En apenas un mes, había aprendido mas que en toda su vida. Se había leído los siete libros que le había dado Hecate, cuatro de ellos eran diccionarios de griego antiguo, moderno y latin. En realidad más que nada habia aprendido a leer griego y romano, ya que todos los libros de historia que había estaban en esos idiomas. Habia empezado algunos libros casi tan pesados como ella. En ellos había cosas realmente asquerosas, venganzas, mentiras, sacrificios y lo peor era que no hablaban de cada dios, si no sobretodos ellos a la vez. Los libros contenían información muy general, estaba segura de que si profundizarán más en cada uno descubriría cosas horribles. Lo que mas la impresiono fue que todos los dioses eran parientes y que aun así tenían relaciones... entendió que aunque tenían el aspecto de los humanos, aunque podían enfermarse como ellos y todo eso, eran algo diferentes en cuanto las relaciones, pero aun así se le hacia extraño. ¿Porque no se lo habían contado? Si era algo común entre ellos no tenia nada de malo. Recordó el día en el que se quedó a dormir con Apolo, su madre se puso muy nerviosa. Supuso que no le contó nada para que se le hiciera impensable enrollarse con algún dios importante. ¿Hablar claramente con ella y decir la verdad y confíar en su buen juicio? ¿Para que? Mejor mentirle y ocultarle toda su historia.
Si, había aprendido mucho, que era lo que quería. Pero pensaba que iba a ser Hades quien la enseñara, pero no. Hecate le dio libros y ella se paso días leyendo sola. Era un aburrimiento, hacia una semana que no veía a nadie, era como si las salas que frecuentaba ella las hubieran prohibido a todo el mundo. Al principio Ate, Nemesis, Kere y las demás estaban siempre por aquí, por que le había contado la única que seguía a su lado, Hecate, venían para verla a ella, era el encanto de la novedad. En cuanto el efecto se pasó dejaron de venir a visitarla. Era triste pero intento que no le afectara.
Estaba hurgando en la cocina en buscando comida basura, que no le sentaba bien, pero estaba bueno y era fácil de preparar. No quería volver a incendiar la cocina. Le había prometido a su amiga que no volvería a cocinar sin supervisión, pero no era su culpa, la sartén se puso a arder ella sola. El olor se le había quedado pegado una semana al pelo.
Estaba preparando una sopa instantánea cuando unos esqueleto entraron haciendo una reverencia y ruidos asquerosos. Se pusieron en dos filas y dieron golpes descordinados al suelo con sus lanzas .
Iban vestidos de la misma manera que iban los esqueletos del restaurante cuando vino Apolo.Eso significaba que había visita, ¿Porque no estaba Hades con ellos?
La pared se abrió y apareció una mujer espectacular.
La habitación a su lado parecía un cuchitril sucio y viejo, que lo era pero su presencia intensificaba la sensación. Tenía un aire de superioridad y elegancia que solo la gente hermosa y con mucho orgullo tiene.
Llevaba un vestido muy revelador y ligero de color verde claro, igual que el de sus ojos. Persefone la miraba fijamente mientras daba vueltas a la sopa que cocinaba.
Se paro en medio de la cocina y se sentó en a mesa, frente a Persefone, sonrió cruzando las piernas con una elegancia digna de Afrodita. Su sonrisa le recordó a una serpiente de cascabel. Llamativa, agresiva y preparada para atacar en cualquier momento.
Persefone se dio cuenta de que olía de maravilla. Se sintió atraída por el olor, sin duda olía a menta. Jamás había visto alguien que oliese de una manera tan natural e intensa. Supuso que era una Náyade.
Era preciosa, cada movimiento que hacia te obligaba a mirarla embobado. Encima olía bien. Ella en cambio estaba cada día más pálida y con mas ojeras y seguía oliendo a huevo frito y salchichas de tofu quemadas.
-Entonces los rumores eran ciertos...-Dijo jugando con sus mechones marrón oscuro.
-¿Rumores?-Aparto la vista y se concentró en su sopa. Estar a su lado la hacía sentirse niña de nuevo. Sabía ella buscaba eso y no pensaba darle la satisfacción de ver como se sentía.
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Persefone y Hades
RomanceEsta es la famosa historia de Persefone y Hades. No la historia que todos conocen, no lo que contaron en el Olimpo, está es la verdadera historia. Persefone había confiado ciegamente en lo que le habían enseñado y contado en el Olimpo. Desde pequeña...