Buscando a un viejo amigo.

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Narra Gary.

Acababa de regresar de una conferencia brindada por el profesor Birch cuando mi abuelo me confirmó de la presencia del azabache en pueblo Paleta. No podía creerlo, llevaba mucho tiempo sin verlo y al fin decidió venir. Tenía la esperanza de que abandonara esa idea idiota de convertirse en un maestro pokemon y madurara de una vez como me sucedió a mi, pero sus planes eran muy diferentes.

—¡Oye tú, mostaza!

Volteó enfadado como solía hacer cada vez que alguien lo llamaba por su apodo.

—Ah, sólo eres tú. ¿Qué demonios quieres? 

—¿Qué pasa tarado? ¿No te alegras de verme?

—Estoy un poco ocupado, si no te molesta.

Intentó alejarse pero me adelanté para ponerme en su camino y preguntar.

—¿A dónde crees que vas? 

—Llegué a pueblo Paleta hace dos semanas y tú no estabas, debo continuar mi viaje. Si tienes algo que contar te puedo llamar al llegar a ciudad verde.

—No me digas que aún tienes ese estúpido sueño de ser un maestro pokemon. 

Rodó sus ojos a modo de desaprobación hacia mi comentario. Por algún extraño motivo se veía más molesto de lo común, aunque anteriormente lo manifestaba con berrinches infantiles mientras que ahora se notaba serio y decidido a huirle a mis provocaciones... parecía otro.

—El hecho de que tú hayas renunciado a él no significa que el sueño sea estúpido. Yo no me rendiré como tú.

Reconocí que se veía decidido... infantil, si, pero en verdad decidido. Lo envidiaba por eso aunque aún así no podía irme sin soltarle mi propuesta.

—¿Y que harás, volver a competir en la liga? Sólo faltan dos semanas mostaza. Nunca llegarás a tiempo.

—Dos semanas para la liga de Kanto. No es la única donde podría participar, sabes.

—Dos semanas para la liga de Kanto, tres para la de Johto, un mes para la de Hoenn, dos para la de Sinnoh y una semana después será la de Teselia. ¿En verdad crees que puedes siquiera vencer a la mitad de los gimnasios de alguna de esas regiones antes de que de inicio la liga? ¡No seas idiota! —Bajó su vista hacia el suelo alentándome a seguir por creer que estaba logrando hacerlo entrar en razón. Ya más calmado le planteé— Te propondré un camino mejor: ven conmigo y con mi abuelo e investiguemos a los pokemon. Sé que disfrutas las batallas, y a ese campo me pienso dedicar. Tu serás mi asistente. ¿Qué dices?

El azabache se quedó anonadado. Probablemente mi propuesta lo superó, como era de esperarse. Se tardó unos momentos en pensarlo y luego respondió con la mirada puesta en el suelo y una sonrisa de compañero.

—Gary... yo... en verdad agradezco que te preocupes por mi de ese modo. Debo seguir con mi viaje.

Y contra todo pronóstico me hizo a un lado y se marchó. Pensé en dejarlo y retirarme ofendido, pero había algo en él que me causó curiosidad por lo cual apuré la marcha hasta caminar a la par y juntos proseguimos nuestro andar en silencio.

Después de unos cuantos metros frenó en seco, levantó la vista al cielo y enunció con emoción. 

—¡Cuanto tiempo sin verte amigo! Te he pensado todos los días.

Y justo cuando creí que el último tornillo que aún le quedaba se le había salido volando, un enorme pidgeot aterrizó en frente nuestro y junto a él, una parvada de sus anteriores estados evolutivos más otros dos pidgeot iguales se posaron en las ramas de los árboles.

El nuevo intento de AshDonde viven las historias. Descúbrelo ahora