ROBIN HOOD, LA LEYENDA

Capitulo 20.El Otro Locksley No Existe.

-¿Qué dices que ha dicho?-el gobernador se levanta con tanta energía de su gran sillón que de la inercia levanta las patas delanteras del suelo. Durante unos segundos el sillón parece volar pero pesa demasiado hasta para el gobernador y en seguida vuelve a posar las patas delanteras en el suelo atrapando bajo una de ellas el gran abrigo de piel blanco que llega.

Del peso de la silla el abrigo no se mueve provocando que el gobernador se atragante cuando el abrigo presiona su nuez con toda la fuerza de la velocidad que ha cogido para intentar estrangular a Katherine.

Mientras el gobernador intenta quitarse el abrigo sin mucho éxito Katherine retrocede sin apartar su mirada del gobernador mientras un miedo atroz la atraviesa de punta a punta. Nunca había visto esta versión del gobernador y descubrir que la tenía, sobretodo descubrirla en sus carnes, le provoca el deseo de correr. Poner los pies en polvorosa y salir corriendo como alma que lleva el diablo y buscar cobijo en los brazos de Robin. Sí. Lo habéis oído bien y ella ha descubierto uno de los sentimientos que guarda en lo más profundo de su alma, el que más teme que salga a la superficie y el que más teme descubrir que es real. Robin no es un mero capricho para ella. Después de todo lo acontecido se puede decir sin temor a error que Lady Katherine Cormac ama a Robin Hood.

El gobernador consigue zafarse de su abrigo y corre hacia la dama con los ojos inyectados en sangre y rabia. La presencia de la mano del gobernador sobre su cuello junto con la descomunal fuerza que no reprime no solo impide que Katherine siga respirando con normalidad sino que su mente salga de la ensoñación en la que había entrado cuando ha descubierto que ama a Robin.

-Me... estás... ahogando.-dice con gran dificultad mientras su cuerpo intenta obtener oxigeno desesperadamente.

-¿Qué Hood tiene un hermano? ¿Qué hay otro bastardo de Locksley correteando por el mundo? ¿Por mis tierras?

Katherine asiente con gran rapidez esperando que el gobernador la suelte. Pero para su desgracia él no la suelta. Más bien al contrario. La aprieta con mayor fuerza. Parece que a pesar de todo antes si se estaba conteniendo.

-¿Quién es?

-No... no lo... no lo sé.

-¿Quién lo sabe? ¿Cómo lo sabes? ¿Quién te lo ha dicho?-el gobernador la suelta lo suficiente como para que Katherine pueda formular una respuesta con un sutil hilo de voz casi imperceptible.

-Ma... Marian.- le confiesa.

Al instante el gobernador la suelta y cae al suelo sin aliento alguno. El gobernador sale corriendo de la sala rumbo al patio para dirigirse a las mazmorras mientras Katherine comienza a toser compulsivamente en un intento de su cuerpo de obtener oxigeno más rápidamente mientras su corazón vuelve a tranquilizarse.

Katherine no puede evitar la salida de un par de lágrimas de sus ojos. Sabe perfectamente como es el gobernador pero no esperaba que le hiciera eso a ella. Esto demuestra la verdadera clase de hombre que es.

-¡Katherine!-corre Gisbourne a su auxilio al ver a la dama en el suelo llorando completamente roja y con la mirada descompuesta.- ¿Qué ocurre?

-George. Se ha... se ha vuelto loco.-dice entre hipidos.

-¿Qué? ¿Por qué?

-Marian... ella me ha contado que Robin tiene un hermano. Gay he cometido un grave error.-dice verdaderamente arrepentida.-Se lo he contado a George y creo que va a matar a Marian si no le dice quien es el hermano de Robin.

Una parte de Gisbourne quiere matarla por poner la vida de Marian en verdadero peligro pero eso lo haría luego. Lo más importante es salvar a su todavía amada de la furia de su primo. La cual sabe perfectamente hasta dónde puede llegar porque él mismo la ha sufrido en sus propias carnes.