Acertijos de fuego.

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Narra Satoshi.

Nuestro vuelo llegó a su final muy cerca del gimnasio donde en pocos minutos, Koga nos recibía complacido.

—¿Cumpliste con tu objetivo, Satoshi? —preguntó Aya al llegar al dojo.

—¡SI! —afirmé con emoción—, ya tengo todas las respuestas que buscaba. Creo saber por qué no podía sincronizarme con Pikachu.

Ambos se alegraron al escuchar mis palabras.

—¿Entonces ya puedes hacer que crezca la fuerza de tu pokemón?

—Aún no lo he intentado —admití—, pero cuando sea el momento Pikachu y yo sin dudas lo lograremos.

—Me alegra haber podido ayudar. Ahora, entrégame la mega piedra para que puedas continuar con tu camino.

—Aquí está, señor —No podía ocultar mi tristeza al entregar ese preciado objeto—. Me ha sido de mucha ayuda... en verdad, si pudiera... —me persuadí mentalmente a mi mismo de no continuar con mi oración de inmediato. No estaba bien que pretendiera comprar uno de los tesoros de aquel lugar, podría confundirse con una ofensa y por ningún motivo deseaba provocar eso— Olvídenlo. Siempre estaré agradecido con ustedes por la enorme ayuda que me han brindado.

—Satoshi, yo también quiero poseer ese poder. Cuando termines con tu estudio sobre el fenómeno lazo, regálame el honor de compartir más té conmigo y enseñarme lo que aprendiste.

—Así será, señor. Ha sido un placer volver a encontrarlos.

—El placer fue todo nuestro. Adiós —respondió Koga y ambos líderes hicieron una reverencia a la cual correspondí con calma y dignidad.

Emprendí la retirada de aquel noble lugar cuando Aya me interceptó.

—Satoshi —susurró la hermana de Koga tendiéndome un pañuelo verde que envolvía una caja te tamaño mediano—, aún te quedan unos días antes de la líga pokemón y solo te faltan dos medallas. Si terminas tu recolección y cuentas con tiempo entre tus entrenamientos acuérdate de mi. Podríamos divertirnos mucho juntos.

Desenvolví el pañuelo y en interior de la caja encontré muchas bolas de arroz preparadas recientemente con una receta tradicional. Se veían deliciosas y junto a ellas había un papel con un número de teléfono anotado en rosa.

—Si, podrías enseñarme los secretos del pokemón jiu jitsu que has aprendido en tu viaje.

—Si... Luchas y revolcones en el suelo. Puedes contar con eso —respondió coqueta mientras me guiñaba un ojo y luego volvió al interior de su dojo.

Caminé hasta pasar el puente meditando en mi interior. "Cielos, siempre me hago el tonto y aún así lo siguen intentando. ¡Qué locura!". Luego tomé el papel con el número de teléfono de Aya, lo hice un bollito, lo arrojé por el precipicio mientras pensaba "friendzoneada" y caminaba al próximo centro pokemón comiendo las bolas de arroz.

 Cuando la enfermera Joy me entregó las pokebolas de Pikachu y Pidgeot monté sobre mi pokemón ave y volamos hasta la isla Canela. Al llegar hice revisar a mis amigos por si las dudas y luego partí al hotel donde encontraría al líder Blaine, el cual estaba sentado en la entrada mientras mecía su silla.

—¡Satoshi! —El viejo Blaine se levantó con los ojos llenos de lágrimas al verme en el pórtico de su hotel—, cuánto tiempo sin ver a un entrenador de verdad. ¿Viniste para retarme de nuevo?

—Así es señor, y quiero que venga con lo mejor de su arcenal.

—Muy bien... ¡Si estás listo entonces ahí voy!

El nuevo intento de AshDonde viven las historias. Descúbrelo ahora