Capitulo VII

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  — ¡Ah! Malditos...—gruñó la segunda hija de Satanás desapareciendo en el acto junto con el sello que había creado en el hielo.


Kalil y Yako cayeron sobre el frío y duro hielo cansados y con bastantes heridas en el cuerpo, aunque mas que nada les dolía la cabeza debido al control mental que Luxure había ejercido en ellos. Como pudieron regresaron hacia el pueblo,Kalil con su espada y poderes sano las heridas del cuerpo, pero no así los dolores de cabeza, por lo que tuvieron que recostarse, tomar unas pastillas y descansar.
Mientras tanto, en el inframundo, Alera y la tercera hermana, presentada anteriormente con el nombre de Samara, curaban la herida en el estomago de su hermana. Después de cerrar aquel gran agujero que tenia, entre las dos fueron y le trajeron unos cuantos humanos para que bebiera su sangre y así recuperara energía.
Satanás solo las observaba con seriedad, y algo de temor, ignorando a su hija del medio quien, mientras bebía la sangre de sus victimas, no dejaba de maldecir a los guerreros. Si su tercera hija y primogénita no lograba vencerlos, entonces estaba claro que tendría que absorberlas para ganar mas poder y así acabar el mismo con los guerreros.
Una risa interrumpió sus pensamientos, la risa provenía de la que parecía ser la mayor de las tres hermanas, quien se estaba burlando de la hermana que recientemente había llegado de luchar, la cual, solo la fulminaba con la mirada.



— ¿Hay algo que te parezca gracioso Samara?—cuestionó Luxure molesta.
—Solo el hecho de ver que mi teoría termino siendo cierta —contestó ella sin dejar de reír—Te dije que nos encargáramos las tres juntas de derrotar a esos gerreruchos, pero no, la rebelde hermana del medio tenía que hacerlo a su modo primero, y ya viste como acabaste y como acabo Alera.
— ¡Cállate!—masculló nuevamente la del medio.
—Viendo tu estado, me encargare de debilitarlos, después, entre las tres, los asesinaremos juntas—dijo Samara sonriendo con malicia —Y esta vez, quiero que las dos me escuchen y no se precipiten.



Samara era de estatura alta, mucho más alta que sus hermanas, cabello lacio y largo hasta la cintura, atada en una alta cola de caballo, negro como la noche, piel con un poco mas de color a diferencia de la de sus hermanas, ojos de un intenso color rojo sangre. Poseía también, un flequillo en punta recto, vestía unos pantalones acordonados, sandalias de plataforma y un top con plumas y una calavera en el centro.
Se dio la vuelta y salió dirigiéndose a la superficie, a lo sumo, tendría como un par de horas antes de que sus hermanas se recuperaran completamente, así que tenía tiempo para algo de diversión con esos guerreros. Sonrió, una vez que emergió, extendió sus alas y voló en lo más alto siguiendo el desorden que su hermana Luxure había causado hasta llegar a un pequeño hueco y una casa derretida.



—Vaya, vaya...parece que ni Alera ni Luxure se contuvieron—bufó Samara.
— ¿Quien anda a ahí?—preguntó casi gritando una voz
—Ah...déjame adivinar...ustedes son los guerreros de la luz—sonrió la chica al ver que Kalil y Yako se acercaban a ella corriendo con sus armas e la mano —¿Aun siguen en pie luego de haber luchado contra Luxure? Vaya, la verdad me sorprende, en fin, mala hierba nunca muere.
— ¿Y tú eres Samara? La hija mayor de Satanás—hablo Alux.
—Oh...además de que no se contuvo, veo que Lux les dijo de mí, bueno... ¿Qué se puede esperar de una hermana menor? — sonrió la primogénita mostrando sus colmillos —Veamos...empecemos.



La tierra tembló debajo de los pies de ambos guerreros, una grieta se abrió, Kalil y Yako saltaron a los árboles, evitando caer al fondo, pero, para desgracia de ellos, vieron que la verdadera intención de Samara no era el de llevarlos al inframundo con el solo hecho de abrir la grieta, sino que de llamar a su linda "mascota".



—¡¿Una Hidra?!—chillaron los dos.
—Oh...asi que conocen que es esta criatura...que lástima, muy bien mi amiguito...mátalos—ordenó Samara y la Hidra obedeció comenzando a atacarlos—Les recuerdo...a menos que quieran luchar con más cabezas, no las corten, ah y la del medio escupe vapor toxico paralizador, si el vapor los toca, quedaran paralizados.
— ¡¿Vapor toxico paralizador?! ¡¿No era fuego?!—vociferaron ambos jóvenes.
—Yo tengo el poder de controlar criaturas mitológicas relacionadas con el infierno...e incluso, si quiero, puedo modificar su ADN—explicó la hermana mayor—Por cierto, tengo más amigos que desean jugar con ustedes.



La grieta seguía abierta y de allí emergieron una Quimera y Ladón, un dragón de unas cien cabezas, al parecer la primogénita de Satanás adoraba las criaturas mitológicas griegas, sobre todo las que tenían más de una cabeza y en su mayoría las que eran las mas aterradoras. Para su desgracia, la hija mayor de Satanas se apareció justo en el momento en que apenas estaban saliendo del dolor de cabeza que les provoco la Sucubo, por lo tanto, aun se encontraban cansados y no creían posible derrotarla.
Kalil y Yako se enfrentaban a tres de las más peligrosas criaturas mitológicas griegas, no obstante dieron gracias a que no podía controlar a Medusa o ahí sí que estarían en problemas, pero debían pensar rápido una forma de salir vivos de este gran lio de monstruos.



—Siendo la primogénita de Satanás era de suponerse que sería la más poderosa—musitó Kalil.
—Vamos mis demonios, ataquen a los guerreros...¡Ataquenlos y tráiganlos ante mi!—rió Samara.



Las tres bestias atacaron, los Guerreros de la Luz como podían esquivaban cada ataque de cada monstruo, teniendo grandes dificultades para pelear y atacar, Samara reia como toda una psicópata, y fue entonces, cuando se le ocurrio una idea. Chasqueó los dedos y otra grieta se abrió, de la cual más demonios, grandes, pequeños, medianos, algunos desconocidos o con la estructura alterados, emergieron, pero estos no se dirigían hacia ellos.
Samara dió una orden que provoco que a los guerreros se les helara la sangre: atacar sin piedad al pueblo, y asi lo hicieron. Se escucharon gritos, llantos, desesperación, toda la ciudad estaría a punto de ser destruida sino hacían algo pronto.  

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