Necrofilia.

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Historia real

Una de las historias más 'conmovedoras' relacionadas con el transtorno de la necrofilia, es la del médico estadounidense Carl Von Cosel, quien en 1931 desarrolló una obsesión por María Elena de Hoyos, de 22 años, una de sus pacientes en Florida, a quien trataba por tubercolisis.

Profudamente enamorado de la joven, tras su muerte pidió permiso a la familia para construirle un mausoleo en el que la visitaba todas las noches y preservaba su cuerpo en formaldehído. Para 1933 trasladó el cuerpo a su casa, lo metió en cama y llenó un guardarropa para vestirla.

Los gusanos que ya estaban apoderándose del cuerpo, él los tiraba en su jardín porque tampoco se animaba a matarlos. El abono que se generaba lo utilizaba para nutrir varias rosas.

La hermana de Elena descubrió el robo del cuerpo 7 años más tarde, se dirigió a la casa de Von Cosel y encontró el cuerpo tendido en la cama con una máscara de cerámica cubriéndole el rostro: los huesos estaban unidos con cuerdas de piano, su piel era tratada con cera, sus ojos eran de cristal y estaba rigurosamente perfumada para disimular el olor a putrefacción.

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