Día 5
Minerva Taylor- ¡Minerva! -Gritó Dante desde la estancia -mi mente aún tenía pequeños frangmentos de lo que había pasado la noche anterior. No me había embriagado pero luego de comer algo pequeño quedé casi desmayada sobre la mesa.
- Deja de presionarme -dije corriendo-. Ya estoy aquí. -Sonreí frente a él.
- Al fin. -Se dio la vuelta y caminamos hasta el ascensor. Su mirada fue fría e indiferente, me encantaría poder verlo en una junta.
Al parecer hoy partiríamos a América de nuevo, lo más atemorizante es qué haré en esas horas junto a él.
- ¿Siempre será así? -pregunté mientras mordía una barra nutritiva.
- ¿De que hablas? -Contestó sin quitar la vista de su móvil.
- Viajar, presión y mas ocupaciones.
- Para mí siempre ha sido así... -cerró los ojos y se acomodó en su asiento.
- Mi graduación es el lunes. -Dije seca-, y quiero ir.
- Y yo cierro un trato ese día.
- ¿Qué quieres decir?
-Pediré tu título, toda la papelería necesaria y la enviaré a una buena universidad.
-¿Me perderé mi graduación?
-es tu graduación o mis millones -dijo burlón, era una "oferta" sarcástica.
Me dio tanta rabia el hecho de ser suya, no podía hablar en su contra, pues le pertenezco. Era el precio de la libertad unos cuantos milllones.
Apreciaría tanto un esfuerzo de su parte por querer amarme, tan sólo uno y sería suficiente.
-Así que... estamos aquí.
Al bajar del Jet noté algo extraño... yo conocía el lugar. Meadows Field, estamos en Bakersfield.
-Esto es por ti, tenía que recompensar tu paciencia este poco tiempo.
Quería llorar de la alegría, podría ver a mis amigos.
-Este es el plan: estaremos aquí unas horas para que hagas lo que sea que acostumbres hacer acá, luego partiremos a Los Ángeles.
-Es suficiente, gracias.
sin pensarlo me lancé sobre él en un intenso abrazo, dejando ir mi rabia. Pronto un auto llegó a recogernos para adentrarnos más en el lugar. Le di la dirección de la casa de Sally al conductor.
la vi, sentada en el árbol frente a su casa. No expresaba alegría o algo parecido.
-¿Estás bien? -pregunté mientras bajaba del auto. Inmediatamente sus ojos me vieron, llenos de lágrimas me reconocieron. se lanzó hacia mí y me envolvió con un abrazo mientras sollozaba.
Entre palabras torpes expresó la situación, había sido engañada.
Su madre salió con una rebanada de pan, al parecer de banano. Se sentó junto a ella y no preguntó porque yo estaba ahí. Me senté y juntas abrazamos a Sally.
Escuchaba sus sollozos y deseaba que ese dolor fuera mío, no suyo. No lo merecía.
- ¿qué haces aquí? -Preguntó mientras levantaba el rostro y me veía con tanta tristeza.
- Estoy aquí, ya nada te hará daño.
Sin saber qué decía exactamente ella sonrió, confió en mí de inmediato y trato de parecer más tranquila.
Llamé a Dante, estrechó la mano de Sally para luego presentarse:
-Dante Ivanek, es un gusto.
- Soy Sally, puede llamarme Sally.
La mamá de Sally nos invitó a pasar, nos sentamos en la mesa. Sin embargo yo sentía la molestia de Dante, como una punzada en el ojo, pues de los nervios este no estaba muy bien.
- Sé que quieres irte -murmuré una vez que Sally y su madre nos dejaron a solas.
- no voy a quedarme aquí para siempre.
- dos horas no es para siempre
- una graduación no es el fin de tu educación
Entonces entendí, habíamos venido por negocios, por él. No por mí ni por lo que me importa.
Sentí náuseas del enojo. Me levanté de la mesa y fui hacia el baño.
Arreglé mi cabello y maquillaje, una vez que me sentí más calmada salí del baño y encontré a Sally esperándome.
- Tenemos que hablar.
Sin más órdenes, tomó mi mano y me llevó a su habitación.
Me señaló el borde de la cama para que tomara asiento y así lo hice.- ¿quién es ese hombre y qué hace contigo? ¿Es un Sugar Daddy?
Inmediatamente solté una carcajada, pero ella me veía molesta.
- ¿qué pasa si admitiera que lo es?
- pues dejaría de ser tu mejor amiga.
Inmediatamente mi sonrisa desapareció, ella hablaba en serio.
- o callaría por un auto nuevo –añadió mientras movía las cejas.
La miré mal y comenzamos a reír.
Ambas llegamos a la sala, donde encontramos a Dante, siendo muy carismático con la madre de Sally.
Nos despedimos y tras unos abrazos en la puerta, subí al auto con Dante.Total, el punto era verla, pero el miedo es que Dante se enfade.
- Muy bien, ya sabes, solo debes acomodarte y luego hablaremos de mi agenda.
-gracias por traerme.
-No agradezcas, total, debía venir.
Quedé en la orilla de la cama, sintiéndome poco especial. Si mañana hiciese algo lindo por mí, lo aceptaría, lo tomaría como lo mejor que me ha pasado y no dudaría de él.
Luego de acomodar mis cosas y darme una ducha, decidí hacer trenzas en mi cabello.
La puerta se abrió, Dante entró, me vio y sin pronunciar palabra plantó un beso firme.
Quedé petrificada, es como si supiera exactamente qué esperaba. Sonreí en un acto de éxito y triunfo, él también sonrió por ese motivo pero en aquel momento yo no lo sabia claramente.
- te amo.
Sus palabras me volvían loca, lo decía a tan poca distancia de mí que simplemente quería quedarme en su compañía, agradarle, escuchar a su voz profunda pronunciar aquellas palabras de nuevo.
- También te amo.
sin pensarlo demasiado lo había dicho, como un impulso había resumido mi primer amor en tres palabras, quería verlo feliz aunque no tengo claro cómo hacerlo.
-¿cenarías conmigo?
- con gusto.
De pronto había besado mi labios, había besado mis nudillos y mi frente. ¿Qué más podía pedir? Revolví su cabello en un acto bobo y caminé con él al comedor. Tras una agradable cena pareciera que algo le pasaba, era mucho carisma y sonrisas. Hasta dijo chistes, ahí descubrí que me gustaba su humor.
- gracias por llegar a mi vida.
Pronunció mientras tomaba mi mano, un nudo se formó en mi garganta una vez que sentí la presión de su mano. Como si esperara una respuesta igual de cariñosa.
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Dame 30 Días ||En Curso||
Roman pour AdolescentsDos mundos totalmente distintos, Minerva Taylor es tan solo una joven de 17 años, convencida de que tiene muy poco valor gracias a que su madre se ha encargado de hacerle la vida imposible y enseñarle que tan solo nació para ser su esclava. Su vida...