Erase una vez, hace mucho tiempo, existía una Luna solitaria, una Luna que no podéis ni imaginar de lo brillante y hermosa que era. En todo el cielo, ella era la más reluciente, a la que todos los animales de la Tierra adoraban, y he de decir, que aquello a ella le gustaba. Pero tenía una preocupación, pues ella solo brillaba por la noche, de día su hermano mayor, el Sol, le quitaba el protagonismo, y todo ser vivo que pudiera haber en la Tierra le preferían a él.
Sol tenía más seguidores, incluso los demás planetas le admiraban, a la Luna ningún planeta, cometa, estrella, asteroide o cualquier cosa que pudiera haber en el universo, ninguno le admiraba, ella era pequeña y su brillo insignificante comparado al de su hermano, con lo que empezó a encontrarse triste, sentía que nadie le quería, que estaba sola en el universo. ¿Para qué servía que algunos animales le adoraran si nunca iba a poder estar con ellos? Su tristeza aumentó y su luz rebajó, en ese entonces alguien le habló.
- Dime Luna, ¿por qué te sientes tan triste? – le preguntó.
- Con más que quiera que los demás se fijen en mí, todos prefieren a mi hermano Sol – respondió ella entristecida.
- ¿Y por qué quieres que los demás te prefieran? Tu hermano Sol será muy popular, pero nadie se atreve a acercarse a él. ¿Tú quieres estar sola como él?
- No, claro que no. Pero aun así nadie está a mi lado... Pensé que si me volvía tan luminosa como él, se me acercarían más.
- No tienes que ser más reluciente para atraer a los demás. Tal y como eres ahora estás muy hermosa.
- No es suficiente...
- Si no lo fuera, ¿por qué crees que siempre he estado a tu lado? – la Luna se fijó en su compañero, era una estrella reluciente, que estaba muy cerca de ella.
- Eres una estrella, pero luces más que otras. ¿Por qué te quedas a mi lado? – le intrigó a la Luna.
- Porque eres con quien quiero estar – respondió la Estrella seria, al rato sonrió -. Seamos amigas. Nunca te dejaría sola, y así podría seguir viendo tu reluciente hermosura.
- De acuerdo – aceptó la Luna gustosa de tener un amigo.
Desde aquel entonces, la Luna deslumbró más que antes, y su hermosura aumentó, ahora tenía un amigo y se sentía feliz.
Si ahora miráis al cielo nocturno, la encontraréis al lado de su amiga la Estrella, las cuales nunca se separan en las noches y permanecen juntas sonriendo y divirtiendo.
Rocío Aranda
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Relatos Cortos
Historia CortaEscribiremos algunas recopilaciones de relatos cortos de cada miembro de Little Zombie.