Capitulo II

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  Unber Frost. Alaska.

  Dos jóvenes caminaban por la fría nieve bien abrigados a través de un gran y frondoso bosque, el invierno era en verdad insoportable, caminaron hasta llegar a una casa a la cual entraron rápidamente

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  Dos jóvenes caminaban por la fría nieve bien abrigados a través de un gran y frondoso bosque, el invierno era en verdad insoportable, caminaron hasta llegar a una casa a la cual entraron rápidamente. Aquella casa era de madera y piedra, bastante moderna por fuera, aunque por dentro era simple y cómoda.



—Santa Madre María, más frio no puede hacer—se quejó uno de los jóvenes
— ¿Quieres apostar Kalil?—inquirió el segundo joven.
—No gracias, si lo hago sé que voy a perder—respondió el aludido—Además, cuando se trata de apuestas el que tiene la suerte de ganar todas eres tu Yako.



Kalil y Yako eran los mejores amigos desde pequeños, sus padres fallecieron en un accidente de tránsito hace veinte años cuando Yako tenía cinco años y Kalil ocho. El padre de la pequeña y única iglesia en ese pequeño pueblo fue quien los adopto, ya que el padre de Yako era hijo único al igual que su madre y sus abuelos ya habían muerto, mientras que los hermanos del padre y la madre de Kalil se desconocía su paradero.
En cuanto Kalil cumplió los dieciocho años se dispuso a buscar empleo y él hacerse cargo de Yako, consiguió trabajo en un restaurante bastante lujoso, aunque los precios eran simples y no tan altos, al cual se le unió su amigo en cuanto cumplió la mayoría de edad. Con el dinero que ganaban además de atraer a varias jovencitas al negocio, hicieron construir una casa en el bosque ya que a ambos les gustaba tener el contacto con la naturaleza, aunque sin perder algunas comodidades.


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  Encendieron la chimenea y prepararon chocolate caliente, riendo y contando anécdotas de lo sucedido hoy en el trabajo, ciertamente eran los mejores amigos, miraron unas películas de terror, La Noche del Demonio y La Profecía, todas acerca del Di...

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  Encendieron la chimenea y prepararon chocolate caliente, riendo y contando anécdotas de lo sucedido hoy en el trabajo, ciertamente eran los mejores amigos, miraron unas películas de terror, La Noche del Demonio y La Profecía, todas acerca del Diablo, Satanás, Lucifer, etc. Daba miedo, eso había que admitirlo, pero las películas de terror eran las que más miraban estos dos compañeros, tenían películas de miedo, libros de miedo, todo de terror.
Kalil era de estatura alta, muy a pesar de ser el más joven, era un poco más alto que su amigo Yako, su tez morena y su cabello color negro azabache era la sensación de las chicas, pero verdaderamente lo que llamaba más la atención del joven eran sus inmensos ojos color naranjas. Por su parte, Kalil era un poco más pálido que su amigo y su cabello negro hacia juegos con sus ojos negros, su rasgo característico era la frialdad hacia gente desconocida, sobre todo las chicas, pero eso era lo que las enamoraba más y otra de las razones por las cuales el restaurante estaba reventando de clientes.



—Oye... ¿Qué es eso? —inquirió Kalil viendo por la ventana.
— ¿Que es qué? —pregunto Yareth yendo donde su amigo.



A lo lejos ambos amigos pudieron divisar una luz color rojo oscura brillaba con intensidad cerca del lago congelado que estaba a unos kilómetros de su casa, era la primera vez que veían una luz como esa. Esto les provoco una sensación bastante extraña y no estaba demás decir que una muy mala también, miraron hacia el pueblo, que, al parecer, ninguno de los habitantes se percataba de aquel brillo... ¿Sera que solo ellos podían verlo?
Se podría decir que las películas de terror les enseño a estos dos amigos una, por así decirlo lección, tomaron sus abrigos nuevamente y salieron de la casa dirigiéndose hacia aquel brillo. Obviamente, que, esas películas les enseñaron a no confiarse mucho y a darse cuenta de que el ir allá podría significar peligro, pero, su curiosidad era mucho más grande que su miedo, por lo que no dieron marcha atrás.
Mientras tanto, cerca del lago congelado, el brillo parecía provenir del centro del lago, un brillo color rojo que formo un circulo, con una estrella de cinco puntas que rompió el hielo.  


— ¡Soy libre! —bramó una voz emergiendo de aquel gran hoyo.




El brillo se extendió por todo el lago, los dos amigos miraban dicho brillo ahora convertido en luz y al pueblo, no entendían como es que no podían verlo y ellos sí. A mitad del camino, algo todavía aún más raro sucedió y que solo ellos podían ver: nieve comenzó a caer, pero era extraño que cayera nieve... ¿Negra?



— ¿Qué es esto?... ¿Nieve negra? —inquirió Yako confundido.
—No puede ser...—musito Kalil.


  Continuaron caminando, cuando a unos metros del lago, apareció en frente de ellos, no era una persona, de eso estaban completamente seguros, porque... ¿Qué clase de persona tenía la piel roja como la sangre misma, media como tres metros de altura, con cuernos en la cabeza, colmillos y garras en manos y pies y unas alas gigantescas de murciélago en la espalda? Y tampoco está de más decir una especie de kimono color marrón todo rasgado, sucio y viejo.
De la impresión los dos cayeron a la nieve fría sin podérselo creer y sin controlar sus corazones que ahora latían con gran intensidad, aquella cosa, ser o lo que fuese, volteo a verlos, sonriendo con malicia a y a la vez asombrado de que dos simples seres humanos pudieran verlo. Al ver la forma en que aquella cosa los observaba, los dos amigos pudieron divisar no dientes en su boca sino colmillos, todos y cada uno de ellos, una pequeña barba y sus ojos eran de un color negro que parecía un vacío y sus pupilas no eran las de un ser humano común, eran como las de un gato así en forma de diamante.
Ese ser no dejaba de sonreír, el que pudieran verlo solo ellos dos no iba a pasar nada, es más, su sonrisa se volvió mucho más grande, pensando que quizás estos humanos le podrían ser de mucha utilidad.



— ¿¡Q-qui-quien eres!?—chilló espantado Yako.
—Mejor dicho... ¡¿Qué cosa eres?!—chillo Kalil.



La abominación se acercó a paso lento hacia ellos, mientras que Yako y Kalil retrocedían cada vez más asustados con cada paso que daba al frente.



—El Mal....Satanás...—respondió la criatura.


  

Heaven and HellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora