Capítulo uno: 5 años después

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—¿Por qué tus ojos se ven tan negros, Cle?— preguntó inocentemente el pequeño Richard, mi lindo primo de 3 años.

—Me coloco delineador negro, Rich— le respondí sin muchos detalles— ¿Te gusta?

—¡No! Me das miedo, me gusta cuando te quitas el crayón negro de la cara.

Creo que eso era lo que yo intentaba con todo esto. Convertirme en alguien temible para los demás y que no se me acercaran ni a kilómetros. 

Ya no quería necesitar a las personas, solo quería estar conmigo misma y con más nadie, así jamás me volvería a sentir vacía ni decepcionada. Sin embargo, la verdad es que no deseaba ser alguien a quien mi adorable primo Richard le tuviera miedo. Al contrario, quería intentar mil formas de hacerlo feliz.

Richard y su madre, mi prima hermana Diana, llegaron a vivir a mi casa hace dos años, cuando el pequeño tan solo tenía un año. Diana tiene 5 años más que yo y cometió el error de entregarle su cuerpo a alguien que no valía la pena, alguien que la abandonó y no le dio el apoyo que necesitaba al tener a un bebé. 

Tampoco recibió el apoyo de sus padres ya que la echaron de su casa por haber cometido un error humano que bien pudo cometer cualquiera, y dejando a un ser inocente a la intemperie. Ambos, mi prima y su hijo, iban de un lado a otro hasta que hallaron un refugio en nuestra casa.

Al principio, por supuesto, a mi madre no le agradó para nada la idea de que Diana y Richard vinieran a vivir con nosotros. A mamá siempre le ha gustado tener su espacio personal. Pero ya que se trataba directamente de la hija del hermano de mi papá, es decir, mi tío, mamá tuvo que ceder al final de todo. Además de que papá le insistió, al poco tiempo de que vinieran quedaría una habitación completamente vacía ya que Charlie iría a la universidad. Y así fue.

Charlie. Mi querido hermano mayor. No lo veo tan seguido desde que se fue a la universidad. Solo en Navidad y Acción de Gracias, y en uno que otro verano viene a casa por solo dos semanas. 

Ya no hay tiempo en su agenda universitaria y deportista para su familia. Lo echo de menos la mayoría del tiempo, porque aunque a veces solía ser bastante irritante era mi motor en esos días en que no quería ni ir a la escuela. —Claire, ¡anímate! Eres mi hermana, eres una Webster y tienes que ser fuerte— palabras que mi hermano decía preocupado al verme solitaria y sin ánimos de nada. 

Digo solitaria ya que mi mejor amiga Vanessa tuvo que cambiarse de escuela recién cumplimos 13 años. Sus padres, ambos médicos, mudaron su consultorio a una ciudad cercana a la nuestra, pero no lo suficiente como para que continuara en nuestra escuela. 

Esa noticia realmente me dolió en el alma, pensé que jamás tendría a alguien en quien confiar, en quien apoyarme, a quien contarle todo lo que pasaba por mi cabeza. Y en ese momento, llegaba Charlie a decirme que al final todo saldría bien.

Sigo en contacto con Van, sin embargo. Hablamos por videollamadas de WhatsApp todas las noches, y algunos fines de semana ella visita nuestra ciudad y pasamos todo el día juntas, pero no todo el tiempo podemos permitirnos eso, ya que estamos en el último año de preparatoria, en el que se requiere más empeño y concentración. 

Sobre todo de mi parte, que deseo con todas mis fuerzas ir lo más pronto posible a la universidad y huir de aquel lugar en el que vivo y en el que siento que me ahogo poco a poco.

A pesar de estas grandes ausencias, me refiero a Charlie y Vanessa, el que Diana y Richard vinieran a vivir a casa me ha traído la mayor de las felicidades. 

Diana se ha convertido en mi consejera y mi paño de lágrimas cuando en la escuela se han querido meter conmigo, y hablo especialmente de la zorra de Megan. Pero Diana es de las que a pesar de todo por lo que han pasado, saben cómo levantar el ánimo. Y Richard es sencillamente adorable, es la luz de mis ojos y la razón por la que quiero llegar a casa cada vez que salgo de la escuela.

Amo Que Me OdiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora