Día anterior en la noche...
Silenciosamente termine de trepar la escalera para luego ingresar por la ventana del cuarto, la luna era mi única fuente de luz. La casa de Michi Grent, la chica que me gustaba, ¿Qué me podía llevar para que ella fuera a buscarlo? Estaba loco, eso se notaba, ¿Quién en su sano juicio entra a la casa de la chica que te gusta?
Observe su cuerpo tendido en la cama, dormía plácidamente, un maullido me saco de mi ensoñación, curioso me acerque al sonido.
―Mierda ―me queje al golpearme la mano, rápidamente tape mi boca y mire a Michi.
Un quejido salió de sus labios y giró quedando expuesta a la luz que entraba por la ventana, me quede mirando, desde mi ventana me encantaba mirar como dormía pero eso no se comparaba al verla así de cerca, sus ojos cerrados me dieron curiosidad ¿Qué color tendrían?
Negué con la cabeza al ver que perdía el valioso tiempo del que disponía, mire la pequeña cama de la esquina de la habitación, dormía una gata grande y algo gorda, sonreí, esa era el bebé de Michi, otro maullido me hizo mirar bajo el escritorio, había una pequeña cajita, curioso mire su contenido y me sorprendí al ver cinco pequeños gatitos.
En ese momento supe lo que haría, todo el mundo sabía que Michi era una loca por los gatos, y yo era un idiota que intentaría robárselos, pero ¿No se comenten locuras por amor?
Tomé a uno de los pequeños y una polera que se encontraba botada a los pies de la cama donde dormía Michi, sin hacer ruido lo oculte en ella y salí por la ventana, esto era una locura, mi madre me daría en adopción si llevaba otro animal, debía esconderlo de ella.
Mire la ventana de mi cuarto, ¿Cómo subiría allí?
―Cállate ―susurré al pequeño que estaba entre mis brazos.
Lo oculte muy bien en la polera y luego lo metí bajo mi poleron, esperando que sobreviviera camine a la puerta de mi casa.
Abrí la puerta y corrí hasta las escaleras subiendo sin hacer caso a los gritos de mi madre, esto era por mi bien, debía ocultar al pequeño, mi madre no debía enterarse.
Deje al pequeño sobre mi cama y salí nuevamente.
―No te muevas, iré por tus hermanos ―hablé antes de cerrar la puerta de mi cuarto.
(...)
Me deje caer en la cama con los cinco pequeños a mi alrededor, cansado de subir y bajar la escalera, feliz ya que tenía a los pequeños de Michi en mi poder, reí al ver las marcas de garras en mis manos, intente lo mismo con la madre de los pequeños, gran error, luego de terminar lleno de marcas desistí, Michi debió entrenarla muy bien.
― ¿Cuánto tiempo creen que se demore Michi en darse cuenta que ustedes no están? ―susurré mirando los ojos del pequeño gato blanco que se encontraba sobre mi pecho.
Recordé que Michi tenía una pequeña caja donde los gatos dormían, necesitaba algo igual, luego de depositar a bola de nieve, el nombre del pequeño gatito blanco, baje a la cocina en busca de mi madre.
― ¿Mami? ―llame su atención.
―Carter ―me miró seria.
― ¿Tienes una caja? ―sonreí fingiendo inocencia.
―Carter, dime que no robaste ninguna mascota de tus vecinos ―hablo con cansancio.
―Cómo crees mamá ―me hice el dolido―. Yo nunca haría algo así ―lleve una mano a mi pecho.
― ¿Y el perro de los Johnson? ―cuestiono con una ceja alzada.
―Eso fue un caso especial ―reí nervioso.
― ¿El pez de los Scott?
― ¡Él me dijo que lo hiciera! ¡Quería ser libre! ―me defendí.
― ¿El gato de los señores Mityun?
―La señora Mityun no lo quería ―fruncí el ceño―. Debía ser libre.
― ¿Quién fue esta vez Carter? ―cuestionó, su mirada me intimido y nervioso empecé a mirar hacia los lados―. Carter.
―Fueron los gatitos de Michi ―hable rápido y mi voz sonó algo aguda.
― ¿Michi? ¿Los Grent? ―cuestionó.
― ¿Si? ―dude.
― ¿Esa no es la chica que te gusta? ―me miró confundida.
―Carter Rigoberto de la Cruz no se deja dominar por una chica ―hable nervioso tratando de imitar la voz de mi padre.
―Tú no te apellidas así ―rió mi madre.
―Si ―le lleve la contra sacando la lengua.
Antes que siguiera insistiendo salí de la cocina, subiendo las escaleras me acorde a lo que venía, la caja para los gatos.
Camine nuevamente a la cocina y asome un poco la cabeza por la puerta, allí estaba mi madre esperando por mí.
―Hola mami ―hable como pequeño riendo.
Me paso la caja, rápidamente la tope y dejando un beso en su mejilla salí.
―Gracias mami ―me despedí.
Corrí nuevamente a mi habitación, al abrir la puerta mire sorprendido mi cuarto, ¡mis hojas! Los pequeños estaban sobre mi escritorio y hojas esparcidas por todo el piso.
―Traviesos ―reí, cerré la puerta para que mi madre no los viera.
Ubique la caja bajo la ventana y tendí la polera para que no les diera frio, fui a buscar gatito por gatito.
Luego de varios intentos logre dejar a los cinco pequeños dentro.
―Tu eres bola de nieve ―apunte al blanco―. Tu eres el capitán ―reí al ver a uno blanco y una mancha negra en su ojo derecho―. Tú te llamarás Firulai ―apunte a uno negro―. No, no me mires así, no solos los perros se llaman así―. Tú, Cristal porque me gustan tus ojos ―mire a uno de ojos verde claro―. Y tu ―mire al pequeño travieso ―. Revoltoso ―reí―. Amarás tu nombre.
―Buenas noches Carter ―salte al sentir a mi madre en la puerta, nervioso me coloque de pie dejando a los pequeños a mis espaldas.
―Buenas noches mamá ―su vista pasaba de los pequeños a mí, reí.
―Mañana hablaré con Michi ―sentenció.
Luego cerró la puerta y se fue, suspiré.
―Ustedes le gustan a Michi, a mí me gusta ella, haremos un pequeño intercambió ―hable mirando a la caja y luego saque mi ropa, quedando solo en bóxer y me acosté.
―Buenas noches gatitos ―apague la luz―. Buenas noches Michi ―susurré mirando la ventana que daba a su habitación.
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¡Devuélveme mis gatos! •SIN EDITAR•
Humor"Su más grande amor alguna vez fue el chico que robo sus mascotas." ESTE ES UN BORRADOR DE LA OBRA, PRONTO SERÁ CORREGIDA. Historia Corta #30 05/04/2017 •Prohibida su copia, edición y/o producción de la historia sin mi c...