Historias pokemón.

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Narra Meowth

El bobo me tenía acorralado, jamás esperé que me secuestrase. Tantos años intentando capturar a Píkachu y él en el primer intento lograba capturarme a mi sin siquiera utilizar un robot gigante. Debía conseguirme uno de esos Pídgeots.

—No es que quiera retenerte, pero necesito que hagas algo por mi. Se trata de algo simple, pero solo tú puedes ayudarme —dijo dejando de lado su teléfono por un momento. Parecía avergonzado al conversar conmigo.

—¡Ya te dije que no te ayudaré! Ahora, entrégame a ese Píkachu.

El aludido me amenazó encendiendo chispas en sus mejillas eléctricas. Retrocedí asustado pero el muchacho frenó a su pokemón y volvió a dirigirme la palabra.

—No pretendo obligarte a hacer algo que no desees, por eso te propongo un trato: Si tú me ayudas ofreciéndome tus servicios como traductor pokemón yo te daré esta MT 16 que contiene el movimiento día de pago. Con él no solo tendrás un ataque nuevo, sino que además podrás aparecer dinero en medio de cada combate. Quizás no vuelvas a pasar hambre nuevamente ni tengas que trabajar tanto como lo venías haciendo hasta ahora. ¿Qué me dices?

Liberé un silbido ante la posibilidad. Se supone que los gatos viejos no aprendemos nuevos movimientos, pero una MT es una opción que no había explorado. Quizás valiera la pena servir de traductor después de todo.

—Muy bien, esto es lo que haré: yo te ayudaré a cambio de que me des esa MT y también me entregues a tu Píkachu, ¿qué opinas?

—Creo que mi oferta no es tan mala, pero si quieres cancelo el trato.

—¡No, no, no, espera! —nadie podía enojarse conmigo por intentarlo, ese Píkachu valía oro pero no dejaría pasar aquella MT— Está bien, lo haré por la MT, pero debes jurarme que me dejarás escapar sin atacarme ni bien te haya ayudado. ¿Lo prometes?

—De acuerdo, pero a cambio de eso te pediré un favor: No uses este nuevo ataque para molestar a los weedles y Pidgeys solo para conseguir unas monedas. Entrena duro contra pokemons de tu nivel y te harás más fuerte, y quizás consigas más experiencia y puedas aprender ataques nuevos. ¿Me harías ese favor?

¿Quién demonios se creía para pedirme eso?

—Yo soy del equipo roquet, mocoso. Haré con esto lo que me plazca.

El bobo dudó. Luego de unos instantes de reflexión terminó por acceder a revelarme mi nueva misión.

—Lo que tendrás que hacer es traducir fielmente todo lo que te diga mi Píkachu, ¿puedes?

—Nunca tuve problemas en entender a tu pokemon.

—¡Grandioso! Ya oíste píkachu, quiero conocer toda tu historia antes de que nos encontráramos en el laboratorio del profesor Oak. Cuéntamelo todo.

El roedor comenzó a hablar, pero seguramente al perdedor no le agradaría lo que estaba diciendo.

—Dice que no confía en mi y que no quiere contar nada tan personal en frente mío. Oye, yo ya estoy traduciendo lo que dice tu pokemon, así que me tienes que dar la MT aunque él no diga nada.

El humano pareció consternado por la situación. Suspiró profundamente y luego agregó.

—Lo sé, lo sé. Oye Píkachu, ¿te haría sentir mejor si Pídgeot nos contara también su historia?

El roedor asintió. Entonces el muchacho llamó al enorme ave para que cumpliera con su parte. Pídgeot lo pensó un momento y luego dijo.

—Nací de un huevo en la ruta que queda cerca de pueblo Paleta. Mi infancia como Pidgey fue muy buena hasta que aprendí a volar y decidí a valerme por mi mismo, recorrí muchos kilómetros y me alejé de mis padres mientras me desarrollaba como un pokemón cada vez más adulto. Adoraba tanto cazar pequeños Caterpie que me enterré en el bosque verde donde ellos aparecían por montones hasta que un día encontré un Kakuna y me lo quise comer. Cuando rompí el caparazón en su interior en lugar de encontrarme el sabroso y viscoso líquido de un bicho en formación me encontré con un horrible Beedrell que me persiguió intentando aguijonearme. Por esos azares del destino la fuerza interior me correspondió en ese momento y evolucioné para volverme un Pidgeotto y pude hacerle frente. El beedrill estaba sabroso, crocante por fuera y viscoso por dentro, todo un manjar. A partir de ese momento pensaba dedicar mi vida a viajar por el bosque y comerme todos los bichos que pudiera encontrar pero apareciste tú y me capturaste. No te tenía muchas esperanzas porque intentaste hacerme frente con un bicho y un roedor, dos de mis presas preferidas de ese entonces, pero con el tiempo demostraste ser un gran entrenador y me regalaste el privilegio de ser uno de los más altos pokemón en la tabla clasificatoria de la liga de Kanto. Yo no había soñado con eso, pero ahora tenía no solo un gran entrenador, sino también un motivo nuevo para estar orgulloso de mi mismo. Me hiciste descubrir mi propia fuerza, y por eso no me resultó raro que una vez más la fuerza interior volviera a mí, invitándome a la evolución final de todos los de mi especie para convertirme en el Pidgeot protector del bosque donde había pasado gran parte de mi infancia. Sin importar todo esto, nada me prepararía para adivinar que volverías a mi para traerme otra vez la evolución, superando todos los parámetros ofrecidos a los míos en la vida salvaje. Tú eres especial, y con eso lograste hacerme especial a mi también. Gracias, Satoshi.

El nuevo intento de AshDonde viven las historias. Descúbrelo ahora