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El dolor aviva la tinta de nuestras plumas y lo oscuro de la tinta en muy poco nos convierte en letras.
Eso es exactamente lo que somos, simples letras de las que buscamos consuelo.
Cuando se dice que ya nada queda aún queda algo, queda un poeta, poeta tan desolado y tan roto que podría matarse.
Quedan dos o tres versos guardados que nos rompen un poco más de lo que ya estamos, una canción que a la par de la tristeza aviva nuestros lápices y una inspiración que dura un instante o tal vez una vida.
Tristeza somos, tristeza escribimos. Es lo que somos en cada renglón.
Todo de nosotros de libera y los poemas se vuelven adictivos.
Se vuelve adictivo pensar que se largan las penas en un par de palabras escritas en paginas de aquí y allá.
Se vuelve adictivo pensar que escribir es como dar una calada al cigarro, un sorbo al café y un beso al ser que se ama estando tranquilo.
Se vuelve adictivo pensar que somos buenos en algo en lo que somos libres.
Se vuelve adictivo hacer gente inmortal con tantos escritos.
Desde aquí estando rota puedo sentir que algo queda, que algo queda de mi en los versos tan vagos, sinsentido y descuidados a los que me gusta llamar poesía.
¿Que tan rotos están los poetas?
¿Que tan rotos estamos?

"Entre Plumas Negras".Donde viven las historias. Descúbrelo ahora