Caminaba de un lado a otro intentando poner mis pensamientos en orden, bufaba enfadado sintiendo deseos de gritar o de golpear algo porque me resultaba imposible aceptar una injusticia. Todo a mi al rededor parecía una fiesta pero yo no podía salir de ese asqueroso sentimiento de violencia que me había poseído desde que vi a Giselle perder en el combate anterior. No podía salir a combatir así, debía pensar en frío. La violencia es una emoción irascible, y como toda toda emoción si no la dominamos a ella, ella nos dominará a nosotros. De pronto se me ocurrió una solución que podría darme una ventaja pese a no poderme controlar en el estado en que me encontraba: Todo lo que llevamos dentro nuestro está ahí por algo, aún la ira o violencia pueden llevarnos a construir algo bueno si las sabemos utilizar.
Antes de mi combate corrí al centro pokemón a realizar una llamada de emergencia.
Pocos minutos después ingresaba a la arena de combate junto a mi contrincante, observándolo directamente a los ojos para descubrir un gesto indescifrable en su mirada, mezcla extraña de confianza y desprecio. Nos ubicamos en nuestros puestos y arrojamos las pokebolas al aire. De la suya salió un Hypnos mientras que Infernape fue mi elección lo cual causó furor entre el público desacostumbrado a ver pokemóns de otras regiones.
No me importaban los ataques de Hypnos, no me importaba la ferocidad de aquel entrenador, no me importaban sus deseos de ganar, yo solo quería vengar a mi amiga y demostrarle al equipo roquet que no se debe jugar con los sueños de los demás. Antes del combate me tomé la libertad de comentarle la situación a Infernape logrando que este último también empatizara con mis emociones. Veía al pokemón psíquico disparar rayos poderosos de energía pero eran nada frente a la velocidad de mi primate, su hipnosis resultó ineficaz contra nuestra habilidad para excavar, al igual que su intento de devolvernos el fuego en contra valiéndose de su ataque de Confusión, puesto que Infernape redoblaba la potencia de sus primeros ataques logrando regresarle aún los movimientos que nuestro oponente intentaba desviar hacia nosotros.
Yo era consciente que la diferencia de tipos estaba a su favor, pero de nada le servía puesto que su habilidad en combate se basaba en una estrategia predecible: dormir al contrincante para luego atacarlo de frente y revertir cualquier golpe que éste intentara arrojarle. Bastó un golpe de Erupción para terminar con el enfrentamiento y que mi adversario designara a Magneton la tarea de hacernos frente. Mala elección, un pokemón de tipo acero difícilmente podría contra la Llamarada de mi Infernape. Reconocí su habilidad al evitar el fuego para impactar contra mi pokemón utilizando un ataque trueno que gozaba de una velocidad prestigiosa, pero aún la admiración no podía aplacar mi ira. El siguiente ataque Llamarada fue definitivo y ahora mi adversario sólo contaba con un pokemón en la lista de posibilidades mientras que yo poseía a tres de los míos en excelente forma para seguir con el combate.
La tercer elección de mi rival fue un Gengar que sonreía maquiavélicamente mientras flotaba a escasos centímetros del suelo. Quise terminarlo lo antes posible y ordené a Infernape que fuera hacia él con una nueva Erupción la cual resultó no ser suficiente. El pokemón contraatacó con Bola de sombras, luego esquivó a mi pokemón que había escavado para atacarlo por sorpresa, y logró atinarle un nuevo golpe utilizando su Puño de sombra. Infernape lo ahuyentó con Llamarada y vimos a su entrenador reír por lo bajo antes de seguir con su estrategia sacando de su bolsillo una nueva key stone. Lo observé enfurecido sin interrumpir el asqueroso ritual por el cual un entrenador forzaba a su pokemón a mega evolucionar sin poseer ningún vínculo que lo amerite.
El bramido de Gengar alimentó mi saña y pude sentir como la ira aumentaba también en el interior de Infernape. No sabía cómo era posible pero mi plan estaba dando resultados perfectamente, puesto que no poseía en todo mi arsenal ningún pokemón capaz de comprender la ira y la frustración tan bien como mi Infernape y ahora que ambos experimentábamos aquella emoción, un vínculo de comprensión invisible nos unía brindándonos la capacidad de aumentar nuestro poder en el combate hasta superar todos nuestros límites... Ni el equipo roquet ni sus mega evoluciones nos daban miedo.
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El nuevo intento de Ash
FanficTras despedirse de Serena, Satoshi (Ash) vuelve a competir en la liga de Kanto buscando no solo cumplir su antiguo sueño de ser un maestro pokemon, sino también queriendo comprobar una extraña teoría que responda a todas las duda que se le plantearo...