—¡No, no me pueden hacer esto! —gritó Dean mientras era sujetado por dos enfermeros, quienes lo arrastraban hasta dentro de una camioneta blanca perteneciente al hospital Santa Ana.
Sam no pudo detenerlos, por lo que decidió subir a su auto y seguirles hasta el hospital. Todo había sido demasiado rápido, en un momento estaban acostados en la cama, abrazados, felices, y minutos después venían a buscar a Dean para internarlo, alegando que su padre y la supervisora Ruby habían firmado la constancia de ingreso.
Sam tomó su celular y aunque estaba manejando y podía ser peligroso, llamó a Ruby para aclarar las cosas.
—¿Qué carajo se supone que estás haciendo?
—Por tu tono de voz me imagino que ya deben estar trayendo a Dean Winchester.
—Él está bien. Mejoró. No tenías que hacer esto.
—¿Ah, no? Yo te lo advertí, Sam. El día que me rechazaste fue el día que juré que no ibas a estar con nadie más en tu vida.
Sam quedó callado por unos segundos. Era verdad, ella se lo había dicho hacía ya unos cinco años.
—Lo que pasó entre nosotros no estaba bien. Sabes que nunca te amé.
Su relación había sido bastante inestable desde el día que se habían conocido, hacía ya seis años. Sam había ingresado al hospital más o menos al mismo tiempo que ella. Eran nuevos, y se apoyaron el uno en el otro. Mientras que Sam la veía como una amiga, los sentimientos de ella habían crecido más y más. Terminó enamorada de alguien que sabía que no podía tener. Aun así, Sam decidió darle una oportunidad.
Los celos desmedidos y el control se habían encargado de hacerle saber a Sam Winchester que Ruby no era alguien que le convenía tener cerca. Siendo doctor y encima psiquiatra, Sam sabía que Ruby era una mujer con signos de futura maltratadora. Obviamente, no le parecía bien decir nada al respecto, y tampoco quería que ella perdiera su empleo por ello. Le tenía un cierto afecto, y entendía su condición.
—Ni siquiera te preocupes en venir a visitarlo. Estará en aislamiento el resto de su internación. Y por cierto, sucedió algo con Chuck... digamos que ahora estoy yo a cargo del hospital. Nos vemos pronto, Sam.
No pudo evitar golpear el volante al escuchar aquellas palabras. La impotencia era grande. No podía sacar a Dean de allí. Solo podía esperar que Chuck volviera a dirigir el hospital para pedir su ayuda, pero ni siquiera sabía qué le había sucedido.
Mientras tanto, Dean estaba en la camioneta, con un chaleco de fuerza para no dar problemas. No podía creer que algo así estaba sucediendo. ¿Entregado por su propio padre? ¿Por qué hacer eso si a él ni siquiera le importaba su hijo? Lágrimas cayeron por sus mejillas, pero no eran de tristeza. Eran de rabia, de dolor, de impotencia.
Minutos después la camioneta se detuvo. Los enfermeros bajaron con rapidez, se llevaron a Dean mientras Sam estacionaba su auto y bajaba de él corriendo.
—¡Sam!
—¡Dean! —ya era demasiado tarde para una despedida, Dean estaba siendo llevado a rastras por los enfermeros, casi a punto de entrar por la puerta. Sam quiso intervenir pero fue detenido.
—Señor, usted no puede acercarse a este hospital.
—¿De qué me está hablando? —preguntó al ver a un guardia parado frente a los grandes portones del hospital, los cuales estaban a punto de ser cerrados por otro guardia.
—Tenemos la orden de no dejarle entrar.
—¿Perdón? ¿Usted sabe que yo trabajo aquí? Soy el doctor Win...
—Trabajaba. ¿No le avisaron nada? Usted fue despedido.
La mirada arrogante del guardia hizo que Sam sintiera una puntada en el pecho. ¿Despedido? Aquel lugar era el trabajo de sus sueños. Ayudaba a las personas, daba todo lo mejor de sí.
—Ruby... —dijo en voz baja, mirando el suelo.
Dean caminó por el pasillo. Nuevamente en aquel lugar, pero más solo que nunca. Ruby lo esperaba al final de aquel pasillo frío y largo, de brazos cruzados y con una sonrisa en el rostro.
—Yo sé lo que hiciste —murmuró Dean, mirándola fijamente a los ojos.
—¿Qué hice?
—Dejaste que Alastair me golpeara en la habitación. Estoy seguro de que escuchaste todo —rió sintiéndose un tonto— de hecho, estoy seguro de que tú lo mandaste a hacer eso.
—Fue exactamente lo que me dijo Chuck. Lamentablemente, no lo pudo probar. Es más... ahora mismo está enfermo, internado en algún hospital. Pobre Chuck.
—¡Eres una perra!
—Dime algo que no sepa.
Con una simple seña le hizo saber a los enfermeros que debían llevárselo. Grande fue la sorpresa de Dean al ver la habitación que le habían dado. La puerta tenía un pequeño agujero para pasar la comida, no habían ventanas, ni luz. La cama era apenas un colchón sin sábanas o frazadas. Lo tiraron dentro sin siquiera sacarle el chaleco de fuerza.
—Que te diviertas ahí adentro, Dean.
—¡No! ¡Sáquenme de aquí! ¡Ruby!
Los gritos hacían eco en todo el hospital, pero nadie parecía escucharlos. O quizá, simplemente hacían oídos sordos.
**Salseoooo xD Perdón por tardar en traerles el capítulo D: tuve problemas con la PC y bueno, no pude escribir nah ;_;
Si les gusta por favor hagánmelo saber :) Por cierto, se acerca el final...
PD: Les dejo esta imagen de Dean y Ruby que me gustó mucho <3 **
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Mi Doctor es Sam Winchester【Wincest】
FanfictionEl famoso psiquiatra, Sam Winchester, está a cargo de un nuevo interno en el hospital psiquiátrico Santa Ana. Casualmente, el nuevo paciente comparte su apellido. Dean Winchester Campbell, un magnate de negocios, depresivo y suicida, conocerá al do...