A gift for Clarke

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Capitulo once: A gift for Clarke

Dos meses después

A Lexa no se le daban bien esas cosas, pero estaba haciendo un gran esfuerzo porque quería que ese primer cumpleaños de Clarke a su lado fuera inolvidable, su rubia actriz cumplía veintiséis y le había dejado en claro en varias ocasiones que no quería una fiesta, se lo repitió añadiendo que ya "había tenido suficiente fiesta para el resto de su vida", sin embargo, la Comandante quería que fuera especial, quería devolverle a Clarke tan sólo un pedacito de todo lo que ella le daba a diario en esa relación en la que nada parecía ir mal.

A Lexa le costaba creerlo, porque a lo largo de su vida siempre hubo algún suceso dramático que arruinó su felicidad, la muerte de su madre y Costia la habían marcado, pero ahora...ahora por fin sentía que había dejado los dolores del pasado donde correspondían, que de la mano de Clarke había podido seguir adelante y comenzar a construir una vida.

No era tarde, le repetía la rubia, nunca era tarde para encontrar el camino hacia lo que se ama de verdad y aquella frase podía referirse no sólo a la búsqueda de su pasión laboral sino a ella, a la mujer que sentía amaba cada día un poco más.

Seguía caminando por los congestionados pasillos de aquel centro comercial, quería encontrar el regalo perfecto, entró a una cotizada joyería y miró con atención algunos objetos de la vitrina interior, una amable chica se acercó para preguntarle que necesitaba y sus tartamudeos evidenciaron su falta de experiencia en menesteres como ese.

Probó al extremo la paciencia de la vendedora que tuvo la mala suerte de atenderla y que incluso le regaló una sonrisa cuando salió de la tienda, seguramente de alivio porque ya se iba, esa mujer se merecía sólo por atender por esos largos minutos a Lexa que le aumentaran el sueldo. Pero lo importante es que por fin tenía el regalo y aunque no podía cargar al objeto de todos los sentimientos que tenía por Clarke esperaba que fuera lo suficientemente bueno.

Lexa le dio una sonrisa a su teléfono que comenzaba a sonar.

-Hey-.

-Estoy recostada en unas de las sillas al costado de la piscina en bikini ¿podrías venir a ponerme el bloqueador?-expresó Clarke con su voz más grave de lo normal- Si no quieres puedo llamar a alguien más-agregó con una sonrisa maliciosa-.

La Comandante suspiró pesado al pensar a su novia en bikini.

-Voy para allá-respondió de inmediato-.

-Apresúrate, está muy caluroso aquí...-

Clarke se quedó con una sonrisa grabada en el rostro después de cortar el teléfono, le encantaba como reaccionaba Lexa ante sus palabras, ni decir a sus besos o caricias que en esos dos meses habían terminado en más muchas veces, muchas, porque como una pareja en plena "luna de miel" no se cansaban de hacer el amor, de tenerse y contemplarse al despertar desnudas, una al lado de la otra.

Clarke sabía que quizás todo estaba yendo demasiado rápido, pero no tenía la fuerza ni las ganas de detener ese paso, quería a Lexa a su lado todo el tiempo y lo pasaba mal las noches que no dormía a su lado, se sentía sola y vacía, como si una parte de su propio cuerpo se encontrara lejos y ante ese grado de necesidad siempre buscaba momentos como esa para verla.

Cerró sus ojos y estiró su cuello, estaba como le dijo a Lexa, recostada en una de las sillas de playa que tenía en el costado de su piscina relajándose, pensó en los pocos días que faltaban para su cumpleaños y en lo feliz que la hacía poder compartir ese día con Lexa, los últimos años no lo había pasado bien, se iba de fiesta y bebía hasta perder la consciencia, porque se sentía demasiado miserable para poder sobrevivir sin anestesiarse de alguna manera, pero éste año sería diferente, muy diferente.

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