La curiosidad.

56 2 0
                                    

ADVERTENCIA.
El siguiente relato contiene el testimonio de una paciente que aparentemente sufrió de una posesión demoníaca. El autor advierte que el continuar leyendo puede producir un contacto no deseado con fuerzas desconocidas. Sugiere que, quienes que lean, reciten la oración de protección que se encuentra en la última página del expediente.

—¡Tonterías! —exclamó Micaela, estudiante de último año de psiquiatría, y quitó la pequeña nota escrita a mano que se encontraba pegada en la tapa de la carpeta que sostenía en sus manos—. Si no creo en Dios, mucho menos en el Diablo.

Dio una rápida mirada a su alrededor antes de continuar leyendo; estaba sola, todo a su alrededor no era más que silencio, un silencio apremiante que parecía oprimir a todo el que se atreviera a entrar en aquel débilmente iluminado sótano del instituto para enfermos mentales. Cajas llenas con expedientes e historiales clínicos de pacientes del manicomio se podían ver apiladas de forma ordenada en estantes alrededor de las paredes. Sobre un pequeño escritorio, casi sepultado por una montaña de papeles, la futura doctora acababa de encontrar finalmente —y después de mucho buscar— un caso que le serviría para su tesis de grado y que había logrado despertar su curiosidad.

Paciente: Rebeca Weissbrich.

Edad: 16 años.

Familiares:

Gerald Weissbrich, padre. Actualmente en prisión por cargos de violación, incesto y asesinato.

Anna Blomeier, madre. Fallecida. Murió al dar a luz a la menor de sus hijas.

Marianne Weissbrich, hermana. Asesinada. Fue encontrada muerta, desangrada en la cajuela del auto de su padre.

Diagnóstico: Trastorno de personalidad múltiple, esquizofrenia, epilepsia, síndromes neurológicos tangibles. Poseída por el demonio.

Doctor: Christian M. Goldbeck.

Observaciones: Duerme en el suelo, come arañas, moscas, tierra y bebe su propia orina. Grita en su habitación por horas hasta que escupe sangre, rompe crucifijos, cuadros de Jesús, se rasga la ropa…

A continuación una transcripción de la última entrevista realizada a la paciente por el doctor Goldbeck. Al día siguiente esta se suicidó ahorcándose con las sábanas de su cama.

—¡Vaya! Este parece ser un caso interesante —se dijo al observar las aclaraciones escritas a mano y continuó leyendo el informe.

—Todo comenzó cuando mi hermanita menor me confesó un terrible secreto: «Creo que mi habitación está embrujada», me dijo. «Por las noches siento que me visita una presencia maligna, me observa mientras duermo, me domina, y me lastima». Si me hubieran preguntado en ese entonces si creía que algo así pudiera pasar… No, ni en un millón de años.

—¿Eso quiere decir que ahora crees en fantasmas, Rebeca?

—Oh no, no era un fantasma, doctor. Estaba consciente de que era algo mucho peor, algo diabólico. Todo fue empeorando, las cosas con mi hermana se pusieron muy feas.

Te advierto, no deberías continuar leyendo esto.

—Dime, ¿qué pasó con ella?

—Días antes de su muerte, Marianne murmuraba por toda la casa que «los demonios la seguían». Esto hacia que hasta mi padre la evitara; todos se alejaban de ella, excepto yo. Siempre me gritaba que la dejara sola, pero nunca lo hice, era mi hermanita pequeña, y además…

—¿Sí?

—Yo… no le creía.

—Te comprendo Rebeca —murmuró Micaela en voz baja y rápidamente dio la vuelta a la hoja, movida por las ansias de saber qué pasaría a continuación. Obvió por segunda vez la inquietante advertencia escrita a mano.

Historias de terror.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora