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Derek aún estaba muy afectado por lo que había escuchado. E intentaba convencerse de que había oído mal, que el golpe le había aturdido lo suficiente como para hacerle escuchar un latido que no estaba allí.

Quería convencerse de eso porque la idea de haber estampado contra la pared e intentado asfixiar, a pesar de que este estuviera descontrolado, a un beta que esperaba familia le hacía sentir realmente culpable.

Stiles y Liam se habían ido porque ellos aún tenían un par de horas de clases y porque el ambiente no parecía ser muy apto para dos adolescentes.

Por su parte, Peter y Derek habían salido de los vestidores y aprovechaban el campo de Lacrosse vacío para poder calmarse un poco. Puesto que ambos aún estaban muy tensos, sobre todo por lo que Derek le había dicho a Peter apenas y se encontraron solos.

— Hay dos corazones latiendo en Liam –Era lo que le había susurrado, aunque tuviera ganas de rugirle.

Peter no podía hacerse el tonto, él también había escuchado aquél latido. Pero sinceramente no quería hablar de eso en ese momento. Aunque era obvio que Derek no se lo iba a dejar pasar.

— ¿Qué vas a hacer? –Le preguntó su sobrino sentado en las gradas.

Él iba de un lado al otro, tirándose de los cabellos e intentando pensar en un plan.

— No lo sé –Admitió entre resignado y nervioso.

— ¿Crees que Liam lo sepa?

Aquella pregunta le hizo temblar de pies a cabeza ¿Y si Liam lo sabía? Había una posibilidad de que el menor fuera consciente de que dentro de su propio cuerpo había un latido que no era del de su propio corazón.

Entonces otros pensamientos abarrotaron su mente. Liam seguía jugando Lacrosse ¿Tendría que pedirle que lo dejara por el cachorro? ¿Pero y si Liam no quería al bebé? ¿Y si le dejaba por haberle embarazado y él no volvía a verle en su vida?

Todas esas ideas hacían que su lobo gimoteaba de puro dolor, sintiendo el rechazo de su compañero con somo imaginarlo.

Derek se levantó de donde estaba, sintiendo el corazón de su tío desbocarse, y se le acercó en un intento por calmarse. Le cogió por los hombros y le sacudió un poco, queriendo de esa forma distraerle.

— No te hagas un drama en la cabeza –Dijo como si le leyera la mente.— Cuando acaben las clases ve a hablar con Liam, explícale todo, y hablen sobre lo que harán.

— ¿Cómo que sobre lo que haremos?

— No puedes obligar a Liam a formar una familia siendo él tan joven –A Peter ya no le gustaba el rumbo que estaba teniendo aquella conversación.— Si él no está listo, van a tener que...

Derek no pudo acabar la frase al ver el rostro de su tío, el cual reflejaba el más puro dolor y angustia. Sabia que Peter no soportaría perder a más familia, aunque esta fuera un niño aún no nacido. No sabía qué podría pasarle a su tío si perdía a alguien más.

— Habla con Liam –Repitió con voz más suave.— Seguro que todo saldrá bien.

Acto seguido, Derek hizo algo que Peter creyó nunca volvería a hacer. Le rodeó con los brazos y le abrazó con fuerza, de manera protectora, como solo Talia y su madre lo habían hecho alguna vez.

Quiso llorar por el recuerdo de su hermana y su progenitora, pero se mantuvo firme mientras Derek le dejaba ir.

— Las clases terminan en tres horas –Le había dicho su sobrino.

Peter había asentido con la cabeza para luego dejarse caer sentado en las gradas. Suspirando mientras intentaba calmar su alocada y nerviosa mente.

En un momento, Derek tuvo que irse a atender algo que al parecer había ocurrido y que requería de su presencia. Por lo que Peter se fue hasta su Mustang.

Pasó las tres horas que le siguieron metido en su auto hasta que escuchó el timbre que anunciaba el final del horario escolar.

Vio como los alumnos comenzaban a salir como si fuera una evacuación. Todos desesperados por irse de una vez.

Liam fue uno de los últimos en salir, y no venían con muy buena pinta. Tenía el ceño fruncido, la mochila meciéndose en su hombro y las manos metidas en los bolsillos mientras caminaba recto hacia adelante. Al verle pasar, varios alumnos se quitaban del camino, intimidados por el aspecto peligroso e imponente que desprendía el rubio.

Llegó junto al Mustang y entró, suspirando y mirando a Peter con una expresión de preocupación.

— ¿Estás bien? –Se preguntaron ambos al mismo tiempo.— Si, yo estoy bien ¿Y tú?

Ambos se miraron y, luego de unos segundos, rompieron a reír por la situación. Últimamente les pasaba seguido eso de hablar y acabar diciendo lo mismo al mismo tiempo, ya había comenzado a ser algo gracioso.

— ¿Quieres que te lleve a tu casa o...?

— No –Respondió súbitamente Liam.— ¿Tienes algo que hacer?

— No ¿Por qué la pregunta?

— Quiero llevarte a un lugar, solo pasemos por mi casa para recoger unas cosas.

La voz del rubio había sido repentinamente seria, poniendo nervioso a Peter. Aunque el alfa asintió con la cabeza y encendió el motor, comenzando a conducir hacia la residencia del menor.

Cuando llegaron, se detuvieron frente a la casa y ambos bajaron, entrando a la mirada.

Luego de cerrar la puerta, Liam arrojó la mochila al suelo y se fue escaleras arriba. Peter se quedó observando la sala, donde varias fotografías colgaban de la pared. Pudo ver, además, un estante lleno de trofeos y medallas, tantos premios había allí que parecía que en cualquier momento se iban a caer.

Se acercó curioso a aquella esquina y observó las inscripciones de los premios. Todos tenían el nombre de Liam, con diferentes fechas anotadas y por deportes variados. Le sorprendía que el menor tuviera tantos premios.

— Odio esas cosas viejas –Escuchó bufar al menor a sus espaldas.— Me da ganas de tirarlas a la basura.

— ¿Por qué? Son premios, deberías estar orgulloso.

— Son premios que gané luego de años de que me obligaran a volverme mejor que cualquier persona que se cruzara en mi camino –Dijo el menor, cogiendo uno de los trofeos y haciendo ademán de que iba a arrojarlo, aunque luego lo regresó a su lugar.— Prácticamente soy un trofeo andante para mis padres.

Peter se quedó en shock ante aquella declaración. No podía creer que, mientras más escuchaba de la familia de Liam, más quería sacar al chico de allí. Llevárselo lejos para que ninguna de esas personas volviera a encontrarle.

— Vámonos de una vez –Pidió Liam, colgándose una segunda mochila que había traído del cuarto.

El alfa asintió con la cabeza y, antes de salir, observó una última vez aquél estante con premios. Deseando ser el quien ayudara a Liam a destruirlos.

NOTA DE LA AUTORA:

Las cosas se están poniendo medio tensas entre nuestros muchachos.

En fin, sin más que decirles me despido deseándoles un buen resto del día y mandándoles muchos besos y abrazos para todos. Adiós mi linda manada.

Mating ||Piam||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora