Capitulo 1

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Hera andaba de un lado a otro de la sala, resoplando y murmurando palabras que de haber sido dichas por Perséfone le habría obligado a copiar cien veces que su vocabulario es vulgar y poco propio de una señorita.

Pero como ella era la reina podía hacer lo que quisiera, se dice a si misma Perséfone cansada de las pataletas de la reina de las diosas. 

Todos miraban a Hera de la misma manera, con cansancio e incomodidad. Había vuelto a reunir a los demas dioses para debatir sobre las aventuras de su marido con mortales, monstruos, otras diosas o cualquier criatura con la que le haya sido infiel a Hera esta vez.

Ella iba con sus ridículos tacones dando pisadas fuertes, pasando delante de los dioses, cada uno sentado en su trono. Sus joyas y su corona tintinean a su paso como si estuvieran en un terremoto. Aunque Hera en su interior se sentía así, como un terremoto, ¿O era su marido el terremoto, Zeus poniéndole los cuernos una vez mas dejándola en ridículo delante de todo el mundo, arrasando con su mundo? Ella ya no sabia que pensar al respecto.

Pero todos los demás si. Apolo pensaba en una canción, Ares en irresistible que se veía su amante, Afrodita con ese vestido suelto hasta los tobillos. Al cabo de media hora todos pensaban en sus cosas, menos Hades, que pensaba en lo que le había predicho aquella Moira días antes y en un futuro terrible que no el suyo.

Zeus hizo acto de presencia en medio de una canción que tarareaba Perséfone.

Hera gritaba desquiciada, Zeus la grita por contar sus intimidades, y lo que siempre ocurre en estos casos. Las mismas frases entre llantos de Hera, las mismas explicaciones baratas de Zeus y las mismas frases de consolación de Demeter.

Entre los tronos en forma de U mirando hacia las vistas del Olimpo se formo una guerra de gritos de Hera, sus joyas y Zeus .

Persefone aburrida de estar siempre en ese tipo de reuniones, se distraia con una de las cientas exóticas flores que crecían en su trono.

Estaba diseñado especialmente para ella, echo de suave musgo y madera. Lo rodeaban colibríes (que tambien forman parte de la decoración de su trono) que vuelaba ignorando la pelea divina que ocurre cerca de ellos. La joven diosa siempre había  deseado ser como ellos.

Normalmente quería ser ellos para poder salir volando lejos del Olimpo, pero aquella vez era porque quería poder no enterarse de lo que estaba pasando en aquella sala. Una reunión más sobre este tema y le pondría ella misma un cinturón de castidad a Zeus.

Vuelve a dirigir la atencion a lo que ocurre en la sala cuando Hera se siento en su trono de cristal sollozando y maldiciendo el día en el que decidió casarse con Zeus.

Persefone conocía muy bien todo aquel drama, su madre la obligaba a tomar el té cada tarde con Hera y algunas de sus amigas. Cada tarde escuchaba rumores y conversación insustanciales de una diosas con cientos de miles de años.

Uno de sus colibríes se puso en medio de su rostro, acapararon su atención.

O al menos eso pensaba ella que sería, ya que aparte de esos pájaros los otros únicos seres vivos de la sala de los tronos eran los peces que nadan al rededor del trono de Poseidón.

Pero cuando se fijó más, vio que no parecía exactamente un ser vivo.

Era un esqueleto del pájaro. Solo huesos amarillentos enlazados por una sustancia gelatinosa que a Persefone le recordó a un cacho de carne que se dejo en la cocina de Apolo antes de que se fuera de vacaciones y que luego tubo que limpiar ella tres meses depues con los ojos llorosos por el olor.

El colibrí revoloteo delate de su rostro intentando llamar su atención de nuevo y cuando lo consiguió salio volando hacia un portón que daba a un jardín. Al ver que Persefone no le seguía volvió a su rostro y luego de nuevo al portón.

Persefone y HadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora