Capítulo dos: Volverlo a ver

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Martes por la mañana. No tuve pesadillas como me había advertido. Soñé con Leo, pero para mi sorpresa no fue un sueño del todo desagradable. Estaba en mi jardín favorito, ese que queda cerca de la escuela y está detrás de un teatro, lleno de girasoles (mis flores favoritas). Leo aparecía y acariciaba mi mejilla, y me veía con... ¿amor?

¿Pero, qué rayos estás pensando, Claire Webster? Odias a Leo. DEBES odiar a Leo.

Luego de esta reflexión me dirigí a la escuela como cada insoportable día.

Chloe me había saludado cada día de toda esta semana. A lo lejos y de cerca, siempre con amabilidad y recordándome que el sábado iríamos a los bolos.

Sábado. El día en que irremediablemente volvería a ver a Leo. Toda la semana se me fue en pensar en cómo sería reencontrarme con aquel que alguna vez fue mi mejor amigo. No tenía ni la menor idea de cómo luciría después de cinco años.

Sinceramente no lo quería ver. Hasta le pedí a Diana que me ayudara a inventar una excusa para no ir a la famosa cena de la que no paró de hablar mi madre en toda la semana.

—No, Claire. Tienes que ir. No puedes huir de las personas y más si verás a Leo cada día en la escuela. Lo mejor será que lo enfrentes y dejes de esconderte del mundo— dijo mi prima. Sé que tenía razón, ya Vanessa me lo había dicho. Solo que ellas no comprendían lo difícil que sería para mí volverlo a ver.

Al no verlo cada día a veces me decía a mí misma que jamás lo había conocido. Me quería engañar pensando que nunca había tenido un mejor amigo y que Leo no existía. Verlo de nuevo y después de tantos años sería doloroso y extraño.

¿Cómo luciría?, ¿se vería diferente?, físicamente, quiero decir.

¡Pero a quién le importa! Lo importante es que este año será el peor y gracias al regreso de Leonard Hill.

De martes a viernes parece que la semana pasó en un suspiro. Antes de irme a casa luego de la última clase de la semana me encontré a Chloe.

—¿Sabes qué es lo malo de tener uñas postizas?- negué con la cabeza- que aunque desees clavárselas a alguien con todas tus fuerzas no podrás, porque luego lo lamentarás— me dijo la chica de cabello castaño y ojos oscuros.

—¿A quién le quieres clavar las uñas?— pregunté curiosa.

—A Megan Rizz— comenzaba a amar a esta chica— se enteró de lo que pasó con Ethan y no ha parado de molestarme. Me dice "Chloe, debes fijarte en los ojos de un chico antes de salir con él y enterarte después que es un marihuanero", "eres tan ingenua", "solo una tonta como tú podría mantener una relación con un enfermo". Pero, ¿quién se cree que es?, ¿acaso no tiene una vida?

—Créeme que al parecer no la tiene— y me encogí de hombros.

—En fin, ¿nos veremos mañana en los bolos? Te contaré todo con lujos y detalles.

—¡Claro!, hasta mañana— me despedí y ella me dio un abrazo. Es un poco efusiva pero me agrada mucho. Es bastante graciosa, dice comentarios divertidos. Es alguien con quien pasar un buen rato.

Viernes en la noche. Luego de ayudar a Diana a bañar a Rich e ir a la cama no paraba de pensar en que seguramente ya Leo estaba en la ciudad. Respirando el estúpido aire que respiro yo.

¿Sobreviviré este sábado?

Como cada sábado, mamá se fue al tenis y Diana a trabajar, así que yo quedaría encargada de Rich. Mi prima trabajaba en un cine, era quien debía atender amablemente a las personas y darles sus palomitas de maíz. Siempre tenía alguna historia graciosa de su trabajo. Que si un niño abrió su alcancía y pagó una orden con solo moneditas de baja denominación; chicos de 12 años que salieron a escondidas de sus padres y tienen caras de estar en una película de terror; señoras mayores que no escuchan nada y ella debe repetir lo que dice unas mil veces. 

Amo Que Me OdiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora