Reencuentros.

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Había pasado casi un mes desde el accidente de Jackson. Durante ese tiempo, mil emociones habían invadido al muchacho, empezando por el hecho de que por fin le había confesado su amor a Maximiliano, éste a su vez se abrió para él confesándole todos los problemas que pasó por culpa de su padre y el hecho de que, tal vez, jamás volvería a ver a su madre. Eso le recordó a Jackson lo que Andrés y Carlota le confesaron sobre lo que había sucedido con sus verdaderos padres.

Al principio, Jackson se había sentido culpable por haberlos juzgado así. La muerte los había separado y ciertamente sólo ella los volvería a juntar. El chico se había ido varios días a la cama llorando, pensando en lo que pudo ser, sin embargo, poco a poco todo eso se fue transformando en alegría, pues aun cuando ellos no estuvieran con él, tenía los mejores padres del mundo y por si fuera poco compartía un lazo de sangre con su familia.

Ahora en verdad tenía un lugar al cual pertenecía y lo que hasta ahora había anhelado se había hecho realidad. Jackson le había pedido a Maximiliano que lo acompañase a visitar la tumba de sus padres, éste había aceptado con gusto pues él también quería mostrar sus respetos.

La tumba era bastante sencilla, puesto que Carlota le dijo que su madre siempre había mencionado que ella no quería una tumba lujosa, ya que eso no le serviría de nada en el otro mundo. Lo que hacía que la tumba resaltase era el epitafio: "Aquí yacen los amantes eternos, aquéllos que ni la misma muerte pudo separar"

—Madre, padre. Siento no haber podido venir antes, pero no sabía lo que sucedió, hasta hace poco —las lágrimas comenzaron a salir, Maximiliano puso una mano en el hombro de Jackson. —El chico miró al hombre detrás suyo, con lágrimas en los ojos y le sonrió, después posó la mirada en la tumba de nuevo —han pasado muchas cosas desde que ustedes partieron, sin embargo, ahora que hago un recuento, fueron más cosas buenas que malas y una de ellas es gracias a la persona que está aquí conmigo, él se llama Maximiliano y es la persona que amo.

—Maximiliano tomó de la mano a Jackson y se posó delante de la tumba —yo —Max titubeó un momento, no era muy bueno para decir cosas y menos cuando se trataba de hacerlo espiritualmente. —Les agradezco enormemente que lo hayan traído al mundo y quiero que sepan que jamás voy a lastimar a su hijo; si alguien se atreve a intentarlo, tengan por seguro que no lo permitiré. Lo amo, con todo mi ser. Lo amo como jamás creí llegar a amar a nadie

—Jackson se agachó para dejar sobre la tumba el ramo de rosas blancas que traía en una de sus manos, cuando se irguió, Maximiliano tomó su cara con ambas manos y lo besó, para cerrar silenciosamente el pacto que acaba de hacer con los padres del muchacho.

Jackson por fin había dejado ir todo lo que le hacía mal, cerrando ese ciclo de obscuridad. Jackson deseaba que, así como él lo había logrado, Max también lo cerrara y sabía perfectamente que la única forma de que eso pasara sería que se reuniera de nuevo con su madre, Jackson suspiró y bajó la ventanilla del coche para que la brisa tocara su cara —¿Sabes?, he estado pensando, ¿por qué no vamos a visitar a tu familia? —El chico miró a Max esperando una respuesta.

Maximiliano no quitó la vista del camino, solamente inhaló y exhaló profundamente, no dijo nada por aproximadamente diez segundos que a Jackson le parecieron una eternidad, después simplemente habló —sabes que no podemos ir a mi casa.

—Pero no lo has intentado siquiera en mucho tiempo, tal vez las cosas sean diferentes, tal vez al no tenerte cerca tu madre haya querido contactarte, pero tu padre no la dejó, tal vez.

—Max lo interrumpió antes que siguiera haciéndose ilusiones vanas —si mi madre hubiese querido saber de mí, le hubiese preguntado a Elena hace mucho tiempo, sin embargo, a la única persona que le importo en esa casa, es a mi hermana.

I'm sorry, I love YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora