Capítulo 3

3.3K 459 111
                                    

Esa noche, Dean parecía no poder conciliar el sueño. Observaba el techo, con ambos brazos debajo de su cabeza, preguntándose qué carajos había dicho mal. La conversación corta que había tenido con el doc no le había servido de nada. ¿Qué le había molestado tanto?

Se dio la vuelta, poniendo una de sus manos bajo la almohada. Pensó nuevamente en todo lo sucedido, y arrugó la frente al creer haber hallado la razón.

—Maldito homofóbico —dijo en voz alta.

—¿Me hablaste?

—No, no a ti Bobby —le habló a su compañero de celda, un viejo que se creía cazador de animales, o demonios, o algo así, parecido a Cas. Lo habían transferido a su habitación ya que el paciente anterior necesitaba una habitación para él solo, o lo que se conocía como aislamiento.

—¿Qué piensas de los hombres que se enojan si les dices que son gay?

Bobby estaba tapado hasta los hombros con una simple sábana. Observaba el techo, ambas manos sobre su abdomen, entrelazadas.

—Buena pregunta. Pienso que son idiotas.

—Cuánta razón, Bobby.

Ambos se quedaron callados por unos segundos. Dean, por su parte, no dejaba de pensar en la reacción tonta de su doctor. ¿Tanto enojo por insinuar que le gustaban los hombres? Entonces comenzó a recordar situaciones, escenas de su vida que deseaba borrar, pero siempre habían estado allí.

***

—Este imbécil se calienta con hombres.

—¡Basta!

—¿Te gustan los penes, eh Winchester?

—¡Llamaré a mis padres! —gritó Dean, encerrado en el baño.

—¿Y qué harán por ti, eh? Solo son unos pobretones con aires de grandeza —gritó un chico desde afuera, que estaba acompañado por otros tres— Sabemos que no tienen tiempo para ti, no les importa tener un hijo homosexual.

—¡Me das asco, Winchester! ¡Le mostraré esto al director y serás expulsado! —gritó otro, con una revista en la mano. Era una revista con imágenes sexuales, todas de hombres.

Dean solo pudo llorar con su rostro hundido entre sus manos, arrodillado frente al excusado.

—Y eso que decía ser mi amigo —repitió un chico bajo, de ojos rasgados— quizá solo quería tocarme el muy degenerado.

—¡Basta! ¡Basta! ¡Los odio! ¡Los odio! —chilló Dean con una voz quebradiza, sin parar de llorar.

***

La escena era tan vivida que hacía temblar a Dean. Quería olvidar cada una de esas escenas de su vida, pero le eran imposibles. Repentinamente, sintió culpa por su pregunta al doctor.

—Bobby.

—¿Eh?

—¿Crees que pueda hablar con el doctor Sam ahora si hago un poco de escándalo?

—¿Estás loco? Te van a mandar a aislamiento.

Miró el techo nuevamente, manos detrás de su cabeza, respiración lenta. Sí, seguramente estaba lo suficientemente loco como para hacerlo.

Dean se levantó casi corriendo, y comenzó a golpear la puerta con fuerza, dando puñetazos, patadas, y si no fuera porque la puerta era de metal, también le habría dado cabezazos.

—¡Quiero ver al doctor Winchester! ¡Doctor! ¡Doctor! ¡Necesito al doctor!

—¡Basta, estúpido, te enviarán a aislamiento y no se sabe cuánto puedes estar allí!

Pronto se encendieron las luces del pasillo, y Dean solo pudo sonreír al escuchar los pasos apresurados.

Dos o tres enfermeros llegaron casi corriendo, abrieron la puerta y tomaron a Dean por los brazos.

—¡Hey, esperen, yo solo quería hablar con Sam, Sam! —gritó escandalosamente. Ya se escuchaban los gritos de los demás pacientes de aquella parte del hospital.

—¡Déjenlo, él solo quiere hablar con su doctor! —dijo Bobby colgándose sobre uno de los enfermeros. Llegaron dos más, y se encargaron de él, inyectándole un calmante en el brazo.

Segundos después, Bobby estaba casi dormido, tirado en la cama, mientras Dean observaba la escena, y seguía luchando.

—¡Basta, basta! ¿Qué está pasando aquí? —dijo Sam entrando a la habitación, con grandes ojeras.

—¡Doc, doc! Yo solo quería hablar con usted, voy a cooperar, voy a cooperar —repetía Dean, mientras un enfermero le tomaba el brazo izquierdo, otro el derecho, y un tercero sostenía una jeringa que estaba a punto de clavar en su brazo.

—Basta, déjenlo. Pueden irse muchachos, yo me encargo.

Acto seguido, los enfermeros lo soltaron, y se retiraron de la habitación renegando.

—Necesitaba hablar contigo, Sam. Quiero decir, con usted.

—Dean... no puedo hablar contigo ahora. Tienes que descansar. Hablamos en la mañana.

—¿Lo promete?

Sam arrugó la frente, sorprendido a la vez que confundido. Finalmente, dejó salir una cálida sonrisa, y asintió lentamente.

—Sí, Dean. Te prometo que hablaremos. Ahora ve, duerme. ¿Ves el alboroto que armaste? —dijo señalando a Bobby, al mismo tiempo que se escuchaban quejidos de otros pacientes.

—Lo siento. Y no solo lo digo por esto, sino por lo de hoy. Realmente lo siento —dijo Dean ya a punto de acostarse. Su mirada demostraba sinceridad.

—Lo sé, Dean. Lo sé.

Finalmente Sam se retiró, y Dean quedó acostado, mirando a un lado, hacia su compañero Bobby, quien ya estaba profundamente dormido. El día siguiente, arreglaría mejor las cosas. Le contaría la verdad al doctor Winchester.

** Espero que estén disfrutando de esta historia tanto como yo estoy disfrutando al escribirla ❤ agradezco sus votos y comentarios, me ayudan a mantenerme motivada :) 😘 **

Mi Doctor es Sam Winchester【Wincest】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora