Capítulo 20

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El auto se detuvo frente a la casa gris y descuidada, la cual parecía abandonada. Jo observó a Cas, quien estaba a su lado.

—¿Aquí?

Jo asintió. Ambos bajaron del auto y cruzaron la calle para llegar a la casa. La puerta de madera deteriorada y la ventana con algunos vidrios rostos le daban un aspecto siniestro. Golpearon la puerta con firmeza, y esperaron al ocupante de la vivienda.

—¡No hay nadie! —gritó una voz desde dentro.

—¿Alastair? —preguntó Jo— tengo algunas preguntas para hacerte.

Nadie respondió. Cas pateó la puerta y ésta se abrió sin problemas. Alastair, sentado en las escaleras, parecía bastante sorprendido.

—¡Hey, eso es invasión de propiedad!

—¿Quién pagó tu fianza, eh? — preguntó Jo furiosa.

La mirada desafiante de Alastair los hacía sentir incómodos.

—Si esperan que diga algo sobre Ruby, pierden su tiempo.

—¿Cuánto?

Alastair levantó una ceja, confundido.

—¿Cuánto qué?

—¿Cuánto es tu precio por hablar?

—Ja. No creo que tengas más dinero que Ruby.

Alastair se levantó, y Castiel puso su brazo en el barandal de la escalera para que no pasara.

—Soy la ex prometida de Dean. Su mano derecha. Tengo acceso a sus cuentas, así que puedo pagarte bien por tu información. Mejor que "Ruby".

El hombre se rascó la barba de varios días, pensativamente. Era una buena opción, pero nada le aseguraba recibir ese dinero.

—Primero quiero el dinero, después hablaré.

—Hecho. Cas...

Castiel salió de la casa con rapidez. Al volver, traía un estuche negro el cual abrió frente a Alastair. Estaba lleno de dinero, más del que Ruby le había proporcionado.

—Sabemos que tienes información, sabemos que Ruby te pagó para golpear a Dean aquel día en el hospital. Tienes que declarar eso a la policía.

—Ella me matará.

—No exageres.

—Es en serio, rubiecita. Ruby no tendría problemas para hacerlo. Me mataría si les cuento algo. Quiero seguir viviendo.

—¿Y a esto llamas vida? — dijo Cas, observando el lugar.

Se levantó de las escaleras, esta vez Castiel le dio paso. Miró el dinero y suspiró.

—Está bien. Es bastante dinero —dijo alzando las cejas— lo haré.

***

Sam conducía a gran velocidad, rumbo al hospital psiquiátrico Santa Ana, donde de una u otra forma se volvería a encontrar con Dean.

Al llegar, varias camionetas, cámaras, y micrófonos invadían el lugar.

Era obvio, hacía dos días que Dean había quedado injustamente encerrado, y Ruby, la directora en aquel momento, había prometido dar una especie de discurso por lo sucedido.

Sam se bajó de su auto y caminó hacia la entrada. Llevaba lentes negros y una gorra, además de ropa deportiva.

—¿Señor tiene identificación? — preguntó un guardia junto al gran portón.

Mi Doctor es Sam Winchester【Wincest】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora