Capitulo X

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  La nieve caía sobre la casa de Kalil y Yako la cual ya estaba reconstruida totalmente, y ahora, ellos dos y Samara se habían mudado allí. La reconstrucción de su casa había demorado exactamente tres meses, y durante esos tres meses, no se supo nada de Satanas o las otras dos hijas, lo cual, les provocaba un mal presentimiento a ambos guerreros.
Ahora se encontraban en un pequeño claro, la hija de Satanás jugaba en la nieve mientras que los guerreros la observaban, o mejor dicho la vigilaban. Todo iba bien hasta que una bola de nieve los golpeo a ambos, al mismo tiempo en que escuchaban una risa femenina no muy lejos.



— ¿Con que esas tenemos? Ahora veras—amenazó Kalil persiguiéndola.
— ¡Oye!―protestó Yako―¡Amigo deja que yo también!



La relación entre Samara y los guerreros de la luz fue mejorando en estos tres meses, con Kalil fue con el que primero entabló una relación amistosa de inmediato, mientras que con Yako le resulto algo complicado al principio pero poco a poco, le fue cayendo muy bien. Ambos comenzaron a perseguirla y a arrojarle nieve mientras que Samara esquivaba y reía, los tres se habían vuelto buenos amigos.
Desde el Inframundo, Alera y Luxure miraban con odio a los tres guerreros, que no hayan aparecido en estos tres meses no quería decir que se rindieron e iban a marcharse y dejar a su hermana con ellos tan fácilmente. Durante estos tres meses estuvieron buscando una forma de devolver a su hermana a la normalidad, era cierto que siendo hibridas ninguna de las dos podía regresar a Samara a como era antes, pero si las dos lo hacían juntas, es decir, dos híbridas, podría incluso llegar a resultar.
De regreso con los guerreros y Samara, después de la tan agitada pelea de nieve, regresaron a la casa en donde la chica cayó finalmente dormida en la cama después de haberse tomado un chocolate caliente. Sentado en el piso, Kalil y Yako la observaban dormir pacíficamente, sobretodo Kalil.



―Haré todo lo posible por evitar que vuelvas a la normalidad—aseguro susurrando Kalil para sí mismo mientras acariciaba un mechón de pelo de Samara—Samara... por mucho que seas la hija de Satanás, un demonio...has enamorado a este ángel.



Kalil cerró por un momento los ojos intentando imaginarse como seria su vida si Samara permaneciera así como humana y a su lado, como mas que una simple amiga. De pronto, abrió rápido los ojos y se incorporo de un salto, junto con Yako que casi se cae de la silla, solo reaccionaban de esa manera cuando una energía oscura emergía a su pueblo.
Nerviosos y asustados, sabían de quien se trataba esta esencia, rápidamente los dos salieron de su casa dejando a Samara tranquila y dormida profundamente, un grave error. Llegaron al claro en donde se encontraron al mismo diablo, quien parecía tener una sonrisa bastante confiada por alguna extraña razón.
Chasqueo los dedos y de la tierra aparecieron varios símbolos de estrellas encerrados en círculos aparecieron en el suelo de los cuales emergieron muchos esbirros del inframundo. No eran la gran cosa, pero aun así, les extrañaba que los atacara con tan poca preocupación, ciertamente, algo tramaba.
De regreso a la mansión, una risa despertó a Samara, algo temerosa se incorporo y llamó a Kalil y Yako, pensando que se trataba de ellos, pero no obtuvo respuesta alguna, cosa que le dio aun mas terror. Se encamino hacia la cocina, nada, el baño, nada, los dormitorios, nada, hasta que finalmente, se abrigó y salio al patio.



―¿Quiénes son ustedes?―preguntó la joven viendo a dos chicas con apariencias terroríficas en frente de ellas.
―¿No nos reconoces? Que feo lo tuyo hermana, al final resultaste tan patética como nosotras―replicó una de las jóvenes sacando su cola e inmovilizándola― ahora estate quieta.
―¡Sueltenme! ¡Auxilio!―gritó asustada―¡Kalil! ¡Yako!
―Alera―musitó Lux a lo que su hermanita pequeña asintió.



Ambas se hicieron un pequeño corte en las muñecas, dejando que la sangre fluyera y cayera sobre la fría nieve, dibujaron tres números seis a los cuales encerraron en un circulo. De un solo golpe en las piernas, inmovilizaron a Samara y la depositaron en el centro del dibujo.



"Sanguis a daemone se daemonis suam essentiam malum, et revertetur in aeternum. Sanguis semi daemonii arbitrium tantum, sed duo bigeneri, unum satis erit hoc infelicissimi pauperes menti veritas et reversus est Fuscus."

(Traducción: "La sangre de un demonio a otro demonio su esencia maligna para siempre le regresará. La sangre de un semi demonio, solo temporalmente lo hará, pero dos híbridos juntos, uno son y suficiente serán, para esta pobre alma en desgracia, su verdadera esencia oscura juntas se la vamos a regresar.")



El símbolo en el suelo brillo, la sangre comenzó a subir por el cuerpo de Samara quien todavía gritaba asustada. Muy pronto, esos gritos de terror, se convirtieron en gritos de dolor que llegó hasta los oídos de ambos guerreros.
Kalil y Yako comprendieron ahora todo, se trataba de una trampa, rápidamente salieron corriendo en dirección de regreso a su casa, Satanás los venía siguiendo mientras reía de una forma psicópata, pero al llegar, ya era demasiado tarde. En ese mismo momento, el cielo se tornó gris, un viento helado soplaba, tal parecía que una tormenta se aproximaba pero no era una cualquiera.
Luxure y Alera sonreían mientras del suelo se incorporaba Samara, ahora nuevamente como la misma hija de Satanás. Aquello que tanto querían evitar los Guerreros de la Luz se hizo realidad, Samara otra vez era un demonio.



―Les debo una hermanas―sonrió la mayor de las mientras extendía sus alas alzando vuelo y haciendo emerger de la tierra mas criaturas feroces― Muy bien guerreros, hora de que prueben un poco de su propia medicina.
―¡Maldición! ―bramó Yako.
―¡Levántense mis demonios! ¡Salgan a la superficie! ¡Conviertan a estos guerreros en uno de los nuestros!―exclamó la primogénita de Lucifer― ¡Alera! ¡Luxure! ¡Que no vuelvan a intercambiar sus armas! ¡Eviten a toda costa que lo hagan y así nos purifiquen!



Los demonios y las tres hijas de Lucifer se lanzaron contra los guerreros, quienes comenzaron a pelear, mientras que el diablo se dedicaba a observar la pelea con una gran sonrisa maliciosa en su rostro. Por supuesto que Satanás no pretendía que sus hijas transformaran a los Guerreros de la Luz en esbirros, pues aquello era casi imposible.
Lo que en verdad le había ordenado a sus hijas era debilitarlos y evitar ahora si, a toda costa que intercambiaran sus armas y así el dar el golpe de gracia que acabaría con sus vidas. A medida que observaba todo parecía iba tal y como lo planeo, sus retoños se encargaban de evitar que intercambiaran armas mientras que los monstruos, los que no eran purificados claro, los herían de gravedad.



―Tal parece que es su fin...guerreros―rió Satán.
―No...cantes...victoria...todavía...―susurró débil Kalil mientras junto con Yako los dos comenzaban a rezar.  

Heaven and HellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora