Maximiliano levantó a Jackson por la cintura para quitarle los pantalones —no te preocupes voy a tratar de ser lo más amable posible contigo—. Max estaba un poco nervioso, no es que no hubiera hecho esto antes, sin embargo, jamás con alguien tan joven además de que lo más probable es que el chico fuera virgen.
Jackson por su parte estaba aún sumido en sus pensamientos. El chico quería tener una pequeña esperanza de que Maximiliano pudiera llegar a quererlo. Sin embargo, sabía que Max jamás tendría ese tipo de sentimientos por él. Las lágrimas comenzaron a formarse e instintivamente se llevó una mano al rostro para taparlo, pero el sentimiento de tristeza lo invadió a tal grado que no pudo detenerse y su cuerpo comenzó a temblar mientras pequeños sollozos se le escapaban. Estaba pasando lo que prometió que no ocurriría otra vez, jamás volvería a dejarse llevar por ese tipo de sentimientos.
Maximiliano se percató de que el chico estaba llorando —Jackson ¿estás bien?
Lo que Jackson menos quería es que Max se diera cuenta de sus sentimientos, pero allí estaba, gimoteando como una niña —creo que es mejor que me vaya— Jackson empujó a Maximiliano levantándose rápidamente de la cama y poniéndose sus pantalones que habían terminado en el piso.
Escuchó que Maximiliano pronunciaba su nombre, pero no se detuvo a mirarlo tomó sus cosas y se fue directo a casa.
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El orfanato Buenaventura era un lugar para aquellos niños que habían sido abandonados por sus padres, allí había niños de todas clases: altos y fornidos, debiluchos y flacos, blancos y morenos. La mayoría habían llegado allí por la Secretaria de Servicios para la Protección del Menor.Pero había uno en particular que llegó allí porque lo dejaron justo afuera de la puerta del edificio cuando era un recién nacido y fue nada más y nada menos que el 31 de octubre, sí, el maldito día de brujas.
Los años transcurrieron y ese niño creo un lazo fraternal con otro chico que había sido abandonado sólo días después que él, eran inseparables, uno le cubría la espalda al otro, sin embargo, uno de ellos tenía un tipo de sentimiento hacia el otro que no sabía explicar. Hasta ese fatídico día cuando cumplieron ocho años.
—Vamos, Pedro, si sigues riendo como idiota, nos van a descubrir—. El chico le hizo una seña a su compinche para que se tapara la boca.
Pedro dejó de reír para comenzar a susurrar —No seas tan mandón Jackson, aquí no nos van a descubrir.
Jackson miró a Pedro con furia —no sé tú, pero yo no quiero ir con ese hombre por las calles engañando y robando a las personas.
—No me mires así, yo tampoco quiero hacerlo, pero si nos descubre nos irá mucho peor, además no podremos salvarnos cuando pida la "cuota diaria"
—Jackson comenzó a imaginar la cara del director del orfanato, era un hombre alto y bonachón que hacía creer a toda la comunidad que era la mejor persona para tratar a los niños sin hogar. Entonces Jackson escuchó unos pasos tras de sí. Tanto él, como Pedro, giraron sus cabezas al mismo tiempo mientras una enorme sombra los cubría.
—Con que aquí es donde estaban, pequeñas sabandijas, ahora verán.
—El hombre los tomó del brazo llevándolos hasta el sótano, un lugar frio y obscuro por donde se filtraba la humedad. El hedor que allí había era insoportable pues a veces los chicos se asustaban tanto que se orinaban y nadie limpiaba aquel asqueroso lugar. Los amarró en un enorme poste que se encontraba justo en el centro.
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I'm sorry, I love You
Roman d'amourTERMINADA sinopsis: El corazón puede romperse muchas veces en la vida. Pero cuando además de eso, sabemos que no hay marcha atrás; la impotencia nos hace sumergirnos en una obscuridad tan inmensa, que nos hace creer que ya no podremos salir de ell...