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Notando a su pregunta mi demora
Se desplomó en su fosa, lastimera
Y mas no vi, su cara conmovedora

Mas el otro gran hombre, a cuyo ruego, yo me detuve
No altero su rostro, ni movió el cuello
Ni inclino su cuerpo

Y así continuando lo de antes
«Que aquel arte- me dijo- mal supieran, eso mas que este lecho me tortura

Pero ated que cincuenta veces arda
La faz de la señora que aquí reina
Tu has de saber que lo que tal arte pesa

Y tu al salir de mundo del misterio
Di, ¿por que ese pueblo es tan impío
Cintra los mios en todas sus leyes»?

Y yo dije, El estrago y la matanza que teñirse de rojo al Arbia hizo
Obliga a tal decreto en nuestro templos

Me respondió, sacudiendo la cabeza tristemente, y dijo
Solo allí, no estuve, y cierto no sin razón me puse frente a frente

La Divina Comedia El Infierno Según DanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora