Uno (Michi)

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Busque bajo mi cama y nada, dentro del closet solo había ropa, en la pequeña cama solo se encontraba Swammy mi floja gata y madre de los desaparecidos.

Me asuste, corrí tropezando con mi padre al bajar la escalera.

― ¡Mamá! ―grité buscando en la sala.

― ¿Qué?

― ¡Mis gatos! ―grité mirando bajo el sofá, nada.

― ¿Qué? ―rodé los ojos mirando bajo un mueble.

― ¡Donde están mis gatos!

― ¿Para qué los quieres? ―escuche su pregunta mientras me dirigía al baño, mire dentro de la bañera, nada.

― ¡Quiero mis gatos mamá! ―grité histérica.

― No, no, no ―la vi salir de la cocina con las manos sucias―. No estarás todo el día haciendo de mamá gallina.

―Pero ―proteste.

―No ―me cortó antes de seguir hablando.

― ¡Uy! ¡Cuidado! ¡Se enojó! ―grité con burla mientras subía la escalera.

Corrí a mi cuarto cerrando la puerta y apoyándome en ella para que no la abriera si me seguía, precaución.

Volví a mirar la cama donde estaba mi gata durmiendo y bufé, ¿Por qué nadie me decía dónde estaban mis pequeños bebés?

―Swammy ―susurré a mi gata―. ¿Dónde están tus hijos? ―me miró y luego volví a cerrar los ojos―. Y yo que te doy más comida.

Me levante y me tiré en mi cama, quiero mis gatos, son magos, tengo gatos magos, desaparecieron, un truco de magia.

― ¡Swammy! ―chillé haciendo saltar a mi gatita―. ¡Ya lo descubrí! ¡Tus hijos son magos! ―la maldita gata volvió a cerrar los ojos ¡Me ignoró!

― ¡Michi! ―el gritó se escuchó desde la plata baja y ahora estaba segura que todos mis vecinos sabían mi nombre.

― ¿Qué? ―conteste lo bastante alto para que solo ella escuchara.

― ¡Si no haces tu cama me verás enojada! ―reí.

― ¡Ella la enojona! ―grité colocando mis manos alrededor de mi boca para que sonara más fuerte.

― ¡Voy a subir!

― ¡Ven por mí! ―me burlé, al sentir pasos subir la escalera me asuste―. ¡Si mami estoy haciendo mi cama!

Me baje y empecé a ordenar mi cuarto, la ropa estaba esparcida por todos lados, tome y fui oliendo, lo sucio lo tire junto a mi cama y lo limpio dentro del closet, estiré mi cama y estaba lista. Cansada me tiré en la cama.

― ¡Si subo y estas tirada como vaga en la cama como siempre te las daré! ―rodé los ojos pero al sentir sus pasos subir nuevamente me levante de la cama y pase la mano sobre las arrugas para que no se notara.

―Tu no viste nada ―susurré a mi gata que se encontraba durmiendo aún, me encogí de hombros y me tiré a su lado.

La puerta se abrió con un fuerte golpe, levante levemente la cabeza para ver a mi madre de manos en cadera mirándome con el ceño fruncido.

― ¿Qué te dije de estar tirada como vaga? ―cuestionó.

―Tu dijiste que no estuviera en la cama tirada como vaga ―me detuve―. Estoy en el piso ―hable lentamente burlándome de ella y señale la cama y luego el piso.

― ¡Michi! ―me reprochó.

― ¡Loren! ―me burlé, me miro enojada―. ¿Qué? ¿No estábamos diciendo el nombre de la otra? ―fingí inocencia.

Me miro durante unos segundos, negando con la cabeza y hablando en voz baja se alejó de mi cuarto, lentamente me levante y la observe escondida desde el marco de la puerta, bajo las escaleras.

―Michi uno, Loren cero ―reí mirando a mi gata.

La maldita ni se movió ¡volvió a ignorarme! Cansada me tiré en mi cama, odiaba los días de calor.




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¡Devuélveme mis gatos! •SIN EDITAR•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora