Capítulo 3 -Las Visiones

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Desperté a la mañana siguiente, la verdad muy asustado por el sueño que había tenido, sea lo que sea, eso que se llevó a mi abuela, la atromentó demasiado como para que ahora de muerta ella no pueda descansar.

-Ethan a desayunar. Gritó mi madre desde la cocina.

Fui lo más pronto posible y mi padre estaba en la mesa, terminando de desayunar, listo para irse a trabajar. Esa empresa lo estaba absorbiendo demasiado.

-Hola papá, buenos días. Dije alegre por verle.

-Buen día Ethan, ¿qué tal has dormido hoy? Preguntó con mucho afán.

-No muy bien, he tenido un sueño muy raro, pero estoy muy seguro de que mamá ya te ha contado lo que ha pasado ¿no es así?

-Efectivamente, Rose me lo dijo, espero que no te incomode esto.

-Para nada, es algo que sólo la familia debe de saber.

-Lo siento Ethan, pero le tenía que decirle a Nelson sobre tu don por el riesgo que la familia puede llegar a correr.

-Lo comprendo madre, no tienes por qué preocuparte.

Terminamos de desayunar y fui directo a mi recámara a preparar mi material para la escuela,  sólo quedaba un fin de semana más para regresar, ya sé, sonaré muy nerd pero me gusta tener todo preparado para que cuando se llegue el día no me falte nada y después vaya a andar estresado queriendo conseguir todo a último momento.
Estaba escuchando No de Shakira cuando me empecé a pensar en mi abuela, el hecho de que un demonio me la arrebatara de mi vida, el no poder compartir con ella y el simple hecho de no poder haberla conocido.
Ahora pienso en mi madre y el dolor que le causó, que momento tan amargo saber que tu madre ha desaparecido y que nunca más la volverás a ver, el no haber crecido con ella y lo peor es no poder haberle dicho que la amabas por lo menos una última vez.

-¿Te falta mucho? Preguntó mi madre, sacándome de mis pensamientos.

-Sí, he terminado, sólo estaba recordando el material que dejé en los casilleros de la escuela.

-Tú siempre tan organizado. Espero que cuando crezcas no pierdas ese hábito.

-Recuerda que ya tengo trece mamá.

-Es cierto, pero aún te queda mucho por vivir.

-Hablando de vivir, necesito que me lleves a la habitación donde vivió la abuela Jane. Necesitamos saber más cosas, porque presiento que ese diario no fue lo único que escondió.

-Espero que la tía Elena no encuentre ningún inconveniente, ya que esa habitación la selló para que nadie diera con ella.

-No creo que le moleste, esa casa ya está en ruinas. Un poco más no se le notaría. Dije burlesco.

-No seas así de hiriente, esa casa significa mucho para mí. Parte de mi infancia está ahí. Y otra en la casa de campo.

-Espera, ¿qué acabas de decir? Interrumpí sorprendido.

-¿Sobre mi infancia? Dijo asustada.

-No, sobre la casa de campo.

-¡Ah! Sí, tus abuelos tenían una casa de campo a la que solíamos ir los veranos a pasar las vacaciones.

-¿Dónde queda eso? Dije.

-Está por el bosque, casi en la cima de la montaña Rocosa.

-Necesitamos ir allá también. Dije sin opción alguna.

-Está bien, jamás regresé pero creo que aún están las ruinas.

-No importa lo que encontremos nos podrá ayudar.

-Te estás tomando esto muy en serio Ethan.

-Mamá, si tan sólo tu sintieras el dolor de mi abuela, harías lo imposible por ayudarle también.

-Lo sé, soy una cobarde, jamás hice nada por ella, ni siquiera le he llevado flores a su monumento.

-Perdona, no quise sonar así de exigente.

-Lo sé, pero en cierta forma, tienes razón. Es tiempo de hacer algo. Y si no lo hice en su momento, fue porque me costó mucho soportar las dos pérdidas. Después de que crecí y me casé, te tuve a ti y ya menos quise arriesgarme a mí y a mi familia.

-Ahora es el momento para poder hacer algo mamá.

-Sí, lo supe desde que el banco me llamó, sé que las cosas iban a cambiar y espero que para bien.

-Mamá, una cosa si te voy a decir. Y tómalo con calma por favor.

-Si es sobre tu abuela, ya me hice a la idea de que no la encontraré viva.

-Lo siento mucho mamá, pero el día que la toqué en el hombro pude notar que ella había muerto mucho tiempo atrás.

Abracé a mi madre y pude sentir su dolor, su corazón palpitaba con un desánimo que no lo había notado en nadie jamás, ella trataba de ser fuerte pero el amor por una madre no se puede superar jamás.

-Supe desde hace tiempo que ella ya había muerto, no la puedo esperar viva, ha pasado mucho tiempo y el sexto sentido de una mujer nunca falla. Hace demasiado tiempo que mi corazón sintió la falta de mi madre.

-Lo entiendo mamá, pero a lo que no le encuentro explicación alguna es cómo un espíritu pudo hacerle eso a mi abuela.

-Al parecer no es cualquier espíritu, ya se había apoderado de otros cuerpos.

-Pues espero poder aclarar esto. No es que yo me crea el héroe aquí, pero estoy seguro que por algo me ha pasado esto.

-Yo también he llegado a pensar eso, sé que a mí no me pasó porque la verdad soy muy débil para esas cosas, en cambio tú,  eres una persona fuerte, tu personalidad es de carácter, todo lo que te propones lo sacas adelante, no te rindes fácil ante los obstáculos.

-Nunca lo había visto de esa manera, soy muy débil físicamente...

-Sí, es evidente pero aquí no sólo se necesita fuerza física, sino también mental y espiritual. Y eso tú lo tienes. Desde pequeño has sido especial y eso yo como madre lo he notado. No eras como los demás, tú eres prudente, serio, observador, organizado, calculador y siempre tienes un objetivo.

-Gracias por todo esto, la verdad sólo soy consciente de unas pocas cosas, es bueno que me ayudes a verlo de esa manera.

-Vayamos pues a la casa de nuestra tía Elena.

-Sí, aún nos queda mucho por averiguar.

Sexto Sentido: RevelacionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora