Capitulo VIII

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  La Quimera, la Hydra y el Ladón les hacia casi imposible ir hacia el pueblo, mejor dicho, se lo impedían. Ambos se miraron entre ellos y decidieron separarse, muy a pesar de que la idea era estúpida, no les quedaba de otra.
Yako distrajo a los monstruos mientras que Kalil logro llegar al pueblo en donde los demonios lastimaban y asesinaban a los habitantes. Por suerte, aquellos demonios no eran demasiados fuertes ni tampoco poderosos y terminaron siendo derrotados me pocos minutos.
Rapidamente Kalil regreso al bosque donde se encontraban Yako tirado en el suelo y Samara observando muy alegre el espectáculo. Con las pocas energías que le quedaban, Yako clavó su lanza en el suelo abriendo una grieta por la cual cayeron los tres mosntruos directo al Inframundo.
Samara volvió a alzar vuelo y se dirigió hacia donde los guerreros yacían en el suelo lastimados muy gravemente, mucho más que cuando pelearon contra Luxure y las heridas que ya tenían de su pelea anterior con la Sucubo, empeoraron.



—No puedo creerlo... ¿En serio fueron ustedes los que lograron derrotar a mis hermanas? Casi parece imposible de creerlo—replicó Samara—Disfruten su tiempo de vida ahí tirados, alucinando, sufriendo de dolor, en poco tiempo mis hermanas estarán recuperadas y ahí si, las tres acabaremos con su misera y patética vida.
—Oh... ¿Así que lograste inmovilizarlos?—inquirió Luxure llegando volando junto con Alera en su espalda.
—Como era de esperarse de Onee-chan—musitó Alera.
—Aprende a escuchar Luxure—sonrió orgullosa Samara provocando un bufido por parte de su hermana menor.



Ambos jovenes estaban paralizados del miedo, en frente de ellos estaban las tres hijas de Lucifer, sus fuerzas estaban completamente agotadas y sus armas tiradas en el piso a unos metros de distancia de ellos. Tenian que hacer algo pronto o de lo contrario serian asesinados por los tres engendros de Satán.
No podían mover ni sus manos ni sus brazos, todo indicaba que parecía que iban a morir allí o bien ser llevados ante el diablo y ser asesinado por ellos. De pronto, los dos escucharon una voz en sus cabezas que les decía y repetia: "Intercambien armas."
Los dos mejores amigos se miraron entre ellos y sin titubear, Kalil tomo como pudo la lanza de Yako y Yako tomo la espada de Kalil, Samara pudo ver que tramaban y empujo a sus hermanas lejos justo a tiempo ya que al momento en que ellos agarraron el arma del otro, estas brillaron con intensidad y atravesaron a la mayor de las tres, para segundos después ser rodeada por un aura color blanca.



―¡Samara!―chillaron Alera y Luxure.
— ¿¡Que...!? ¿¡Que...que demonios!?—exclamó Kalil.
— ¿Que...ha...pasado...con ella?—cuestionó Yako.



Para asombro de los presentes allí, Samara a pesar de haber sido atravesada por ambas armas no estaba muriendo, sino que parecía estar... ¿Transformandose? La primogénita de Satanás gritaba de dolor mientras se retorcía y su cuerpo brillaba hasta que la luz que la cubría por completo emitió un brillo intenso que los cegó a todos por completo.
En cuanto las luces dejaron de brillar, el cuerpo de Samara yacía tendido en la fría nieve, con algo de dificultad se incorporó y para más confusión y asombro de los guerreros, y rabia y furia de parte de las jóvenes demonios, su hermana ahora era diferente. Ya no tenia la apariencia con la que los Guerreros de la Luz la habían conocido, ni tampoco ningún otro rasgo demoníaco, para nada, ahora parecía mas... humana.
Samara poseia la piel un poco más morena, su cabello largo y lacio, color negro, en lugar de tenerlo atado, lo tenia suelto, un poco mas corto, pero no tanto, mas o menos a la altura de la mitad de la espalda, con algunas ondulaciones, sus ojos eran de un color azul intenso y bueno...estaba desnuda.
Al notar que la joven estaba sin ropa, la nariz le sangro a los dos jóvenes, mientras que Luxure y Alera, una maldiciendo y la otra llorando se marchaban nuevamente hacia el infierno para contarle todo a su padre. Mientras, Kalil y Yako intentaban controlar su hemorragia nasal al ver el cuerpo de la primogénita de Satanás, lentamente se acercaban a ella aun con sus armas en las manos.



—Luce...diferente...—tartamudeó Kalil aun con la mano en su nariz tratando de contener la hemorragia nasal.
—Si...— opinó Yako haciendo lo mismo.
— ¿Uh?... ¿Quiénes son ustedes?—preguntó Samara en su nuevo estado y en cuanto se percató de que no llevaba nada puesto se cubrió en seguida completamente roja de la vergüenza.
"Tiene que ser una broma" pensaron los dos.



Kalil se acercó a ella, claro que sin bajar la guardia, se agacho y le brindo su chaqueta para que se cubriera del frio, lo cual, Samara lo agradeció con una gran sonrisa que lo hizo sonrojar y que su corazón empezara a latir a mil por minuto. En eso, la joven se desmayó, entonces el guerrero portador de la espada sagrada la tomo en brazos y con algo de dificultad, los dos caminaron hacia el pueblo que se encontraba medio destruido y la llevaron a su departamento.
La colocaron en la cama y la abrigaron bien, más tarde se dieron un baño de agua caliente, al parecer los demonios tantos destrozos no provocaron puesto que las cañerías funcionaban, aunque lo que no funcionaba era la luz. En cuanto los dos terminaron se sentaron en el suelo a observar a la joven demonio que aun yacía dormida en la cama, se preguntaban qué era lo que harían con ella de ahora en adelante y, sobre todo, como es que de demonio paso a ser una humana común y corriente.



—Deberíamos buscar en la biblioteca algo relacionado con esto—opinó Kalil.
—Pienso lo mismo—concordó Yako— Solo asi sabremos cuanto durara esto y prepararnos para eliminarla.



Cada uno se fue a dormir, y a la mañana siguiente, mientras Kalil se dedicaba a cuidar de la primogénita de Lucidez, Yako iba a la biblioteca a buscar información sobre la misteriosa transformación de la joven demonio. Apenas ingresó, buscó en la sección de mitología y revisó varios libros hasta que finalmente, halló lo que buscaba.

"Lo extraño de los demonios, es que a diferencia de los humanos, pueden procrear engendros ellos mismos, ya sea siendo solo hombres o solo mujeres, pero según cuentan algunos mitos, los demonios de rangos débiles e inferiores, a falta de aquella habilidad, secuestran a mujeres humanas y las inseminan para procrear a mas bestias. Los fetos que nacen de esta inseminación son mitad híbridos y mitad humanos, pueden llegar a ser mas fuertes que sus progenitores de sangre demoníaca pero aun así, pueden ser purificados, eliminando su lado oscuro y dejando solo en el cuerpo, su sangre humana."

—Asi que eso paso...Kalil y yo la purificamos—pensó en voz alta Yako.  

Heaven and HellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora