La senda por la que paseaban Eloy e Iris era bellísima, larga, algo estrecha por algunas zonas y un tanto pedregosa por otras. El panorama rebosaba enigmática belleza y el sol brillaba fuertemente lo que dificultaba ver su grandeza en todo su esplendor. Algunos árboles andaban caídos casi tocando el suelo por su singular fisonomía, pero eran los menos, otros se alzaban majestuosos y frondosos a no poder más. Viendo la escasa nieve podría haberse dicho que hacía frío, pero lo cierto es que la temperatura era bastante aceptable.
Ya llevaban buen rato caminando y charlando, así que la pareja se encontraba descansando bajo un pinar el cual estaba cubierto de una finísima manta de nieve blanca recién caída. Podría decirse que ambos ni sentían el frescor del ambiente gracias a que andaban conversando en buena compañía y a buen ritmo aquel día.
En algunos tramos se observaban huellas de animales de forma solitaria, pero la gran mayoría denotaban el paso de alguna gran manada de cuadrúpedos. Aunque el único animal que se atrevió a presentarse ante ellos fue aquella mariposa formando círculos y figuras abstractas en el aire, no hay duda de que aquella tierra estaba rebosante de vida. La naturaleza de aquel lugar era inigualable. La perspectiva gozaba de simpleza pero eso quizás acentuaba su misteriosa belleza. El sendero que partía en dos las vistas descritas era largo, y agotador según se viese, lo que a su vez daba mucho tiempo para dialogar y así lo concibieron rápidamente nuestra pareja que no dudó en alabar tal hermoso lugar en contadas ocasiones.
Bajo el pinar más cercano, ya descansados los pies, se dieron un lindo beso rememorando el primero que disfrutaron en momentos antaños, lo que les dejó realmente bien callados por un buen rato.
Ambos viajaron al pasado fugazmente en sus mentes a través del contacto eléctrico de aquel beso. Pero Iris, además, lo revivió en su mente en forma de verso mientras lo besaba:
Aquel día llovía y ella estaba sola.
casualidadesde la vida,
él andaba por aquella zona.Ella no se atrevía a salir de la fiesta para llegar a casa,
él previsor como siempre disponía de un gran paraguas
y fue consciente del temblor que a lo lejos mostraba la muchacha.
Era de noche y hacía frío, ella esperaba que parara de caer agua.Él la vio al fondo del porche tiritando sin parar,
entonces se quitó su abrigo y se lo ofreció así sin más.Ella aceptó el chaquetón casi casi a regañadientes
pues el frío le hacía castañear hasta los dientes.Él se ofreció a acompañarla bajo el paraguas
y ella deseosa por partir aceptó sin temor al agua.A medio camino él le tendió su mano
y ella se la dejó arrebatar.
Él entendió que estaba preparado
y le preguntó si le podía amar.Ella se paró en seco bajo la tormenta
y él temió haber hablado demasiado.
Bajo el cielo encapotado se quedaron mirando,
y entonces bajo aquella lluvia tremenda,
sus labios por primera vez se unieron
callando ese sello de amor al ruidoso viento.Un suspiro sincronizado llevó a la realidad a los dos ensimismados que quedaron apoyados por la frente y que al escucharse mutuamente compartieron una mirada de complicidad a milímetros de distancia. Instintivamente se agarraron de las manos, retomaron el beso y poco después continuaron caminando de la mano de nuevo.
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La creadora de versos: Etéreo recuerdo.
Kısa HikayeLa vida está hecha a base de sentimientos y los poemas se alimentan gustosamente de ellos. A base de poemas surgió un relato y del relato los poemas. Es curioso lo que puede surgir cuando todo gira sobre un mismo tema. © Obra registrada Registro en...