Capítulo 18

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Mientras mi mundo se tornaba negro...
Y desde ahí, ni un respiro más, ni un latido más, ni un recuerdo más...

[...]

Abrí mis ojos y al instante los volví a cerrar. La luz del sol estaba sobre ellos, sobre todo mi cuerpo. Estaba recostada. Me senté y pude ver que me encontraba en... El parque trasero, tirada en el pasto, sobre un pareo galaxia, con una maya sin tiras, negra con líneas violetas y un pantalón corto negro. Fruncí mi seño.

—Ay no. Qué... Que carajos— pude ver como mis heridas habían sellado. Estaban cocidas con un hilo dorado. Un hilo con un brillo especial. Conté los puntos de la herida del costado de mi estómago. Eran 16... Mi vista se tornó borrosa y mi respiración entrecortada. Llevé mis manos al rostro. No entendía como sucedió, porque razón estaba aquí, en qué momento me cocieron las heridas, QUIÉN me coció las heridas, porqué estaba aquí si estaba en mi habitación, hablando con Rosi.
Abrí mis ojos como platos en cuanto recordé las palabras de Rosi...
me prohibieron verte”
...no te has enterado de las amenazas que hace tu padre?”
¡Mierda de mi padre! ¡Yo siempre supe que era una horrible persona! ¿Qué tipos de horribles cosas habrá hecho...? Se me estrujó el corazón al darme cuenta que mi padre no era realmente una gran persona como uno cree de pequeño... Una gran desilusión llegó a mi corazón.
Saqué mis manos de mi rostro y las utilicé para llevar mi melena suelta hacia atrás. Me coloqué en posición para levantarme del suelo, pero fue en vano, y caí nuevamente a la posición en cual desperté.
Me quedé mirando las pocas nubes del cielo, sin sentimiento alguno. No sabía que hacer. No sabía ni el día, ni la hora. Me abracé a mi misma, con frío. Pero no era un frío del clima, no lo sé, era otro frío. Un frío que nacía... En mi corazón. Me envolví en el pareo y logré levantarme. Caminé descalza hasta la cocina y tomé frutillas y crema que aún había. Puse todo en la licuadora y me preparé un batido riquísimo. Subí a mi habitación y fui al vestidor. Se me dió la idea de salir. Quería volver al mundo. Necesitaba despejarme y salir de mi casa, recordar que estoy en una ciudad. Iría a lugares importantes de la ciudad.
Daba unos saltos de patín mientras buscaba que ponerme y tomaba mi batido. Encontré la ropa ideal. La dejé apoyada en la cama y fui al baño. Hace cuanto no tomaba una buena ducha...
Salí envuelta en toallas y me vestí con una camisa de manga larga color crema y una falda negra campana por sobre las rodillas. Unas medias color piel altas, y unos tacos altos blancos con un delicado moño en la cinta que me tomaba el pié en el empeine. Sequé mi cabello y me coloque varias cremas, quedó super brillante. Las heridas no se veían por ningún lado. Me sentí hermosa, pero aún faltaba la mejor parte... El maquillaje.
Puse corrector, una buena base. Luego polvo compacto. Luego continué con las sombras que quedaron de la siguiente manera:

 Luego continué con las sombras que quedaron de la siguiente manera:

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Y mis labios de este hermoso color:

Me miré al espejo y la sonrisa fue inevitable

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Me miré al espejo y la sonrisa fue inevitable. Tomé mi mochila negra con tachas y la apoyé sobre mí cama. Dentro de esta coloque algo de dinero, una cámara fotográfica y de cositas que lleva toda mujer. Si, un pasatiempo es tomar fotos.
Fui hasta el balcón y era una hermosa noche. El viento a una temperatura agradable llevó mi cabello hacia atrás.
Suspiré y me di cuenta que debía mandar a un empleado a hacer las compras. Sino, esta casa se vendría abajo.

[...]

Ya había hablado con un empleado. Dijeron que mi padre contrató a un asistente personal especialmente, y solo para mí, y que mañana llegaría, así que no debía preocuparme.
Iba caminando mientras miraba el anillo de mi padre, y recordé todo lo que sufrí por su diamante. Estaba por empezar a pensar en la voz pero frené mi paso de repente. Sentí que aquel momento era parte de una película, que estaba viviendo en una mentira porque la calle iluminada y las palmeras eran solo parte del set, y yo era la actriz que creía que aquella película no era una película, que era real. Cerré mis ojos por unos segundos y continué mi camino, esas cosas me solían pasar. Hice una cuadra más y me encontraba en aquella plaza hermosamente iluminada llena de fuentes. Enseguida saqué mi cámara. Las palmeras eran iluminadas por luces de colores y quedaba perfecto en las fotografías. Decidí caminar hasta mi fuente preferida y apunté mi cámara hacia esta:

 Decidí caminar hasta mi fuente preferida y apunté mi cámara hacia esta:

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Puse la cámara en mi ojo. Quedé demasiado cerca, estaba dando pasos hacia atrás cuando de sorpresa caí al suelo. Había chocado con alguien. Que se encontraba tirado en el suelo al igual que yo sólo que boca abajo. Volteó y pude ver perfectamente quién era... Chris.
Los ojos de uno se clavaban intensamente en los del otro, aún tirados en el suelo. Chris empezó a arrastrase hacia mí, mientras yo me quedaba inmóvil y mi respiración se agitaba poco a poco a medida que él avanzaba un centímetro acercándose a mi.
Mierda... Quedó posicionado sobre mí.
Su mirada iba de mis ojos a mis labios.

—C...— iba a decir su nombre pero me interrumpió colocando bruscamente sus labios junto a los míos. Los movimientos de su boca hicieron imposible que no le siguiera el beso. Sus labios eran cálidos, dulces... Lo tome del cuello pegando su cuerpo contra el mío, y una sensación de protección llegó a cada centímetro de mi cuerpo...

El Derrumbe De La Vida IdealDonde viven las historias. Descúbrelo ahora