No terminamos. Pero el hueco que había puesto la descofianza comienza a hacerse más grande y profundo. Las cosas se ponen muy difíciles. Pero hago lo que puedo por seguir a flote.
Había procurado tanto al resto de personas hablando sobre mí, que olvidé a la que más me importaba de todos ellos: Luis. Lo descuidé y abandoné tanto que lo que sucedió después no me sorprendió tanto.
Era 25 de Abril, dos días antes de mi cumpleaños. Y de la nada, por WhatsApp las cosas comenzaron a ponerse raras. Luis explotaba de la misma forma que yo, no daba rienda a escuchar. Pero si deseaba ser escuchado. Y ese día, me golpeaba de izquierda a derecha con sus palabras. Lo que sucedía (y que yo desconocía totalmente), era lo siguiente: René había llamado a Luis, muy empeñado en hacer que las cosas funcionaran para su amigo Mario. Pero no para mí. Le dio razones para molestarse, contarle mil y un cosas que se supone yo hice. Apenas dos o tres eran reales. Y eran nada más y nada menos que insignificantes. Después de eso, Luis me llama. Y me cuenta todo, entre enfurecido, triste y decepcionado. Yo sólo le pido que me deje hablar. Y cuando cede, apenas y puedo darle razones buenas para creerme lo que me deja como la mala del cuento. Luis dice, que ya no importa, que habláremos al día siguiente que salgamos.
Me deja tranquila. Pero sólo dura el encanto unos minutos cuando finalmente me salta la duda de nuevo. Ya sé que es lo que pasa.
Es 26 de abril, un día antes de mi cumpleaños. Me arreglo, me cuelgo el bolso y voy a ver a mi novio. Cuando llego a nuestro habitual punto de encuentro él me saluda como si nada. Me besa, me abraza y entonces siento que algo no marcha bien.
No sé a donde vamos, yo sólo lo sigo a él. Y nos detenemos en un local sobre avenida Montevideo donde venden hamburguesas y malteadas. Deja que ordene una y él ordena otra. Pero esta distraído. Luis apenas habla o comenta algo de lo que yo le he dicho.
<<Sólo vine para terminar contigo>>.
Abro los ojos de par en par. Y me desdibujo la sonrisa. Asiento y sin que me lo pida, comienza a hablar. Y lo que sale de mí es lo peor que se le puede decir a alguien cuando te termina.
<<Bueno, me has quitado un peso de encima>>.
NUNCA JAMÁS LE DIGAN ESO A NADIE.
Luis se pone rojo de ira. Ya no me escucha. Ya no dice nada. Sólo comienza a decir que hoy difícilmente recuerdo. Luego yo le reprocho algo de su amiga F, y él dice que ella y muchos más le han dado motivos para hacer lo que ha hecho.
Finalmente, él paga, se levanta y se va.
Miro confundida al fondo del vaso de malteada, asqueada, preocupada. Y convencida de qué lo que acababa de suceder, iría a llegar tarde o temprano. La mesera me recoge el vaso con la cara cayéndose de vergüenza. Habíamos estado discutiendo en voz alta, y apenas notamos que una familia había entrado a comer. Ellos también me miran apenados. Les deseo buen provecho. Tomo la bolsa de regalo que me dejó Luis y salgo.
Luis desaparece entre la multitud. Yo espero a que al menos volteé a verme. Pero no lo hace. Y creo que así es mejor.
Cuando vuelvo a casa, me preguntan todos que ha sucedido. Y cuando les cuento nadie se lo cree. Y replico mil veces que estoy bien. O que lo estaré. Me siento frente a la computadora y comienzo a hacer lo mío, escribir.
Tumblr me había sacado de todos mis grandes aprietos. Pero también me había metido en muchos. Ese día sin pensarlo mucho decido echarle la culpa a su amiga de Luis, F.
Y ella responde.
La tercera guerra mundial en Tumblr la noche del 26 de Abril del 2015.
Yo pienso, que si, fui irreverente al haber echo lo que hice. Y si tú, F, ves esto, lo siento por haberte dicho lo que dije. Estaba molesta. Pero de alguna u otra forma, estabas implicada para bien y para mal.
También pienso ahora que si F no era culpable de nada, ella no habría reaccionado como hizo. Quizás se hubiera tomado las cosas más en calma, o me habría contado su versión de los hechos. Pero no lo hizo. Y en lugar de eso, llamó a sus refuerzos para atacarme.
Es aquí cuando hago mención al blog de MirreyJair. Él era como mi amigo de amigos en Tumblr. Y me defendió como nadie hizo antes. Igual, si alguien de mi blog que estuvo en aquella entonces esta leyendo esto, gracias por no haberse ido. Y por haberme apoyado.
No sé.
Ah, no les mencioné, dos semanas antes de terminar definitivamente, Luis me confesó que si estaba enamorado de Aranza. Yo no le dije nada, más que era su vida y él tomaba sus decisiones. Yo no peleé por él. Pero él tampoco lo hizo por mí.
Estamos a mano.
La última carta que tengo de él:
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Cómo (Me Rompí)eron el Corazón
Non-FictionHay cosas que preferiría no recordar pero es necesario sacarlas de mi corazón.