Capitulo 21

5.7K 398 61
                                    

Dos semanas después de recibir la carta falsificada, no había pasado nada nuevo. En ella ponía que se avisaría el mismo día de la fiesta, por lo que Persefone tenía los sentidos a flor de piel, esperando cualquier señal.

Al principio había pensado en hablar con Afrodita, pero no lo hizo. Notaba que Afrodita hacia muchos esfuerzos por cuidar de ella y para mantenerla distraida.

Lo último que quería era que también se encargará de sus problemas. No era más que una carga.

Había decidido que era hora de madurar y de resolver sus asuntos ella sola. Aunque eso implicará arriesgarse a meterse en un gran problema.

Pero por mucho que pensara eso, luego seguía necesitando ayuda para muchísimas cosas. Como en aquel mismo momento, que se había perdido en un punto intermedio de los jardines de Afrodita y los bosques de caza de Artemisa.

Había salido al jardín con la idea de experimentar con híbridos de plantas. Su amiga Hecate le había pedido cuando aún vivía en el Inframundo que intentara crear una planta tan venenosa que podría matar a un monstruo tan grande como Cerbero.

Al principio pensó que quería matar al gigantesco guardián del Inframundo. Aunque al conocerlo le dio muchísimo miedo, le había cogido mucho cariño y se negaba a hacerle daño indirectamente. Después de que le jurara que aquello tan solo era una medida, que no le iba a hacer daño, se puso manos a la obra.

Era más difícil de lo que pensaba, una cosa era envenenar a un mortal, y otra a un monstruo mágico gigante.

En algún momento, mientras creaba hibridos de plantas con diferente los venenos, se alejó demasiado del palacio y no recordaba el camino de vuelta.

¿Y ahora que? ¿Cómo podía haberse perdido? El Olimpo sacaba lo peor de ella.

Se dejó caer de rodillas sobre la grava del camino en el que se había dado por vencida. Se le clavaban en la piel y estaban ardiendo por el sol del mediodía día que la abrasaba como un perrito caliente, pero Persefone pensaba que se lo merecía.

Llevaba un mes en el Olimpo y ya se había perdido como si se tratara de una niña pequeña.

Se lo que estaréis pensado. ¿Cómo se ha podido perder en su propia casa? ¿En el único sitio en el que había estado aparte del Inframundo y la isla de Hades? ¿En lo que había sido para ella su cárcel particular?

Muy sencillo. Porque la tenían atada con correa. No literalmente claro, pero ni su madre ni Hera nunca le habían permitido alejarse mucho de su zona de confort.

Comprobó furiosa que ni quiera Apolo se había atrevido desobedecer a su madre y alejarla de la zona en la que le permitían estar.

Apolo... ¿Que le pasaba a ese hombre?
Puede que en el Inframundo no hubiera pensado mucho en él, tenía una gran distracción en forma de hombre pálido y testarudo. Pero ahora llevaba un mes en el Olimpo y la había visitado como 6 veces en total.

Se sentia abandonada.

Y más desde que Hades había dejado de hablarla.

Bueno, si, ella le había dicho que dejara de hablarle y justo después le le dijo que no podía, que la quería. Y ella le había colgado.

Aún no se creía que había sido capaz de hacer algo tan horrible.

No podía imaginar cómo estaría Hades en esos momentos. Recordó con tristeza el día en el que Hades se puso a gritar como loco a Cerbero por haber mordido su ridícula capa. Cuando el pobre perro gigante salió corriendo asustado, él se acercó a Persefone, cabreado y maldiciendo. Cuando Persefone me confesó con una risa nerviosa que le había dado miedo, Hades... Decir que se deprimió seria poco. Incluso su aspecto cambio. Se le hundieron los hombros y los ojos, rodeados por unas nuevas ojeras casi negras. Su voz se apagó y de un susurro dijo.

Persefone y HadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora