No te rindas hasta el final

1.1K 75 44
                                    

Narra Satoshi.


Sonábamos tan tontos parados frente al ser de la destrucción entonando nuestros desafíos, exigencias y amenazas, pidiendo por el cese del caos, por la liberación de Serena, tratando de razonar con aquel a quien toda razón escapa puesto que su único motivo de vivir era destruir la vida de alguien más para mejorar la propia. Yo me sentía inestable, sabía que si me desesperaba podría perder el vínculo que me unía con mi pokemón y Greninja volvería a su forma habitual, perdiendo la ventaja que el fenómeno lazo nos brindaba. Por su parte, Charizard daba un espectáculo en su forma mega evolucionada, cargando consigo a varios de los pokemón del equipo roquet.

La batalla se inclunaba a nuestro favor paulatinamente, Blaine, su hija, su futuro yerno y la oficial Jenny junto a algunos entrenadores que habían competido en la liga nos prestaban su poder para hacer frente a nuestros adversarios permitiéndome centrarme en Yveltal y aquellos obsesivos ladrones de Pikachu que nos persiguieron tantos años, quienes ahora mantenían cautiva a mi querida Serena.

—¡Pikachu, esquiva con tu ataque rápido a Wobbuffet y usa Cola de acero sobre Malamar! —ordené al pequeño roedor que se hacía cargo del trío de perdedores, pero su intención fue frustrada por Gourgeist y su Bomba germen.

Si tan solo lograra de algún modo alcanzar a quien controlaba a Serena, ella sería librada y podría volver a mi lado. Tenía que concentrarme para poder llegar a ella, aunque la adrenalina era tanta que mis sentidos fallaban, tartamudeaba confundiendo las palabras al intentar dar una orden, no pensaba con calridad. De pronto el movimiento Z de Magmortar hizo blanco en Yveltal y yo me desesperé al ver que dicho ataque pasaba cerca de Serena.

—¡No! Por favor, alto. Podrías lastimarla.

—Muchacho, esto es serio. Si no derrotamos a ese pajarraco todo Kanto podría ser lastimado.

Hice un esfuerzo por encontrar las palabras adecuadas ya que el pokemón de la destrucción se dirigía ahora hacia pueblo Paleta, donde recidían todas las personas que marcaron mi infancia y me acompañaron desde sus casas en cada viaje. Siempre recibía noticias de ellos cuando conversaba con mi madra; sabía que Eliot y Lidia se iban a casar, que Gladis estaba embarazada de nuevo, que el pequeño Tomas al fin había sacado su licencia para ser un entrenador pokemón y comenzaría su viaje a penas cumplidos los diez... Podría llegar a enfrentarlo algún día y ver qué tan fuerte se había hecho tras su viaje. Sabía de traiciones, de romances, de viajes y sueños, sabía de vida. Pueblo Paleta estaba lleno de vida, y eso era un tesoro para el voraz apetito destructivo de aquel malvado pokemón.

Las bolas y rayos de energía provenientes de ambas líneas de ataque pokemón aseguían brindando un centenar de explosiones cubriéndolo todo de polvo, vapor y humo, hecho que fue aprovechado por Joe y su Jolteon para desatar un violento ataque eléctrico contra el ave roja que casi pierde su estadía en los cielos, más tras un breve lapso de caída vertical recuperó la conciencia y regresó a su vuelo.

—¡¡No!! —grité desesperado al ver que aquel golpe también había afectado a la chica que el ave sostenía entre sus enormes patas— No dejaré que nada la lastime. Voy a luchar hasta el final, sin rendirme, sin titubear. ¡Sin importar lo que me enfrente, el vínculo que tengo con mis pokemóns prevalecerá!

Sentí una calidez brotar de mi interior y conectarse con una sensación similar que procedía desde Pikachu, nuestros pechos resonaron al unísono, nuestras almas tomaron el mismo color, sus ojos fueron mis ojos, su respiración invadía mi pecho. Aquella sensación ya la compartía con Greninja, por lo cual la sincronización con Pikachu terminó al fin de abstraerme de mi mismo, convirtiéndome en un ente casi etéreo, casi sin conciencia de sí mismo, inexistente y palpable al mismo tiempo. Daría guerra con todas mis fuerzas, sería otro soldado más de aquel enfrentamiento, me convertiría nuevamente en un pokemóm.

El nuevo intento de AshDonde viven las historias. Descúbrelo ahora