—¡Arréglate el cabello, Claire! No entiendo cómo puedes salir tan desaliñada a la calle— gritó mamá mientras veía que iba camino a la puerta. —Estás demasiado delgada, tienes que comer mejor. Puedo ver tu clavícula desde aquí.
¿Alguna tiene una mamá irritante? Pues yo, Claire Webster, también tengo ese infortunio.
Pero lamentablemente sabía perfectamente a qué se refería con ese comentario.
Hace algunos años no lo hacía.
Vanessa, mi mejor amiga en el mundo después de Leo, Megan y todas mis compañeras de clase a los 12 años (nuestra edad) ya tenían sus cuerpos desarrollados.
No sé cómo ni cuándo, pero ya todas parecían tener cinturas de avispa y, ¡oh wow!, todas tenían pechos de la nada, como una explosión.
Sin embargo, yo era muy alta para mi edad y además seguía igual o más delgada de cuando era niña, lo que me daba un aspecto realmente raquítico y preocupante según Ann, mi madre.
Mamá siempre se ha preocupado por la apariencia. Para tener cuarenta y tantos años lucía realmente increíble. Siempre va al gym, viste con ropa jovial sin dejar de ser elegante, no va ni a la esquina sin maquillarse y es la envidia de todas sus amigas.
Yo he pensado siempre, en secreto, que seguramente resulté una decepción para ella, que es tan hermosa. En cambio yo, su única hija, soy tan "meh", por no decir algo peor.
A mi edad ella era muy coqueta, y según lo que cuenta cuando está ebria le rogaba a su madre, es decir, mi abuela, que la llevara a comprar sostenes de encaje solo para ver su reflejo en el espejo.
Ok, ew.
Mamá es buena conmigo, no me malentiendan, solo que a veces, sin que si quiera ella misma se dé cuenta, me hace sentir el ser más miserable y horrible del universo con sus comentarios.
En ocasiones, sí le hago caso y me visto como ella quiere, sin embargo, en otras, no le presto atención por el hecho de que con los trapos que ella me busca no me siento cómoda ni me siento yo misma.
Últimamente sus comentarios se referían a lo delgada que estoy y que ha llegado hasta a preocuparla. "Estás muy flaca, aún pareces una nenita", "luces como un poste de luz, alta y delgada, hija, hay que hacer algo al respecto", "estás muy flácida, Claire, haz algo de ejercicio", "deberías empezar a maquillarte para que tu cara no se vea tan pálida", era lo que me decía recurrentemente. En esos momentos, y solo en esos momentos, sentía que la odiaba un poco.
Luego de escuchar los gritos de mamá, abrí la puerta rápidamente, antes de que viera que me puse una camiseta de Bob Esponja. No entendía por qué le molestaba que usara camisetas de dibujos animados pero corrí el riesgo.
Al salir, vi a Leo apoyado de un árbol con la pelota de béisbol y el bate que pertenecía a su padre, quien falleció cuando teníamos apenas nueve años.
Conozco a Leo de toda mi vida. Ninguno de los dos logra recordar con exactitud cuándo fue la primera vez que nos vimos. Su madre y la mía fueron y son grandes amigas desde la preparatoria, vamos a la misma escuela y siempre hemos estado juntos, como si de una sola familia se tratara.
Lo considero mi mejor amigo y mi confidente. Habíamos pasado muchos momentos tanto divertidos como malos uno al lado del otro, sin jamás dejar de contar el día en que su padre murió; Leo estaba realmente triste y no quería hablar con nadie.
Fui a su casa y al encontrarlo en su cuarto tumbado en su cama traté de acercarme, pero él lanzó su mano sobre mi cara y me dio un gran golpe que me costó un morado justo debajo de mi ojo izquierdo. Él se disculpo miles de veces, me dijo que no era su intención, y aunque le dije que no se preocupara se echó a mis brazos a llorar y llorar. Lo acompañé hasta que se quedó dormido.
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Amo Que Me Odies
Teen Fiction¿Imaginas tener en tus manos la oportunidad de vengarte del chico que más te ha hecho daño? Claire y Leo han sido amigos desde siempre, compartiendo risas y aventuras. Sin embargo, todo cambia cuando Leo comienza a hacer nuevos amigos al cumplir 12...