-¡Avalon!- Salte a abrazarla cuando la vi atravesar mi ventana.
Apenas salí de clases le envíe un mensaje diciendo que quería verla, ella respondio que estaría aquí en unos minutos, y así fue.
-Hola bebé.- Dijo al separarse.
Tenía una sonrisa triste en su rostro y me miraba de igual manera, no quise tomarle mucha importancia porque sin duda se pondría feliz cuando le diga lo que había decidido.
Tome su mano y la guíe hasta que nos sentamos en mi cama. La sonrisa no se borraba de mi rostro, estaba ansiosa por decirle.
-Bien...- Comencé a decir pero entonces ella me interrumpió.
-Emily espera.- Suspiro con la mirada fija en cualquier lugar evitando mirarme.
Ahí fue cuando de verdad la mire. Su expresión no sólo era triste, sino que tenía los ojos hinchados también, como si hubiera estado llorando por un tiempo.
Tome con cuidado su rostro para levantarlo y hacer que me mirara.
-¿Que sucede?- La mire preocupada acariciando su mejilla.
-Necesitamos hablar...- Me miro sería sacando suavemente mi mano de su rostro.
-Lo se, ¿Por que crees que te pedí que vinieras?- No sabía a donde quería llegar.
No respondió. Se formó un pequeño silencio. Su vista estaba fija en el edredón sobre la cama, parecía más entretenido mirarlo que hablar de lo que sea que tenga que hablarme.
Yo no podía hacer otra cosa que mirarla. Dios mío, ¿Cómo no decidí esto antes? ¿En qué rayos estaba pensando?
-Se que Thomas va a pedirte que seas su novia.- Dijo al fin. La mirada de tristeza volvió y ahora estaba dirigida a mi.
Sentí mi corazón encogerse en mi pecho al oírla. Pensar que esa era la razón den porque se encontraba en ese estado me hizo sentir muy mal.
No quise imaginar las veces que pudo llegar a estar asi por mi culpa, porque le cancelaba por una cita por Thomas o cuando sólo podíamos vernos en la noche.
Trate de sacar esos pensamientos de mi mente y enfocarme en lo que realmente iba a decirle. No había forma de que siguiera triste después de que le diga que quería estar con ella y no me importaba en lo más mínimo Thomas ni cualquier otra persona.
-Avalon, no tienes de que preocuparte. Eso es justo lo que...
-Quiero que le digas que si.
