La tarde era agradable para la Cancamusa Voladora, hasta que recibió una llamada telefónica de su mejor amigo, Gromitinga. Este se encontraba en peligro, porque estaba siendo atacado por doce catorcenas de podrillas y por un par de burros con gafas de sol. Como es bien sabido, las podrillas son los seres más rápidos del universo, puesto que van una hora más rápidas que sus sombras. La Cancamusa le recriminó a su amigo que si no hubiera estado contando a sus enemigos, podría haber ido a salvarlo antes.
La Cancamusa Voladora salió obviamente volando de su tierno hogar. De camino a salvar a su amigo se encontró con una estatua de Quevedo. Pasó de ella.
Llegó donde estaba Gromitinga, del cual solo quedaba su tobillo, pero aún estaba vivo. La Cancamusa Voladora se cargó a sus asaltantes a mandobles con un rastrillo (técnica mortal prohibidísima en Occidente). Se metió a su amigo en el bolsillo y se fue a un hospital.
Allí le informaron de que Gromitinga estaba "mu" grave (así se lo dijeron). Le informaron también de que padecía 15 tipos de cáncer, "mu" posiblemente a causa de los puñetazos. La Cancamusa le dio a su amigo un fuerte abrazo (sí, a un tobillo) y se le curaron 14 de los 15 cánceres. El que le quedaba era de nariz (sí, a un tobillo), pues le hinchaba profundamente las narices haber perdido la pelea contra las podrillas. La Cancamusa le dijo a Gromitinga que se calmara. Así lo hizo, y se le curó el último cáncer. Administraron más tarde a Gromotinga partes de un cuerpo nuevecitas (Afortunadamente, quedaba un tobillo derecho, porque él era en aquel momento el izquierdo). Dispuestos a irse sin pagar la operación, la Cancamusa recibió una llamada en su Samdung. Fue así:
-Buenas, ¿es la zapatería? Porque quisiera, ya saben, unos...
-¡Cállese, no me cuente su vida! ¡Se ha aquivocado, maldita sea!
Colgó. Entonces recibieron una llamada del antagonista.
-Buenas, soy el que mandó matar a Gromitinga. He fracaso, jamás pensé que su tobillo seguiría con vida.
-¡Y con sed de venganza (Gromitinga estaba al tanto de la conversación)!
-Bueno, el caso es que me he quedado con las ganas. Pronto estará muerto. No interfieras, Ricardo, o te mataré.
-Soy la Cancamusa Voladora. Oiga... ¿Cómo ha conseguido este número?
-Probando al alzar.
-Ya.
-Exacto. Y sé que eres la Cancamusa Voladora. El autor me hizo equivocarme. Ya nos veremos. ¡¡¡JUAJUAJUA!!!
-Gromitinga, ¿qué hiciste para enervar la ira de ese vil sujeto?
-¿Qué por qué me quiere muerto? Porque le robé los once volúmenes sobre la agricultura en las islas Baleares durante la 2ª Guerra Mundial*. Si, Canca, si, sé lo que me vas a decir, pero te diré lo de siempre. Aunque sea multimillonario, odio comprar, porque si compro, PIERDO dinero. Sería una falta contra mis ideales. ¿Lo comprendes, Cancamusa?
-Hoy, por fin, lo he comprendido, Gromitinga. Vamos a ver a ese bastardo, que además hace negocios con podrillas. Ahora verá quien manda.
La Cancamusa Voladora y Gromitinga adoptaron los hábitos de la gente que busca pelea: dar saltos el mismo tiempo que se dan patadas, puñetazos y volteretas de todo tipo, y además gritando Padrenuestros en latín.
Este sistema, anónimo, pero inventado durante la revolución rusa, atraía a los enemigos con más rapidez. Romperse un hueso (altamente probable) ayudaba incluso a que llegaran antes.
El enemigo no tardó en llegar: en cuatro minutos, la Cancamusa Voladora y Gromitinga se hallaron rodeados de un regimiento de podrillas, acompañadas por su jede, Sarcuisiser.
-Vaya, Cancamusa, estás aquí (y no Ricardo). Hale, a morir.
Las podrillas se dispusieron a atacar, pero no contaron con algo, que nuestros héroes atacarían con la técnica de la patada monstruosa, complicada técnica que consiste en dar patadas.
Y así vencieron. Se tomaron unas copas y se fueron a dormir.
Fin.
*Realmente fascinante.
Daniel Cánovas
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Relatos Cortos
Short StoryEscribiremos algunas recopilaciones de relatos cortos de cada miembro de Little Zombie.