Capitulo IV

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Satanás estaba absorto por por la cantidad de energía pura que Kalil y Yako emitían, pero su peor temor se hizo realidad en cuanto vio ocho luces aparecer detrás de ambos chicos. Siete de ellas eran del mismo tamaño pero diferentes colores, mientras que la octava, era un poco mas grande y de un blanco brillante.

A pesar de que estar un poco débil, Lucifer tenia energía y poder suficiente como para invocar a demonios que lo ayudasen a deshacerse de aquellos dos mocosos y así lo hizo. Rápidamente dibujo su símbolo en la fría nieve y de esta, emergió un gigantesco perro, pelaje negro como la noche, ojos rojos como la sangre, de una altura de tres metros, una cola de serpiente y con tres cabezas.


  —Cerbero—musitaron Kalil y Yako.  

 El diablo ahora se encontraba sobre la cabeza del medio de aquella enorme bestia, y con tan solo una simple orden, Cerbero se lanzó contra los nuevos Guerreros de la Luz

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 El diablo ahora se encontraba sobre la cabeza del medio de aquella enorme bestia, y con tan solo una simple orden, Cerbero se lanzó contra los nuevos Guerreros de la Luz. Por suerte, ambos lograron esquivarlos justo a tiempo, sin embargo, sabían que esta batalla no iba a ser de las difíciles, pues habitan escuchado cosas sobre el perro guardián del Inframundo en sus clases de historia de la escuela. 

 Lamentablemente, muy a pesar del poco conocimiento que tenían acerca de dicha criatura, desconocían una debilidad o una forma de destruirlo o bien, de devolverlo al infierno donde pertenecía.  Ambos guerreros empuñaron sus armas, listos para pelear contra el feroz animal, o mejor dicho, contra su cola.

 La cola con forma de serpiente se lanzó contra ellos abriendo la boca mostrando sus colmillos, Kalil y Yako la esquivaron, logrando que la serpiente mordiera parte del suelo y la nieve, y esta se derritiera, dando a entender, que se trataba de una serpiente venenosa, no obstante, la serpiente en su cola no era lo único que contenía veneno. En eso, una de las cabezas abre también su boca expulsando una especie de vapor color negro que rodeó a los guerreros y en menos de cinco segundos, estos comenzaron a toser y a tener dificultades para respirar.


  —Gas venenoso—dijo Kalil sin dejar de toser.

  —Necesitamos aire fresco y rápido—añadió Yako.


 La serpiente se decidió a atacar nuevamente, esto los guerreros lo aprovecharon para saltar encima de su cabeza y una vez elevados poder respirar aire fresco. Saltaron inmediatamente a la copa del árbol mas grande donde el vapor toxico no llegaba y donde permanecieron ocultos viendo como la gran bestia los buscaba desesperadamente.


"Escuchen guerreros, toquen algo de música, la música tranquila y pacifica amansa a las bestias como Cerbero, toquen algo de música y lograran debilitarlo lo suficiente como para devolverlo al infierno"


 Aquella voz en su cabeza, sabían de quien se trataba, de alguna forma u otra debían hacer música para calmar a Cerbero, sin embargo...¿Como harían para tocar música que tranquilizara al enorme perro? ¿Y que clase de música? Ellos de canto y música no tenían ni la mas remota idea de como hacerlo, fue en ese momento cuando a Yako se le ocurrió la idea de recurrir al celular.

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