Capítulo 10

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Malena

¿Cómo hicieron para convencerme? Un fin de semana bueno, pero ¿salir dos consecutivamente? Es muy raro de mi. Lo peor es lo cansada que estoy por la semana que tuve.
Después de salir enojada de la veterinaria por haberme cruzado a tal tarado, y por su culpa no poder obtener el trabajo, llegué a casa y me encerré en mi pieza a escuchar música. Me terminé durmiendo y cuando desperté al otro día vi que tenía varios whatsapp de un número desconocido. Resultó que era Matías, el hijo del dueño de la veterinaria. Me dijo que lo que había ocurrido había sido un error, él estaba llegando tarde y su compañero en vez de hacerme esperar decidió jugar un poco conmigo. Es decir que la entrevista fue falsa. Me pidió perdón por el comportamiento del otro, y se excusó diciendo que le gusta hacer bromas. Bueno, resulta que a mi no me gustan las bromas. Así que después de varios whatsapp me convenció, me dijo que Joaquín no es mala persona, que es un buen compañero y que de todas maneras él tiene el mismo horario que yo, así que no tendría que soportarlo yo sola. De verdad quería ese trabajo así que acepté.

Como todos volvían de veranear decidieron llevar a sus perros a chequeos o a que los bañen y corten el pelo, así que fueron días bastantes ocupados, pero a la vez pude aprender cosas. Fui como una especie de secretaria para Matías, a donde él iba yo iba. Siempre que bañaba a los perros me invitaba para ver y poder colaborar con él. Cuando hacían chequeos, si el dueño era lo amable, me dejaba entrar en el consultorio para observar. Y cuando los dueños no eran muy simpáticos me decía que vaya a la caja con Joaquín. Aunque fueron breves los momentos en los que me mantenía en la caja, los odiaba. Lo cierto es que estaba (y todavía estoy) bastante resentida con él. Cuando llegué el primer día hizo como si nada hubiera pasado, así que yo también. Pero detesté que no se haya disculpado. En esos ratos apenas cruzábamos palabra, estábamos muy ocupados atendiendo a los clientes y los breves momentos que teníamos libre ambos estábamos con nuestros celulares para evitar cualquier tipo de conversación.

Lo raro es que por momentos lo veía hablar y bromear con Matias, y parecía verdaderamente simpático. Otro al arrogante imbécil que me mostró ser. Pero si él no tenía ganas de ser el Joaquín simpático conmigo, yo no lo iba a obligar. Después de todo, el trabajo es como la escuela, todos somos compañeros pero no necesariamente amigos. Sólo es cuestión de convivir en armonía.

Estoy acostada en la cama de Stefania viendo a mis amigas prepararse y tratando de reunir fuerzas para hacerlo yo también. Las fuerzas no vienen así que decido escuchar de lo que hablan cuando no se están quejando de lo mal que les queda la ropa que se prueban. Todavía no entiendo el porqué de tanto revuelo con la ropa si todas tienen un cuerpo normal, aceptable y pueden ponerse cualquier cosa. Por suerte no me preocupo por esas cosas, siempre suelo ser la última que se viste, porque verdaderamente me da lo mismo.
Olivia está histérica (como siempre), Stefania parece tan interesada como yo, y Vera y Juli están probándose ropa. Bueno, Vera lo está, Julieta más bien está viendo la ropa y con cada prenda que agarra su cara se contrae. Me gustaría saber qué es lo que está pensando. Aunque creo que en el fondo lo sé, detrás de esa apariencia de chica alegre que se lleva con todos, hay una Julieta oculta que está llena de inseguridades. Dicen que las personas más tristes son las que están siempre sonriendo, y creo que Ju es la mejor prueba de eso.
Las demás saben de sus complejos, pero al parecer prefieren hacer como si no pasara nada. Por un lado las entiendo, a pesar de que somos cinco, como en todo grupo, siempre hay algunas que se llevan más que con otras. Yo soy la más cercana a Julieta, y tal vez, por eso, no me avergüenza como a ellas hablar del tema. Entiendo también que no quieran sacarlo a discutir continuamente, porque obviamente recordárselo no es lo mejor, pero me molesta tanto que hagan como si nunca hubiera pasado nada. Como si ella no fuera bulímica, como si en el pasado no hubiera tenido crisis verdaderamente importantes. No es como si por no hablar del tema, o no reconocerlo eso se pudiera borrar. No. Es peor. Siempre está ahí. En cada mirada de ella hacia la ropa. En cada cumplido que nos hace. En como le avergüenza comer en público. En su forma de ser, cuando alguien dice algo que podría incomodarla y lo evita diciendo alguna estupidez.
Tal vez ella crea que no lo noto, pero sí, está mas a la vista de lo que piensa.
Muchas veces intenté ayudarla, proponiéndole hacer ejercicio juntas, o recomendándole que comer, y si bien al principio se muestra con energía, al pasar los días se abandona. Al comienzo de todo esto pensé que iba a ser fácil, que con un poco de ejercicio y comida saludable se iba a solucionar y ella iba a tener autoestima, pero después de variad oportunidades lo comprendí, esto es también depresión. Esto se trata de que cuando ella está yendo por buen camino, ocurre algo que la hace tropezar y vuelve a estar en el mismo lugar de siempre. Es muy difícil ayudar a una persona así, y mas aún si las personas de su alrededor niegan todo.

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