Capítulo 5

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ㅡ Anda vamos que con tanto descanso no llegamos ㅡdijo Iris.
ㅡ Pues tienes razón ㅡcontestó Eloy.

Mientras iban colina abajo lo que parecía un pequeño yorsay se cruzó corriendo persiguiendo lo que parecía una liebre. Él se le quedó mirando los pocos instantes que el animal se dejó ver.

ㅡ ¿Sabes qué? ㅡpreguntó Eloyㅡ. A Rufo le habría gustado caminar por aquí.
ㅡ ¿Te acuerdas de cuando jugaba con los más pequeños? ㅡpreguntó ella mirando lo que les quedaba de sendero.
ㅡ Sí. Y de cuando te lambiaba la nariz.
ㅡ Ese pequeñajo sabía bien hacerme reír.
ㅡ Hablas como si sólo te quisiera a ti ㅡle reprimió él.
ㅡ Yo era su preferida y lo sabes.
ㅡ Eso te crees tú. ¿Acaso le preguntaste? ㅡpreguntó Eloy.
ㅡ ¿Qué crees que me iba a responder si le hubiese preguntado? ㅡella se rió de él.
ㅡ ¿Guau guau? ㅡpreguntó soltando una larga carcajada.
ㅡ Jajaja, no tienes remedio ㅡsoltó Iris negando con la cabeza.
ㅡ Apostaría a que también le dedicaste un poema, conociéndote no me extrañaría nada.
ㅡ ¿Y qué malo tendría eso Eloy?
ㅡ ¿Qué estarías como una chiva? Jajaja.
ㅡ ¡No seas grosero cordero!
ㅡ Sé que lo escribiste ㅡle dijo acompañando las palabras de un codazo.
ㅡ ¡Qué no!, no seas pesado amor.
ㅡ ¡Y yo que me lo creo! ㅡdijo él mirándola de reojoㅡ. Sé que le dedicaste un poema al perrillo.
ㅡ ¡Qué ya te he dicho que no y es que no! ㅡdijo Iris cruzando los brazos sobre su pecho.
ㅡ Si lo dices así no me quedará otra que creerte a pesar de que sé que lo hiciste.
ㅡ ¡Uff!
ㅡ Si resopla, resopla, así me lo creeré mejor amor.
ㅡ Déjalo ya por favor ㅡle dijo intentando parecer serena.
ㅡ Pues dame otro beso ㅡpidió Eloy a Iris.

Ella se lo dio en la mejilla a toda prisa y se rió a escondidas pues lo cierto es que él tenía razón. Minutos después, mirando al cielo recitó para sus adentros...

ㅡ Lo sabía ㅡdijo él.
ㅡ ¿El qué? ㅡpreguntó ella.
ㅡ Estabas recitando en la mente.
ㅡ ¿Y ahora que eres telépata o que?
ㅡ Jijiji ¡Qué va!, pero tengo ojos en la cara y vi cómo movías tus lindos  labiosㅡrespondió Eloy satisfecho.

La mujer se apretó y mordió los labios, la había descubierto.

ㅡ No te preocupes que no quiero escucharlo.
ㅡ Entonces ¿por qué insististes?
ㅡ No sé ㅡse encogió de hombros.
ㅡ Pero bueno ¿a qué juegas? ㅡpreguntó Iris con los brazos en jarras.
ㅡ A nada.  Sólo quería meterme contigo. No quiero escucharlo ㅡdijo el mentirosillo.
ㅡ Pero...
ㅡ Sigamos que se hace tarde ㅡdijo intentando cambiar de tema.
ㅡ Está bien ㅡdijo ella.

Ambos siguieron recorriendo la senda discordantes.

ㅡ Te lo contaré ㅡdijo ella.
ㅡ No hace falta amor.
ㅡ Es que me siento mal y ahora necesito contarlo.

Él se dio la vuelta pues ella iba detrás vacilando con la decisión de si recitarlo o no después de la conversación anterior. Entonces ella sin esperar respuesta comenzó así:

En una pequeña caja de cartón
alguien inexpresivamente te dejó.
El destino quiso que te encontráramos.
Eras muy pequeño y estabas indefenso,
vulnerable y recientemente abandonado.
Tu cara reflejaba un temor inmenso.

Con los primeros ladridos que me lanzaste empecé a amarte
y con los primeros juegos en familia comencé a adorarte.

Largos paseos a tu lado con mis hijos,
felices juegos en el parque o el césped,
lametones en mi cara jugando con ahínco...
hacen a esta familia quererte siempre.

En una estrecha caja de cartón
llegaste a la familia reclamando amor.

Ella quedó callada y él la observó con zorruna sonrisa.

ㅡ ¿Y ahora de qué te ríes?
ㅡ Ya la había leído ㅡcontestó él.
ㅡ No entiendo... ¡Oh! No habrás sido capaz... ㅡdijo ella dejando volar la imaginación.
ㅡ ¿Capaz de qué de leer en secreto tu libreta marrón? Jejeje.
ㅡ ¿En serio lo has hecho? ㅡla cara de ella se entorno enojada.
ㅡ ¡Yoo!, tú sabes que te quiero demasiado para eso. Me lo enseñaste un día para preguntarme que qué me parecía.
ㅡ Oh, lo siento ㅡdijo ella al venirle a la memoria el recuerdo de aquel momentoㅡ. Acabo de recordar que es cierto. ¡Cómo te gusta chincharme! ㅡy le dió una palmada en la espalda para desequilibrarle juguetonamente.

Ella lo cogió de la mano posteriormente y él apretó la de ella haciendo las paces sin mediar más palabras pues no hacía falta. Con sus miradas sin resentimientos comenzaron de nuevo a avanzar por aquel natural trayecto.

La creadora de versos: Etéreo recuerdo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora