que tú, hermano, ya verás, seré el mega-súper-campeón mundial—. Nicolás levantó la mano hecha puño para hacerle saber a Jackson que era un reto y por poco tira el florero. Jackson estiró la mano en un segundo y lo detuvo.

—Ya lo veremos Nicolás, sabes que no soy adversario fácil.

—Ustedes chicos deberían dejar el mundo virtual por un segundo y convivir con gente del mundo real—. La madre de Jackson, según las propias palabras de éste, era la mujer más hermosa del mundo, con ese cabello castaño obscuro casi negro que le caía en hermosas ondas hasta la cintura y esos ojos castaño claro que irradiaban amor a cada miembro de su familia; su figura no había cambiado mucho con los años, seguía delgada solo que ahora sus caderas estaban un poco más anchas que antes de tener hijos. Jackson se le quedó mirando largo rato agradecido de que esa mujer fuese su madre.

—¿Qué tanto me miras cariño? Si lo haces demasiado me voy a desgastar—. Carlota le regaló una hermosa sonrisa a su hijo mayor.

Andrés le dio un coscorrón a Jackson —¡Oye! Yo la vi primero, pequeño bribón— y levantó ambas cejas mirando a Jackson.

—Eso lo tengo más que claro, esta hermosa dama no tiene ojos para nadie más que usted caballero, pero eso es sólo porque a mí me conoció después.

—Eso no es verdad —dijo Nicolás haciendo un puchero— mamá me ama más a mí que a ustedes dos, ella me lo ha dicho cientos de veces.

—Jackson y su padre la miraron al mismo tiempo ladeando la cabeza como dos cachorros.

—Por favor no me digan que están celosos de un niño—.  Carlota le dio un beso en la mejilla a Nicolás.

—Espero que no vayan a batirse a duelo por esta hermosa dama, porque ciertamente solo puedo ser padrino de uno de ustedes caballeros.   —Al escuchar esa voz, Jackson se tensó completamente, sus padres miraron en dirección al hombre sonriendo de oreja a oreja y su hermano menor salto de su silla (como hacia regularmente) —Tío ¡Max!  —El niño saltó una vez más para que Max pudiera abrazarlo.

Carlota miró a su esposo con los labios torcidos —creí que habías dicho que estaba ocupado, cariño— pronunció lo último apretando los dientes.

—Vamos Carlota, no vas a regañarlo por eso ¿Cierto?
En ese momento alguien se aclaró la garganta justo detrás de Maximiliano, éste dio un paso hacia un lado para dejar ver a una mujer sumamente hermosa, su figura estaba bien proporcionada, su cabello era de un castaño claro que caía como cascada hasta su trasero, llevaba un vestido corto color tinto con mangas tres cuartos, ceñido hasta la diminuta cintura y amplio de la faldilla.

—Lo siento, ella es Emma —Maximiliano se rascó la barbilla un segundo—, una amiga.

—Emma lo miró algo molesta, pero en seguida se recompuso y si aún lo estaba, no lo dejo notar en su tono de voz —Es un gusto conocerlos—. Estiró la mano para saludar a Carlota, en seguida saludó a Andrés y por último giró un poco para darle la mano a Jackson —Maximiliano me ha hablado mucho de ustedes.

—Pues no veo como pueda hablar de otra cosa, se la vive a nuestro alrededor todo el tiempo.
—Jackson no seas grosero— dijo Carlota reprendiéndolo.

Maximiliano puso a Nicolás en el piso para que fuera a su silla —No te preocupes ya estoy más que acostumbrado a su mal genio—. Expresó Maximiliano revolviendo el cabello del chico, si había algo que molestara a Jackson sobre manera, era que lo trataran como un niño y más si venia de parte del amigo de su padre.

—¿Por qué no nos acompañan a cenar?
Jackson puso los ojos en blanco, sí, sólo eso le faltaba, que el tipo y su exuberante "amiga" se sentaran con ellos —Madre, creo que ellos quieren tener privacidad.

—Maximiliano levantó una ceja en señal de reto, claro que, Jackson al estar de espaldas no lo vio.
—¿Qué dices Emma, los acompañamos?
—Me encantaría—. Enseguida la chica llamó a un mesero para que los acomodara en una mesa más grande. Jackson trató de estar lo más alejado de Maximiliano que pudo, pero parecía que ese día la suerte no estaba de su lado porque terminó sentado justo a su lado, así que intentó una última vez cambiar de sitio.

—Madre ¿podría cambiar el lugar con Nicolás?—, la miró suplicante, pero ni eso le valió, pues terminó recibiendo un tajante ¡no!

—Por cierto, Jackson ¿dónde piensas Realizar tus prácticas? — mencionó Maximiliano mirando a Jackson con una sonrisa de lo más maliciosa.

¿A qué demonios venia eso? pensó Jackson, hace unos días su padre le había comentado que Maximiliano estaba haciendo un proyecto para un centro de investigación y robótica; necesitaba a alguien en ese ramo para que le ayudara con algunas cosas para realizar un diseño arquitectónico que se adaptara a las necesidades de los investigadores, sin embargo cuando su padre menciono a su amigo, Jackson había dicho que no, pero, al parecer "Max" no había entendido que lo que menos quería era estar cerca de él, por lo tanto tendría que dejar de dar indirectas para lanzar una bola recta.

—La verdad no he pensado mucho en eso —hizo una sonrisa fingida— lo único que tengo claro es que no muy cerca de ti "querido tío".  —Jackson le dio un sorbo a su vaso de limonada mientras todos lo miraban atónitos, menos Maximiliano que soltó una carcajada bastante sonora con esa voz ronca y varonil que tenía.

—Eso es por lo que te quiero en mi equipo, eres de los pocos que se atreven a decirme las verdades en mi cara, por lo tanto, me dirás si estoy haciendo algo mal con el diseño.

—Jackson se atragantó con su bebida salpicándose la playera, a su vez Max le dio unas palmadas en la espalda —¿Estás bien?
Jackson asintió con la cabeza, levantándose de la silla —Voy al baño— no debí haberme confiado, pensó Jackson, sabía perfectamente que me contestaría de esa manera, si no fuera el mejor amigo de mi padre ni siquiera le hablaría, no creo que sea estúpido para no darse cuenta que no lo soporto —Maldito idiota— dijo Jackson para sí mismo, estaba a punto de entrar al baño cuando escucho pasos tras de sí en el pasillo.

—Espero que no sea yo el idiota del que hablas.

—Jackson cerro los ojos respirando profundo y dio vuelta para mirar a Maximiliano, el cual por cierto ya estaba justo detrás de él —¿y qué si eres tú? ¿el que te diga que no, cambia algo las cosas?
—Maximiliano lo miró intensamente unos segundos y Jackson sintió cómo un calorcito iba subiendo desde sus pies hasta su cabeza, ahora no, pensó, por favor no te sonrojes justo frente a él.

—Maximiliano puso sus manos en la pared acorralándolo —¿Por qué me odias tanto? No recuerdo haberte hecho nada jamás.

—Jackson entrecerró los ojos —Creo que lo tienes más que claro, pero solo te haces el tonto. Puedes engañar a todo el mundo, pero no a mí, puesto que a pesar de mi corta edad he visto demasiadas cosas.
—Pues ciertamente no sé a qué te refieres —Max lo miro ceñudo—. Desde que te conozco me tratas de la peor manera y ni siquiera me dejaste acercarme a ti.

—Jackson ya no podía soportarlo y empuñando las manos explotó sin más. —Tú y yo sabemos que te gusta mi padre y no de una manera amistosa— Jackson estaba tan enojado que comenzó a picarle el pecho con el dedo para que se diera cuenta de su furia. —Siempre has querido a mi padre como un hombre, como... como un maldito homosexual y el presentarnos a una mujer diferente cada mes es solo una fachada—. Jackson se quedó callado en espera de una respuesta y allí estaba de nuevo esa maldita sonrisa maliciosa por la que todas las estúpidas mujeres se derretían y un segundo después obtuvo su respuesta. ¿Qué demonios? ¿el maldito lo estaba besando?

I'm sorry, I love YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora