Batalla despiadada.

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Narra Citron.

 Los paisajes de la plebe de Kanto desarrollando sus rutinas obreras conformaban una visión pintoresca pese a su rusticidad campesina. Viré a mi derecha hostigado por el calor de aquel área inundado de Weedles y ratatas de todos los tamaños sabiéndome un eslabón fuerte y por tanto, observado por todos los no-arios.

 Avancé un par de calles antes de girar a mi derecha y encontrarme con una visión sublime; Aquella ropa desgastada de entrenador, su pelo desprolijo, su tono de piel tan oscuro como si mil soles hubieran brillado sobre ella borrando todo rastro de superioridad de dicho tegumento me hicieron reconocer de inmediato al portador de tales características impropias de los seguidores de la filosofía pangermana; era Satoshi.

—Así que aquí acaban los sueños de un segundo lugar de la liga de Kalos —bromeé mientras que mi amigo reaccionaba a la alarma que representaba mi voz sonando en el ambiente.

—¡Citron! —gritó feliz al notar que se trataba de mí. No lo culpo— No sabía que estabas por estos lugares. ¿Qué haces aquí?

  El azabache... (mmm bueno, negro) se acercó corriendo a mi, con sus brazos extendidos por lo bajo como invitándome a un abrazo al cual cedí forzado por las circunstancias mientras repetía en mi cabeza "El líder nos enseñó a ser benevolentes con aquellos que podrían servir a la causa del crecimiento nacional. ¡Heil, mein Führer!", para luego desarmar dicho gesto de cercanía y desarrollar mi interrogatorio con voz masculina.

—Y cuéntame, ¿qué ha sido de ti después de estos meses?

—Primero me quedé en pueblo Paleta preparándome mentalmente hasta poder decidir qué era lo mejor. Mi madre viajó a Alola y me invitó a ir con ella y con mr. mime, pero yo preferí quedarme y volver a competir en todas las ligas regionales hasta ganar aunque sea una.

—¡No me podía esperar menos de Satoshi! —exclamé enardecido por el deseo de verlo como un campeón en su tierra natal, de manera que no migrara nuevamente a mi amado suelo.

—Aprendí mucho durante mi viaje contigo y con los demás —continuó—, creo que ahora estoy más listo que nunca para llevar el poder de mis pokemóns al límite y llegar a nuevos horizontes.

—¿A qué te refieres?

—Es algo muy interesante, pero antes de que te lo cuente, ¿podrías contarme tú qué haces aquí? ¡¿Qué ha sido de Eureka?!

  Me agradó que el inmortal aún recordara preocuparse por el bienestar de los portadores de la sangre pura.

—Ella está en ciudad Luminalia aprendiendo sobre los combates pokemón junto con Citroid en el gimnasio. En solo un año comenzará su viaje y no quiero que empiece sin tener una buena base, más allá de haber presenciado todos nuestros enfrentamientos. Le di una libreta como la de Shouta y también algo para grabar a fin de que hiciera un reporte que me presentará a mi regreso.

—Eso suena muy dificil.

"Tal vez para tu pequeña mente, chico melanina"

—No lo es en absoluto. Solo debe observar los combates y anotar todo lo que le guste o le llame la atención para poder mejorar sus ideas sobre estrategias antes de que comience su viaje. Por eso también quise que se quedara un tiempo sin mi, es necesario que se acostumbre a estar sola para volverse más fuerte.

Mentía al decir esto porque bien sabía que papá estaba ahí para cuidarla, pero no lo hacía al rectificar que su lazo de dependencia debía debilitarse aunque sea un poco antes de empezar para simplificar su progreso.

—¡Muy bien! Y en cuanto a ti, ¿cómo llegaste a ciudad Verde? —preguntó el mostaza lleno de esa energía que lo caracterizaba.

—Francamente por un error.

El nuevo intento de AshDonde viven las historias. Descúbrelo ahora